Francisco Moliner Nicolás (1851–1915): Médico Pionero de la Medicina Española

Francisco Moliner Nicolás (1851–1915): Médico Pionero de la Medicina Española

Introducción

Francisco Moliner Nicolás fue uno de los médicos más influyentes de la medicina española del siglo XIX y principios del XX. Nacido en Valencia en 1851 y fallecido en la misma ciudad en 1915, su vida estuvo marcada por una brillante carrera académica, importantes contribuciones científicas y un carácter combativo que lo llevó a confrontar tanto las autoridades médicas como las políticas de su época. A lo largo de su vida, se destacó no solo por su dedicación a la ciencia médica, sino también por su preocupación por los problemas sociales y su inquebrantable lucha por mejorar las condiciones de salud de las clases más desfavorecidas.

Orígenes y Primeros Años de Formación

Nacimiento y Contexto Familiar

Francisco Moliner nació en Valencia, una ciudad que, por entonces, estaba inmersa en una fase de crecimiento cultural y científico. Su familia pertenecía a la clase media, lo que le permitió acceder a una educación superior, un privilegio que en esa época no era común. Desde joven, mostró una gran curiosidad intelectual y una inclinación por las ciencias, lo que lo llevó a decidir estudiar medicina en la Facultad de Valencia, uno de los centros más prestigiosos de España.

Primeros Pasos en la Educación y Formación Médica

La formación de Moliner en medicina se desarrolló en un contexto en el que las ciencias de la salud comenzaban a evolucionar hacia un enfoque más científico y experimental, influido por los avances de la microbiología y las teorías de Germán Virchow y Louis Pasteur. Su carrera comenzó con un énfasis en la fisiología y la patología, y fue en estos campos donde desarrolló su vocación y dedicación, centrando sus estudios en las enfermedades infecciosas y los avances terapéuticos más innovadores de la época.

Carrera Académica y Primeros Logros

Estudio de la Medicina en la Facultad de Valencia

Moliner completó sus estudios médicos en Valencia, graduándose en 1876. Desde el principio, su prometedora carrera fue reconocida por sus profesores, lo que le permitió obtener rápidamente cargos de ayudante y profesor clínico. Su pasión por la medicina y su habilidad para enseñar le aseguraron un puesto destacado dentro de la comunidad académica. Durante su tiempo en Valencia, Moliner demostró una notable capacidad para combinar la teoría médica con la práctica clínica, lo que lo convirtió en una figura respetada por sus colegas y estudiantes.

Obtención del Título de Médico y Primeros Cargos en la Docencia

Al terminar sus estudios, Moliner continuó su carrera como profesor, primero como ayudante y, más tarde, como profesor clínico. Esta experiencia le permitió profundizar en su especialización en patología médica. Su habilidad para enseñar, junto con su brillantez académica, le valió una posición envidiable, pero fue en 1883 cuando obtuvo la cátedra de patología general en la Universidad de Zaragoza, lo que representó un hito importante en su carrera. Sin embargo, su estancia en Zaragoza fue breve, ya que regresó a la Universidad de Valencia en el mismo año para ocupar la cátedra de fisiología, y más tarde, en 1887, permutó esta cátedra por la de patología médica, que quedaba vacante.

Conflictos con la Microbiología y la Vacunación

Controversia con la Vacuna Anticolérica de Ferrán

Uno de los aspectos más controvertidos y relevantes de la carrera de Francisco Moliner fue su postura frente a las nuevas teorías de la microbiología médica que se estaban popularizando en España. En particular, su enfrentamiento con el médico Jaime Ferrán, conocido por desarrollar una vacuna contra el cólera, fue uno de los conflictos más significativos. Moliner, aunque reconoció los méritos del trabajo de Ferrán, no dudó en criticar la falta de rigor en los experimentos y en las estadísticas que respaldaban la eficacia de la vacuna. Moliner sostuvo que el líquido inoculado por Ferrán no producía una forma atenuada del cólera, sino que más bien inducía una septicemia, lo que aumentaba la susceptibilidad a la enfermedad.

Este desacuerdo fue más allá de un simple desacuerdo científico, convirtiéndose en un enfrentamiento personal con Amalio Gimeno, defensor ferviente de la vacuna, que tuvo repercusiones importantes en la carrera de Moliner. La polémica que desató esta crítica fue tan aguda que Moliner decidió distanciarse de la redacción del Tratado de Patología General que había comenzado a escribir junto a Gimeno.

Postura Crítica y el Enfrentamiento con Amalio Gimeno

La rivalidad entre Moliner y Gimeno se fue intensificando con el tiempo, llegando a afectar incluso a la política médica del país. Moliner vio en la actitud de Gimeno una manifestación de lo que consideraba una política contraria a sus principios científicos y sociales. Este conflicto no solo marcó su carrera profesional, sino que también influyó negativamente en su actividad político-social, especialmente cuando Gimeno se convirtió en ministro de Instrucción Pública a principios del siglo XX.

En lugar de abrazar la corriente oficial que apoyaba la vacunación, Moliner defendió un tratamiento alternativo para el cólera, el denominado «lavado de la sangre». Este tratamiento consistía en la inyección endovenosa de grandes cantidades de suero salino, con la intención de disolver las toxinas microbianas y eliminarlas a través de la orina, un enfoque que, aunque no obtuvo el mismo reconocimiento que la vacuna de Ferrán, mostró la profundidad de su compromiso con la investigación y su rechazo a los métodos establecidos.

Primeras Contribuciones Científicas Importantes

Estudio sobre el Cólera y la Gripe

En 1890, Moliner publicó un estudio en el que actualizó sus puntos de vista sobre la etiología y el tratamiento del cólera, reafirmando su postura crítica hacia las terapias tradicionales. En el mismo año, viajó a Berlín, donde se reunió con destacados científicos de la época, como Robert Koch y Shibasaburo Kitasato. Durante su estancia en el Instituto de Koch, se centró en la investigación sobre la tuberculina, un descubrimiento clave en el tratamiento de la tuberculosis, y en los experimentos de Kitasato sobre el suero antitetánico.

Moliner también se dedicó a investigar la gripe, y en uno de sus artículos introdujo el micrococo de Otto Seifert, sugiriendo que podría ser el agente etiológico responsable de la enfermedad. Este enfoque le permitió integrarse más profundamente en la vanguardia de la microbiología, al mismo tiempo que demostraba su capacidad para analizar las enfermedades desde una perspectiva científica rigurosa.

Colaboración en la Bacteriología y el Neumococo

La contribución de Moliner a la bacteriología fue significativa, particularmente en lo que respecta al neumococo, un microorganismo involucrado en diversas enfermedades respiratorias. En su monografía sobre la pulmonía fibrinosa, publicada en 1891, Moliner presentó un análisis exhaustivo de la bacteriología del neumococo, uno de los estudios más completos de su tiempo sobre esta enfermedad. En este trabajo, Moliner no solo revisó los estudios previos, sino que también introdujo nuevas investigaciones sobre la inmunología de la neumonía, lo que resultó en avances significativos en el tratamiento de la enfermedad.

El Desarrollo de la Monografía sobre la Pulmonía Fibrinosa

Importancia del Libro y el Enfoque Microbiológico

En 1891, Moliner publicó uno de los trabajos más significativos de su carrera: la monografía sobre la «pulmonía fibrinosa». Este libro no solo recopilaba los conocimientos adquiridos durante sus años de docencia, sino que también marcaba un hito en la integración de la medicina clínica con los avances microbiológicos de la época. Moliner se propuso organizar y sistematizar todos los hallazgos recientes sobre la neumonía, especialmente aquellos relacionados con la etiología microbiana, lo que le permitió ofrecer una visión revolucionaria de la enfermedad.

En su monografía, Moliner destacó los avances en bacteriología y presentó un análisis detallado de los cambios microscópicos que ocurrían en los pulmones de los pacientes afectados por neumonía. La obra también introdujo la nueva nosología de la pulmonía fibrinosa, que se basaba en la investigación microbiológica y proponía un tratamiento más enfocado a los agentes causantes de la enfermedad. Fue un trabajo que integró la fisiopatología, la bacteriología y la inmunología, estableciendo nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento que fueron innovadores en su tiempo.

La Implicación de su Maestro Julio Magraner

El enfoque de Moliner en la medicina de laboratorio fue influido por su maestro Julio Magraner, uno de los precursores de este enfoque en España. Magraner, un destacado clínico y científico, impulsó a Moliner a seguir la línea de la medicina experimental, y Moliner, a su vez, contribuyó con avances importantes en la aplicación de estos principios a la neumonía y otras enfermedades respiratorias. Esta relación académica fue crucial para el desarrollo del pensamiento médico de Moliner y su capacidad para integrar las nuevas teorías microbiológicas en sus investigaciones.

Nuevas Terapias y su Impacto en la Medicina

Moliner no solo presentó teorías sobre la etiología de las enfermedades, sino que también propuso terapias innovadoras. En el caso de la pulmonía fibrinosa, uno de sus tratamientos sugeridos fue la «antisepsia respiratoria», que consistía en la inhalación de aire frío, oxigenado y saturado de trementina, guayacol y timol. Este enfoque buscaba eliminar las toxinas en los pulmones y aliviar los efectos de la neumonía. Aunque hoy en día estos métodos han sido reemplazados por terapias más modernas, en su tiempo, representaban un avance en la lucha contra una enfermedad mortal.

Enfoque Médico-Social y la Tuberculosis

La Creación de Granjas-Sanatorios para Tuberculosos

A lo largo de su carrera, Moliner mostró una profunda preocupación por los aspectos sociales de la medicina. Fue uno de los primeros en abordar la tuberculosis no solo como una enfermedad física, sino también como un fenómeno social. Influenciado por la pobreza y las malas condiciones de vida de las clases trabajadoras, Moliner defendió la creación de granjas-sanatorios, especialmente destinados a los tuberculosos más pobres, quienes no podían acceder a los hospitales tradicionales. Estas instalaciones, que combinaban el tratamiento médico con el aislamiento y el trabajo físico en el campo, eran vistas como una forma de rehabilitar tanto el cuerpo como el espíritu de los pacientes.

En 1894, Moliner destacó la necesidad de crear «granjas-sanatorios» para tratar a los «tísicos pobres», argumentando que estos sanatorios debían ser centros de atención donde los pacientes pudieran recibir no solo tratamiento médico, sino también apoyo social y psicoemocional. Esta idea fue pionera en su época, y en 1899, gracias a su iniciativa, se fundó el primer sanatorio para tuberculosos en la Cartuja de Portaceli, cerca de Valencia.

El Discurso sobre la Tuberculosis como Enfermedad Social

En 1896, Moliner dio un importante discurso en el Ateneo Científico de Valencia, donde presentó su visión de la tuberculosis como una «enfermedad social». Según Moliner, la tuberculosis no solo afectaba al individuo, sino que era un problema social más amplio, con profundas implicaciones económicas y demográficas. Utilizando datos epidemiológicos, Moliner mostró cómo la enfermedad se distribuía de manera desigual entre las diferentes clases sociales y cómo la falta de higiene, nutrición y atención médica adecuada contribuía a su propagación.

Su discurso no solo fue un llamado de atención sobre las condiciones de vida de los más desfavorecidos, sino también una crítica a la falta de políticas públicas efectivas para combatir la enfermedad. Moliner defendió la idea de que la lucha contra la tuberculosis debía ir acompañada de una reforma social más amplia, que incluyera la mejora de las condiciones de trabajo y vivienda de las clases obreras.

El Impacto del Sanatorio de Portaceli y la Creación de la Liga Nacional contra la Tuberculosis

El sanatorio que Moliner fundó en Portaceli, aunque no tuvo una vida larga, fue un modelo pionero para el tratamiento de la tuberculosis en España. La falta de apoyo gubernamental y los recursos limitados hicieron que el sanatorio cerrara en 1902, pero su existencia reflejó el compromiso de Moliner con las clases más desfavorecidas. Junto con la creación de la Liga Nacional contra la Tuberculosis, Moliner trató de reunir el apoyo de la sociedad para enfrentar el problema, pero las dificultades económicas y la falta de respaldo institucional hicieron que ambas iniciativas no perduraran.

Últimos Años y Confrontaciones Políticas

Dimisión como Rector y su Postura ante las Injusticias Sociales

Los últimos años de la vida de Moliner estuvieron marcados por una creciente confrontación con las autoridades políticas y académicas. En 1898, fue destituido como rector de la Universidad de Valencia por presidir una corrida de toros benéfica para recaudar fondos para las víctimas de las inundaciones. Este acto, que en principio parecía ser una muestra de solidaridad, fue mal interpretado por las autoridades académicas, lo que resultó en su destitución.

En 1901, Moliner obtuvo un escaño como diputado por una candidatura médica independiente. En este cargo, defendió un proyecto de ley para la protección de los tuberculosos pobres. Sin embargo, su postura audaz y su carácter independiente hicieron que se enfrentara a la oposición de los sectores más conservadores, que incluso intentaron iniciar un proceso para incapacitarlo por «locura». A pesar de estos obstáculos, Moliner continuó luchando por su causa, siempre fiel a sus principios.

Activismo Político y el Proceso por Locura

Moliner nunca dejó de luchar por sus ideales, y en 1905 presentó su dimisión como catedrático, aunque esta fue rechazada. En 1908, indignado por la falta de fondos para la educación y la salud, publicó un panfleto titulado Por la enseñanza y la salud, en el que instaba a los estudiantes valencianos a unirse en una huelga para exigir una mayor dotación para estos sectores. Esta llamada a la acción terminó con su encarcelamiento durante un mes y su posterior separación definitiva de su cátedra. A pesar de sus continuas reclamaciones, nunca fue restituido en su puesto.

El Legado de Francisco Moliner

Popularidad y Respeto a su Muerte

Francisco Moliner falleció en 1915, pero su muerte fue un acontecimiento que reflejó la gran popularidad que había alcanzado durante su vida. Miles de personas acudieron a su funeral, y su legado perduró en la memoria colectiva de la comunidad médica y social. Fue un hombre que dedicó su vida a la medicina y a la mejora de las condiciones de vida de los más pobres, y su valentía para enfrentar los problemas políticos y sociales lo convirtió en un símbolo de lucha y dedicación.

El Monumento Erigido en Su Honor

Cuatro años después de su muerte, la ciudad de Valencia le rindió homenaje erigiendo un monumento en su honor. Este monumento no solo recordaba su figura como médico, sino también su incansable lucha por la justicia social y la salud pública.

El legado de Francisco Moliner es un testimonio de la importancia de la investigación médica, la educación y el compromiso social. Su vida y su obra continúan siendo una inspiración para generaciones de médicos, científicos y activistas que luchan por un mundo más justo y saludable.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Francisco Moliner Nicolás (1851–1915): Médico Pionero de la Medicina Española". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/moliner-nicolas-francisco [consulta: 29 de septiembre de 2025].