Abbas I, Sha de Persia (1571-1629).


Quinto soberano de Persia perteneciente a la dinastía Safawí, llamado el Grande, nacido el 27 de enero de 1571 y muerto el 19 de enero de 1629. Hijo del sha Mohamed Khodabendeh.

En 1576, cuando Abbas contaba con apenas siete años, el sha Thamasp, falleció. Thamasp fue un soberano victorioso pero cruel; temeroso, hizo encerrar a sus hijos para evitar que le traicionara y le arrebatasen el trono, pese a lo cual no pudo evitar morir asesinado. A la muerte de Thamasp, sus hijos se enfrascaron en una guerra civil por la sucesión. El primero en atacar fue Ismael, el cual asesinó al heredero designado por su padre (el único de sus hermanos que se libró del cautiverio) y se proclamó sha de Persia. Ismael fue asesinado al año siguiente, envenenado por una facción rival descontenta con su mal gobierno.

Ismael II fue sustituido en el trono por su hermano Mohamed. El nuevo sha mantuvo incesantes luchas durante todo su gobierno con los turcos y los uzbecos, hasta que fue destituido en 1587 por una alianza de tribus turcas. Ese mismo año, Abbas, que ocupaba el cargo de gobernador de la provincia de Khorasan (Jurasán), se levantó en armas contra los invasores turcos y se proclamó soberano independiente. Inmediatamente estalló un conflicto familiar entre Abbas y sus hermanos que se resolvió dos años más tarde con la victoria de Abbas. Éste, que recibió el sobrenombre de El Grande, fue uno de los soberanos más importantes de su dinastía.

Trasladó la capital a Isfahan y firmó un tratado de paz con el Imperio Otomano, el Tratado de Constantinopla, por el cual cedía el control de Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Una vez asegurada la frontera otomana, Abbas pudo someter a los uzbecos, en rebeldía desde hacía algún tiempo, y, posteriormente, someter la mayor parte de Afganistán. Resueltos los problemas en las fronteras norte y este, Abbas volvió a dirigir su atención hacia la frontera occidental. A principios del siglo XVII rompió el pacto con el Imperio Otomano y reconquistó Bagdad, en poder otomano desde 1534. Entre 1603 y 1623 los persas atacaron incesantemente Irak y lograron la conquista de importantes ciudades como Mosul; además de la mayor parte de Irak, Kurdistán, Georgia, Armenia y Azerbaiyán. El ataque persa de Abbas propició el hundimiento del Imperio Otomano, también acosado en el Mediterráneo por las tropas cristianas.

Además de ampliar sus territorios hacia Occidente, Abbas I llevó la frontera oriental de su reino hasta el Indo, de camino arrebató a los portugueses el estratégico enclave de Ormuz; de esta forma, a su muerte, Persia se extendía desde el Tigris al Indo. La clave de tan espectacular expansión territorial fue la creación de un ejército permanente, el primero de Persia, que superaba con mucho a los ejércitos de los demás reinos de la región. Los ingleses ayudaron a Abbas en la creación de este ejército, ya que tenían interés en desestabilizar la región y, sobre todo, en limitar el poder del Imperio Otomano.

Junto a sus innegables éxitos militares, Abbas dio muestras de una enorme crueldad. En un ataque de locura, provocado por el temor a que le arrebataran el trono, ordenó asesinar a su primogénito y, tiempo después, mandó que sacaran los ojos a sus otros dos hijos. Poco después de estos actos, mandó envenenar en su presencia a varios gobernantes de cuya fidelidad dudaba.

Pese al ambiente de terror que dominaba la Corte, Persia prosperó bajo el gobierno de Abbas I gracias a las conquistas militares y al programa de grandes obras públicas que el sha puso en marcha. Isfahan, su capital, fue trasformada y embellecida con multitud de monumentos. Promovió las artes y el comercio, además de restaurar el orden interno del reino gracias al elemento aglutinador que le proporcionó el chiísmo. Durante el reinado de Abbas I, Persia alcanzó el punto más alto de su influencia política, económica y cultural en la región.

A su muerte, el 19 de enero de 1629, fue sucedido por su nieto Shafi I.

Bibliografía

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  • SAVORY, R. Iran under the Safavids. 1980.

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