Vivien Leigh (1913–1967): La Magia de Scarlett O’Hara y su Desafío Personal

Vivien Leigh (1913–1967): La Magia de Scarlett O’Hara y su Desafío Personal

Orígenes y Familia

Vivien Leigh nació el 5 de noviembre de 1913 en Darjeeling, India, bajo el nombre de Vivian Mary Hartley. Hija de un padre inglés, nacido en Yorkshire, y una madre descendiente de irlandeses, su vida estuvo marcada por una compleja mezcla cultural desde sus primeros años. Su padre, que había emigrado a la India a los 22 años en busca de aventuras, y su madre, también nacida en la India, criaron a Vivien en un ambiente único, lleno de contrastes. La familia vivió allí hasta que la pequeña Vivien tenía seis años, cuando se trasladaron a Inglaterra. Este cambio marcaría un punto de inflexión en su vida, ya que, aunque regresó brevemente a la India décadas después, fue en Inglaterra donde consolidó su futuro como actriz.

Educación y Primeros Intereses

Desde joven, Vivien destacó por su afición a la lectura. Entre sus autores favoritos se encontraban Rudyard Kipling y Lewis Carroll, cuyas obras le despertaron una profunda fascinación por la literatura. Fue en este ambiente de cultivos intelectuales y culturales donde Vivien empezó a desarrollar su amor por las artes, y especialmente por la actuación. La educación formal la recibió en el Convento del Sagrado Corazón, en Roehampton, un lugar que jugaría un papel importante en su vida, pues fue allí donde comenzó a interesarse por la interpretación. Las representaciones teatrales que se realizaban en el colegio fueron cruciales para que se decidiera por esta carrera.

A lo largo de su infancia y adolescencia, Vivien cultivó otros talentos. Estudió ballet, piano y cello, y se sometió a exámenes en la Real Academia de Música. Su afición por la música fue tan profunda como su amor por el teatro, y se sintió atraída por la historia de Egipto, así como por los idiomas, aprendiendo a hablar francés con fluidez. Además, pasó una parte de su educación en la Riviera Italiana y en París, lo que enriqueció aún más su perspectiva del mundo.

Primer Matrimonio y Comienzo de su Carrera

En 1932, a la edad de 19 años, Vivien conoció a Leigh Holman, un hombre trece años mayor que ella. Este encuentro se convertiría en un hito de su vida personal, ya que se casó con él en Londres en ese mismo año. A pesar de que parecía que su vida seguiría el curso tradicional de esposa y madre, Vivien decidió continuar con sus estudios de interpretación, inscribiéndose en la Real Academia de Arte Dramático de Londres (RADA). A pesar de su matrimonio, su pasión por la actuación nunca desapareció y, a pesar de las expectativas sociales de la época, continuó luchando por sus sueños.

Su carrera cinematográfica comenzó en 1934 con pequeños papeles en tres películas, pero no fue hasta más tarde cuando se consolidó como una actriz destacada. A lo largo de esos años, trabajó en varias producciones en el cine británico, aunque las expectativas de su marido, Leigh Holman, sobre su carrera eran escasas. Creía que Vivien dejaría el cine y se dedicaría exclusivamente al hogar. Sin embargo, esta suposición pronto se vería desmentida.

El Encuentro con Laurence Olivier y el Cambio de Rumbo

En 1934, Vivien Leigh vio a Laurence Olivier en una obra de teatro y se sintió cautivada por él, tanto personal como profesionalmente. A pesar de que ambos estaban casados en ese momento, Vivien sintió que él sería el hombre con el que acabaría su vida. Este sentimiento se confirmaría, ya que, un año después, Leigh dejó a su esposo y se mudó a vivir con Olivier en Chelsea. Esta relación no solo cambiaría su vida personal, sino que marcaría el inicio de una de las parejas más icónicas de la historia del cine.

Laurence Olivier, uno de los actores más destacados de su generación, influyó profundamente en Vivien, tanto en su carrera como en su vida privada. Fue él quien la introdujo al teatro y a una serie de obras y proyectos teatrales que se convertirían en la base de su éxito en la escena londinense. Juntos protagonizaron varias representaciones, y su relación se convirtió en uno de los más grandes amores de la historia de Hollywood.

Lo que el viento se llevó y el Éxito Internacional

El mayor hito de la carrera de Vivien Leigh llegó en 1939, cuando fue elegida para interpretar a Scarlett O’Hara en la película Lo que el viento se llevó. Este papel se convertiría en uno de los más icónicos en la historia del cine. La interpretación de Leigh como la decidida, apasionada y, en ocasiones, egoísta Scarlett, logró captar la atención de críticos y públicos por igual, asegurándole un lugar en la historia de Hollywood. Su química con Clark Gable, quien interpretó a Rhett Butler, se transformó en una de las parejas más queridas y recordadas del cine clásico.

El éxito de Lo que el viento se llevó consolidó a Vivien como una de las principales estrellas de Hollywood, aunque, paradójicamente, ella nunca se sintió completamente a gusto en el ambiente de Los Ángeles. Al terminar el rodaje, se negó a participar en otras películas de Hollywood, a pesar de las ofertas. En lugar de seguir la corriente de fama que el cine estadounidense le ofrecía, Vivien optó por regresar a Inglaterra y continuar su carrera en el teatro. Sin embargo, su popularidad era tan grande que los productores de Hollywood insistieron en su regreso, lo que provocó una batalla legal entre ella y el productor David O. Selznick.

La Carrera Teatral y Otros Éxitos Cinematográficos

Aunque la fama de Vivien Leigh se cimentó con Lo que el viento se llevó, su pasión por el teatro nunca disminuyó. A pesar de las ofertas continuas de Hollywood, Vivien prefería el escenario al set de filmación. Durante la Segunda Guerra Mundial, se unió a otros actores británicos en una gira por el norte de África, donde interpretaron poemas y fragmentos de sus películas para levantar la moral de las tropas. Este compromiso con el teatro y la causa bélica reflejaba su dedicación al arte y a su país, aunque su salud comenzaba a deteriorarse por la tuberculosis que sufría en forma recurrente.

En 1940, después de varios años de relación, Vivien Leigh y Laurence Olivier finalmente se casaron. Juntos protagonizaron tres películas: Fuego sobre Inglaterra (1937), 21 días juntos (1938) y Lady Hamilton (1941). Estas películas, aunque exitosas, nunca alcanzaron la magnitud de Lo que el viento se llevó, pero consolidaron aún más su relación tanto personal como profesional. Sin embargo, a medida que la década avanzaba, Vivien pasó por episodios de salud que afectaron su rendimiento. Tras protagonizar César y Cleopatra (1945) junto a Claude Rains, sufrió una recaída en su tuberculosis y tuvo que ser ingresada en un hospital debido al agotamiento.

El año de 1948 marcó otro hito importante en su carrera cuando protagonizó Anna Karenina (1948), una adaptación de la famosa novela de Tolstoi. Este papel era uno de los que siempre había deseado interpretar, y su dedicación al teatro también la llevó a participar en una serie de obras en Londres. Entre ellas se encontraban títulos como Romeo y Julieta, The Doctor’s Dilemma, The Skin of Our Teeth y Ricardo III. A pesar de su innegable éxito en el teatro, su salud seguía siendo un problema constante.

La Larga Lucha contra la Enfermedad y el Regreso al Cine

La década de 1950 trajo consigo un resurgimiento para Vivien Leigh, aunque no sin dificultades. En 1951, protagonizó Un tranvía llamado deseo (1951) bajo la dirección de Elia Kazan. Esta interpretación le valió el Premio Óscar a la Mejor Actriz, consolidando su regreso a Hollywood tras una larga ausencia. En esta película, Vivien interpretó a Blanche DuBois, un personaje complejo y emocionalmente desgarrado. La interpretación fue tan profunda que, en cierto modo, se fusionó con su propia psique, lo que intensificó su lucha interna entre la realidad y la ficción. Su enfermedad psíquica, que ya había comenzado a manifestarse con episodios de desdoblamiento de personalidad, afectó su capacidad para diferenciar la vida real de su personaje, un reto que la acompañaría a lo largo de su vida.

Tras este éxito, Vivien Leigh siguió trabajando en el cine, pero sus problemas de salud continuaron siendo una constante. A fines de 1951, sufrió una recaída de su enfermedad psíquica, lo que llevó a su internamiento en una clínica. Aunque sus compañeros y colaboradores de la industria del cine esperaban que su carrera se viera truncada, Vivien sorprendió a todos con una sorprendente mejoría. En 1955, protagonizó The Deep Blue Sea (1955), de Anatole Litvak, pero la película no tuvo éxito en taquilla, y la crítica no la favoreció tanto como sus trabajos anteriores.

Un año después, a los 43 años, Vivien Leigh se quedó embarazada, pero el embarazo terminó en una pérdida. Este evento sumió a la actriz en un periodo de introspección y dificultó aún más su salud emocional. A pesar de todo, continuó con su trabajo teatral y cinematográfico, pero las tensiones con Laurence Olivier empezaban a ser evidentes. Durante 1957, comenzaron los rumores sobre una posible separación, ya que Olivier inició una relación con Joan Plowright, con quien más tarde se casaría. Este fue un golpe devastador para Vivien, quien, aunque había seguido adelante con su vida profesional, sufrió el desgaste emocional de una relación rota.

Últimos Trabajos y la Muerte Prematura

En 1961, Vivien Leigh regresó a Hollywood para protagonizar La primavera romana de la señora Stone (1961), dirigida por José Quintero, una adaptación de la obra de Tennessee Williams. Esta película marcó su primer trabajo cinematográfico después de cinco años alejada de la pantalla grande. Aunque no alcanzó el éxito de sus anteriores proyectos, se consideró un paso importante en su carrera. Ese mismo año, Vivien continuó con sus trabajos teatrales, pero su salud continuó deteriorándose. Su última película fue El barco de los locos (1965), dirigida por Stanley Kramer, donde compartió créditos con figuras como Simone Signoret, José Ferrer y Lee Marvin. Este trabajo marcó su despedida del cine, y ese mismo año participó en su última obra de teatro, Ivanov, junto al actor John Gielgud.

Vivien Leigh pasó sus últimos años junto al actor John Merivale, con quien vivió desde 1959 hasta su muerte. La actriz murió el 7 de julio de 1967 en Londres, a los 53 años. Su legado, sin embargo, permanece indeleble en la historia del cine, especialmente por su interpretación de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó, uno de los papeles más representativos de la historia del cine. Aunque su vida estuvo marcada por luchas internas, enfermedades físicas y emocionales, y una relación tumultuosa con Laurence Olivier, su talento y su indiscutible presencia en pantalla continúan siendo una inspiración para generaciones de actores y actrices.

Vivien Leigh dejó una huella imborrable en la historia del cine y del teatro, no solo por sus interpretaciones memorables, sino también por su capacidad para superar las adversidades personales y profesionales, convirtiéndose en una figura mítica que sigue siendo recordada y admirada en todo el mundo.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Vivien Leigh (1913–1967): La Magia de Scarlett O’Hara y su Desafío Personal". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/leigh-vivien [consulta: 18 de octubre de 2025].