Francisco Javier de Lizana y Beaumont (1750–1811): Arzobispo, Virrey y Defensor de la Monarquía en Nueva España
Francisco Javier de Lizana y Beaumont (1750–1811): Arzobispo, Virrey y Defensor de la Monarquía en Nueva España
Orígenes y Formación Académica
Nacimiento y primeros años en Logroño
Francisco Javier de Lizana y Beaumont nació el 3 de diciembre de 1750 en la localidad de Arnedo, situada en la provincia de Logroño, España. Su familia pertenecía a la nobleza rural, y, desde su infancia, mostró una profunda inclinación hacia los estudios y la vida eclesiástica. A una temprana edad, se trasladó a Zaragoza para continuar su formación académica, un paso que marcaría su futuro en la vida religiosa y política.
Formación en Derecho y Teología en Zaragoza
En Zaragoza, Lizana se matriculó en la Universidad de Zaragoza, donde se dedicó al estudio de las leyes y los cánones, disciplinas en las que pronto destacó. Su dedicación le permitió obtener el título de doctor en ambas áreas, lo que lo catapultó a un puesto de influencia en la jerarquía eclesiástica española. A los veinticinco años, Lizana ya había demostrado sus talentos al escribir su obra Canonica responsa de Matrimonii Dissolutione offert (Zaragoza, 1775), un tratado en el que abordaba cuestiones de derecho canónico, particularmente la disolución matrimonial. Este temprano éxito lo posicionó como uno de los jóvenes talentos de la Iglesia española.
Primeros Logros y Carrera Eclesiástica
Publicaciones tempranas y primeras cátedras
Tras completar su formación en Zaragoza, Lizana se trasladó a Alcalá de Henares, donde asumió la Cátedra de Concilios en la Universidad de Alcalá. Esta posición no solo fortaleció su reputación como académico, sino que también le permitió influir en la formación de futuras generaciones de eclesiásticos y juristas. Durante este período, Lizana escribió varias obras pastorales y jurídicas que serían fundamentales en su carrera, como las cartas pastorales dirigidas a sus feligreses. Su prestigio creció rápidamente, y su carrera eclesiástica le permitió ocupar diversos cargos de relevancia dentro de la Iglesia española.
Ascenso dentro de la jerarquía eclesiástica
A lo largo de los años, Lizana ocupó varios cargos en la Iglesia, incluyendo el de penitenciario de Zamora y canónigo de Toledo. Su talento y devoción religiosa le valieron su nombramiento como obispo auxiliar de Toledo y, más tarde, obispo de Teruel. En estos puestos, se destacó por su cercanía a los feligreses y su enfoque pastoral. En 1801, Lizana publicó la Carta pastoral que el obispo de Teruel dirige a sus diocesanos con ocasión de las aflicciones y plagas de la peste de Andalucía, que reflejaba su sensibilidad ante las calamidades y su responsabilidad de guiar a sus feligreses en tiempos de crisis.
Nombramiento como Arzobispo de México
Contexto político y religioso de su llegada a Nueva España
En 1802, Lizana fue nombrado arzobispo de México, un puesto de gran prestigio y responsabilidad dentro del mundo católico. A pesar de su nombramiento, no asumió oficialmente el cargo hasta el 30 de enero de 1803. Su llegada a Nueva España coincidió con un periodo de tensión política, marcado por las reformas borbónicas que buscaban centralizar el poder y reducir la autonomía de las colonias americanas. El contexto de inestabilidad política y las crecientes tensiones entre criollos y peninsulares marcarían la actuación de Lizana como líder de la Iglesia mexicana.
Primeras acciones y medidas como líder religioso en México
Como arzobispo, Lizana se enfrentó a varios desafíos, tanto religiosos como políticos. Fue un hombre de carácter apacible, generoso y virtuoso, lo que le permitió ganarse el respeto de amplios sectores de la sociedad mexicana. Su primer acto como virrey de facto fue ceder su sueldo para contribuir a los gastos de la guerra en España. Este gesto fue interpretado como un acto de solidaridad con la metrópoli, aunque también reflejó su interés por mantener el control de la situación en Nueva España sin caer en excesos de poder.
Además, Lizana entendió que las relaciones con los criollos eran clave para mantener la estabilidad en el virreinato. Aunque sus decisiones a menudo chocaban con las de los sectores más conservadores, su preocupación por los asuntos locales lo llevó a mantener una postura conciliadora frente a las elites americanas, quienes esperaban un liderazgo más autónomo frente a la administración peninsular.
Lizana como Virrey de Nueva España
Políticas y primeras decisiones como virrey
En su calidad de arzobispo de México, Francisco Javier de Lizana y Beaumont asumió funciones virreinales en un contexto de creciente tensión política. Su actitud hacia la administración de Nueva España fue caracterizada por una gran sensatez, intentando mantener el orden en la colonia sin llegar a una ruptura con los intereses peninsulares. Su primer acto relevante fue el hecho de ceder su salario para contribuir a los gastos derivados de la guerra que enfrentaba España con las tropas de Napoleón. Este gesto solidario, en cierto modo, buscaba mantener la lealtad de la colonia a la metrópoli y hacer frente a las presiones internas y externas.
En sus primeros meses al frente del virreinato, Lizana adoptó un enfoque pacífico con los criollos, a quienes consideraba fundamentales para el buen gobierno de la colonia. A diferencia de otros virreyes que se mostraban recelosos con la creciente influencia de los criollos en la administración, Lizana procuró evitar conflictos con ellos, tratando de equilibrar los intereses de los peninsulares y los criollos. Sin embargo, esta postura conciliadora no le libró de las críticas por parte de sectores más conservadores, como los oidores y ciertos grupos militares que consideraban su política demasiado laxa.
Relaciones con los criollos y enfrentamientos con los peninsulares
Uno de los aspectos más destacados de su mandato fue su capacidad para establecer relaciones cercanas con los criollos, quienes comenzaron a verse como un grupo de gran influencia política en el virreinato. Lizana comprendió que la estabilidad de Nueva España pasaba por una alianza con los criollos, pero esto generó el descontento de los sectores peninsulares, quienes comenzaron a ver al virrey como un líder demasiado complaciente con los intereses criollos.
El conflicto entre los peninsulares y los criollos no tardó en reflejarse en su gobierno. La actitud de Lizana, más inclinada a la conciliación que a la confrontación, fue vista con desconfianza por los miembros de la administración colonial que defendían una postura más rígida y centralista. La administración española, a través de la Junta Suprema Central, comenzó a presionar a Lizana, pidiéndole una mayor firmeza en sus decisiones y una mayor adhesión a las políticas de control centralizado de la corona.
Lizana, por su parte, se mostró dispuesto a lidiar con estos retos, pero su postura moderada le atrajo numerosas críticas y, eventualmente, conflictos internos que marcarían su mandato.
Enfrentamientos políticos y la amenaza de rebelión
Conspiraciones y el conflicto con la Audiencia
A medida que avanzaba su gobierno, las tensiones políticas en Nueva España fueron aumentando, especialmente debido a las disputas entre el virrey y la Audiencia de México. La Audiencia, compuesta principalmente por peninsulares, no veía con buenos ojos la cercanía de Lizana con los criollos, lo que desencadenó una serie de enfrentamientos entre las distintas facciones.
Uno de los episodios más significativos de este conflicto fue su enfrentamiento con el libelista Juan López Cancelada, editor de La Gaceta de México, quien había estado difundiendo publicaciones que criticaban tanto a Lizana como a su gobierno. Lizana, con el apoyo de la Junta de Seguridad y Buen Orden, mandó arrestar a Cancelada, quien fue condenado por sus escritos. Este incidente fue uno de los puntos álgidos en la relación entre Lizana y los sectores más radicales de la administración, y evidenció las tensiones crecientes dentro de la colonia.
La insurrección de Valladolid y su represalia
En diciembre de 1809, Lizana tuvo que enfrentar la primera insurrección abierta en Nueva España. La revuelta, que tuvo lugar en la ciudad de Valladolid, fue impulsada por un grupo de militares y líderes criollos que buscaban oponerse al dominio español, pero sin cuestionar la figura del rey Fernando VII. Los organizadores del levantamiento, entre los que se encontraban José María Obeso, José Mariano Michelena y el franciscano fray Vicente de Santa María, se propusieron crear una alianza con otros insurgentes en la región de Guanajuato.
El levantamiento, previsto para el 21 de diciembre de 1809, fue frustrado gracias a la intervención de Agustín de Iturbide, un teniente criollo que estaba al servicio de las autoridades virreinales. La conspiración fue abortada antes de que pudiera llevarse a cabo, pero los líderes de la insurrección fueron capturados, y algunos de ellos fueron ejecutados como castigo. A pesar de que este levantamiento no tuvo un gran impacto inmediato, mostró las crecientes tensiones entre los criollos y la administración española, así como las luchas internas por el control de la colonia.
La Crisis de la Regencia y el Cese de Lizana
Los últimos meses de gobierno de Lizana
El clima político en Nueva España continuó deteriorándose a medida que avanzaba 1810. En mayo de ese año, la Junta Central, que hasta entonces había estado supervisando las acciones del virrey, se disolvió, y en su lugar se instauró un Consejo de Regencia, con sede en Cádiz. Este cambio de poder afectó directamente a Lizana, quien, debido a su avanzada edad y problemas de salud, fue relevado del cargo de virrey.
El 7 de mayo de 1810, la Regencia comunicó a Lizana que debía entregar el gobierno a la Audiencia. Aunque Lizana había sido un firme defensor de la monarquía, su salud y las circunstancias políticas del momento lo llevaron a aceptar su destitución. Su salida del gobierno marcó el final de un periodo en el que, a pesar de sus esfuerzos por mantener el orden, las tensiones entre las diferentes facciones políticas del virreinato habían alcanzado su punto máximo.
La transferencia de poder a la Audiencia Gobernadora
Tras la destitución de Lizana, la Audiencia Gobernadora asumió el poder en México. Durante el periodo comprendido entre el 8 de mayo y el 13 de septiembre de 1810, la Audiencia ejerció todos los poderes gubernamentales en el virreinato, convocando incluso elecciones para las Cortes constituyentes. Este periodo de transición fue un tiempo de inestabilidad, en el que las instituciones políticas de Nueva España se vieron debilitadas por las luchas internas y las crecientes tensiones entre los grupos leales a la corona y aquellos que comenzaban a abogar por la independencia.
Legado y Reflexión Final
Escrito y obras pastorales de Lizana
A lo largo de su vida, Lizana dejó un legado importante no solo como virrey, sino también como arzobispo y pensador religioso. Sus numerosas cartas pastorales y escritos reflejan su profundo compromiso con la fe católica y su preocupación por el bienestar de sus feligreses. Entre sus obras más destacadas se encuentran sus cartas sobre la santidad sacerdotal, el juego y la moralidad, así como sus exhortaciones a los religiosos y a la sociedad en general. Estas obras fueron muy influyentes en su tiempo y siguen siendo una fuente importante para entender la Iglesia en Nueva España durante el periodo colonial.
Su influencia en la historia de la Independencia de México
Si bien Lizana no estuvo directamente involucrado en los primeros movimientos independentistas, su gobierno en Nueva España estuvo marcado por un contexto de creciente descontento con la monarquía española. Su enfoque conciliador, su intento de mantener la estabilidad sin recurrir a la violencia, y su reconocimiento de la importancia de los criollos en la política virreinal lo convierten en una figura clave para entender las tensiones que eventualmente desembocarían en la independencia de México.
Francisco Javier de Lizana y Beaumont murió el 6 de marzo de 1811 en la Ciudad de México, y aunque su mandato como virrey fue breve y tumultuoso, su legado como hombre de Iglesia y líder durante un periodo crucial en la historia de Nueva España sigue siendo relevante en la narrativa de la independencia mexicana.
MCN Biografías, 2025. "Francisco Javier de Lizana y Beaumont (1750–1811): Arzobispo, Virrey y Defensor de la Monarquía en Nueva España". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/lizana-y-beaumont-francisco-javier-de [consulta: 29 de septiembre de 2025].