Franz Lehár (1870–1948): El Compositor que Renovó la Opereta
Franz Lehár (1870–1948): El Compositor que Renovó la Opereta
Orígenes y primeros años de vida
Nacimiento y familia musical
Franz Lehár nació el 30 de abril de 1870 en Komáron, una ciudad que en su época pertenecía al Imperio Austrohúngaro (hoy en día, en territorio de Eslovaquia). Proveniente de una familia con una profunda tradición musical, su padre, Franz Lehár Sr., fue un conocido compositor de danzas y marchas, además de dirigir una banda militar del ejército austrohúngaro. Esta vida itinerante, debido a las constantes mudanzas por el imperio, permitió a Franz tener una exposición temprana a la música de banda y orquestal, experiencias que jugarían un papel fundamental en su futura carrera.
A una edad temprana, Lehár ya mostró un notable talento musical, lo que lo llevó a comenzar sus estudios formales en música. En 1880, con tan solo diez años, fue admitido en el Conservatorio de Praga, donde recibió clases de violín bajo la tutela del célebre Antonín Bennewitz y de teoría musical con Anton Foerster. Fue en Praga donde Lehár tuvo la oportunidad de conocer a otros músicos de renombre, como Antonín Dvořák, quien, impresionado por su potencial, le sugirió que dejara de lado el violín y se dedicara a la composición. Este consejo se convertiría en un punto de inflexión en su vida, ya que, poco después, abandonó el violín para abrazar su verdadera vocación: la composición.
Formación musical y primeros pasos en la orquestación
El cambio de dirección en su carrera fue decisivo. Tras finalizar sus estudios en el conservatorio, Lehár se enlistó en el ejército, pero no dejó la música atrás. Al contrario, fue un periodo clave en su formación. Se unió a la orquesta de la banda militar dirigida por su padre, donde tuvo la oportunidad de seguir perfeccionando sus habilidades. Durante su tiempo en la base naval de Pola (actualmente en Croacia), Lehár ocupó el puesto de director de la banda militar, donde pudo mejorar su técnica de orquestación y experimentar con composiciones más grandes y complejas. Esta experiencia fue crucial, ya que dirigió una banda de más de cien músicos, lo que le permitió conocer a fondo la dinámica y las posibilidades de una orquesta.
Influencias tempranas: Dvořák y su consejo crucial
El encuentro con Dvořák, uno de los más grandes compositores de la época, fue otra influencia fundamental para Lehár. El músico checo no solo le ofreció un valioso consejo, sino que también lo motivó a seguir su camino como compositor en lugar de ser un violinista. Dvořák, con su visión de la música popular y su habilidad para integrar el folclore en obras serias, fue una figura crucial que contribuyó al perfil musical único de Lehár. Estos primeros años de aprendizaje le permitieron desarrollar una sensibilidad especial para la melodía y la orquestación, aspectos que más tarde definirían su estilo distintivo.
Primeros logros y carrera temprana
Su ingreso al ejército y el desarrollo de su técnica de orquestación
En 1892, Lehár ingresó formalmente al ejército austrohúngaro como músico profesional. Durante este tiempo, no solo continuó desarrollando sus habilidades musicales, sino que también perfeccionó su arte como director y compositor. En la base naval de Pola, su trabajo con una gran banda le brindó una visión detallada de cómo las composiciones podían ser ejecutadas con una gran orquesta, algo que lo preparó para las composiciones más ambiciosas que llegaría a escribir en los años venideros.
La ópera «Kukuschka» y el inicio de su carrera como compositor
Su primer gran paso en la composición fue la ópera «Kukuschka» (1896), una obra que representaba su ambición de ser reconocido como compositor de óperas. Aunque la obra fue estrenada en Leipzig y Budapest, no alcanzó el éxito esperado, lo que obligó a Lehár a regresar a su puesto en la banda militar. A pesar de la falta de éxito de «Kukuschka», esta ópera marcó el inicio de su carrera en el mundo de la composición, y también le permitió hacer conexiones importantes dentro del mundo de la ópera y el teatro.
El cambio hacia el teatro y su primer éxito: «Gold und Silber»
El verdadero punto de inflexión en la carrera de Lehár llegó en 1902, cuando compuso el vals «Gold und Silber». Esta obra fue encargada por la Princesa Metternich, y su éxito fue inmediato. El vals, con su elegancia y refinamiento, permitió a Lehár dejar atrás su carrera militar y pasar a un puesto de director en el prestigioso Theater an der Wien, en Viena. Este éxito lo introdujo oficialmente en el mundo de la opereta, un género en el que lograría una enorme popularidad.
La creación de «Die lustige Witwe» (La Viuda Alegre) y su éxito mundial
En 1905, Lehár alcanzó la cúspide de su carrera con la creación de «Die lustige Witwe» (La Viuda Alegre), una opereta en tres actos que se estrenó en el Theater an der Wien. Esta obra se basó en la comedia «L’attaché d’ambassade» de Henri Meilhac, con libreto de Victor Léon y Leo Stein. La opereta fue un éxito rotundo y se convirtió en uno de los mayores logros de Lehár, consolidándolo como uno de los más grandes compositores de operetas de la historia.
A partir de este momento, Lehár se dedicó de lleno a la composición de operetas, y su popularidad se disparó. La influencia de «La Viuda Alegre» perduró por generaciones, convirtiéndose en uno de los pilares del repertorio de opereta y demostrando la capacidad única de Lehár para mezclar lo ligero con lo emocionalmente profundo, en una música que cautivaba tanto por su melodía como por su orquestación refinada.
Expansión en la composición y la influencia de la guerra
La Segunda Guerra Mundial y la transformación de su música
Tras el éxito abrumador de obras como La Viuda Alegre, Lehár continuó su carrera como compositor de operetas, pero los eventos históricos y políticos, particularmente la Primera Guerra Mundial, marcaron un cambio importante en su estilo musical. La guerra cambió el panorama artístico de Europa, y Lehár se alejó de las temáticas ligeras que caracterizaban sus primeras composiciones. Durante este periodo de turbulencia, su música se volvió más introspectiva y compleja, reflejando los cambios que atravesaba el continente.
Al final de la guerra, Lehár se sumió en la creación de obras con mayor carga emocional. Su opereta Eva (1920), por ejemplo, abordaba los problemas de una mujer que trabajaba en una fábrica, un tema que lo distanciaba de las historias más convencionales y alegres de sus primeros trabajos. La transición hacia una música más seria y reflexiva marcó un punto de inflexión en la carrera del compositor.
Obras postguerra y su colaboración con Richard Tauber
Después de la guerra, Lehár continuó componiendo operetas que reflejaban su madurez artística. Su colaboración con el tenor austriaco Richard Tauber fue crucial en este periodo. Tauber, quien interpretó varios de los papeles más importantes de las obras de Lehár, contribuyó a la evolución del compositor al introducir un nuevo estilo vocal y dramático en sus partituras. Obras como Paganini (1925), Der Zarewitsch (1927) y Das Land des Lächelns (1929) se beneficiaron de esta colaboración.
Una de las características más destacadas de estas composiciones fue el cambio hacia temas más profundos. En Das Land des Lächelns, Lehár incorporó influencias chinas, lo que reflejó su habilidad para integrar elementos de diferentes culturas en su música. La conexión con el teatro y la ópera también fue más pronunciada, con una mayor atención a las vocalidades y a la creación de personajes complejos, características que marcarían su último periodo creativo.
«Eva», «Friederike» y el cambio hacia temas más profundos
En su opereta Friederike (1928), Lehár abordó la vida del escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe, lo que demostró su capacidad para tratar temas más literarios y profundos. Esta obra reflejaba su interés por personajes históricos y su habilidad para transformar historias conocidas en música apasionante. Richard Tauber, quien interpretó el papel de Goethe, fue una de las voces más importantes en este periodo de la carrera de Lehár, interpretando canciones que se convirtieron en clásicos de la música de opereta, como «O Mädchen, mein Mädchen» en Friederike y «Dein ist mein ganzes Herz» en Das Land des Lächelns.
Lehár no solo amplió su repertorio temático, sino que también modificó su enfoque musical. Su música se volvió más ambiciosa en cuanto a la escritura vocal, buscando una mayor complejidad y profundidad. Este enfoque permitió a sus obras alcanzar un mayor nivel de sofisticación, acercándolas a la tradición operística, pero manteniendo la ligereza y la elegancia características de la opereta.
Últimos años y su legado
La fundación de su editorial y su impacto en la música de opereta
En los años treinta, Franz Lehár decidió tomar control total de su obra y fundó su propia editorial, Glocken Verlag. Este paso fue clave no solo para su carrera, sino también para la preservación de su legado musical. A través de su editorial, Lehár adquirió los derechos de todas sus composiciones, con excepción de La Viuda Alegre, que permaneció bajo la administración de la editorial Doblinger. Este gesto subrayó su deseo de controlar y mantener la integridad de su música a lo largo de los años.
Además de sus esfuerzos en la industria editorial, Lehár dedicó tiempo a revisar y reestrenar algunas de sus obras. En 1943, por ejemplo, transformó su opereta Zigeunerliebe en una ópera titulada Garabonciás diák, que fue estrenada en Budapest. Esta revisión reflejó su capacidad para adaptarse a los cambios en el gusto musical, adaptando su obra al contexto contemporáneo, mientras mantenía su estilo personal intacto.
El fin de su carrera y su legado musical en la época contemporánea
Lehár pasó los últimos años de su vida en Viena y en Bad Ischl, una ciudad termal austriaca donde finalmente falleció el 24 de octubre de 1948. Aunque la situación política durante la Segunda Guerra Mundial lo puso en el ojo del huracán, especialmente por su falta de declaraciones públicas sobre el régimen nazi, su música siguió siendo celebrada. Su esposa era judía, lo que añadió una capa de complejidad a su situación personal y profesional en ese periodo.
A pesar de las críticas y controversias de la época, el legado de Franz Lehár perdura a través de su música. A lo largo del siglo XX y hasta la actualidad, sus operetas siguen siendo interpretadas en teatros de todo el mundo, y su influencia es palpable en el género de la opereta. En ciudades como Viena y Mörbisch, se celebran festivales dedicados a la opereta, y las grabaciones de sus obras continúan siendo populares entre los amantes de la música clásica ligera.
Críticas y controversias durante la Segunda Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial, Lehár no se pronunció sobre el nazismo, lo que lo hizo objeto de controversia, especialmente fuera de Alemania. A pesar de ser miembro del Partido Nacional Socialista, su música fue recibida con cierta reticencia en los círculos internacionales, en especial por su falta de oposición pública a los crímenes del régimen. Su obra fue, no obstante, ampliamente aceptada dentro de las fronteras del Tercer Reich, donde las autoridades nazis veían en su música un símbolo del arte alemán.
Reflexión sobre su obra
El estilo único de Lehár y su contribución al género de la opereta
Franz Lehár es recordado principalmente por haber renovado la opereta, un género que a menudo se veía como ligero y frívolo, dándole una profundidad emocional y un refinamiento orquestal que lo hizo más accesible a las audiencias modernas. Su habilidad para fusionar la melodía popular con elementos orquestales sofisticados lo convirtió en un maestro de la opereta, un género que, en sus manos, alcanzó nuevas alturas de popularidad y respeto.
A lo largo de su carrera, Lehár no solo dominó el vals y la opereta ligera, sino que también exploró temas más profundos, reflejando las complejidades del ser humano y de las relaciones. A través de sus colaboraciones con artistas como Richard Tauber, su música alcanzó nuevas cotas de emoción y sensibilidad, lo que hizo que sus obras fueran apreciadas tanto por su belleza melódica como por su poder dramático.
La pervivencia de su legado a través de los festivales y grabaciones modernas
El legado de Lehár sigue vivo en la actualidad, especialmente en los festivales de opereta de Mörbisch y Bad Ischl, que celebran su música cada año. Las grabaciones de sus obras, realizadas por intérpretes legendarios como Montserrat Caballé, Plácido Domingo y Richard Tauber, siguen siendo populares y continúan presentando sus composiciones a nuevas generaciones. La opereta, gracias a Franz Lehár, sigue siendo una de las formas más queridas de la música clásica ligera, y su influencia se puede sentir en todo el mundo, tanto en los escenarios como en las grabaciones.
Franz Lehár, con su estilo único y su extraordinaria capacidad para combinar lo popular con lo profundo, sigue siendo una figura central en la historia de la música. Su obra no solo transformó la opereta, sino que también dejó un legado perdurable que continúa inspirando a músicos y amantes de la música clásica en todo el mundo.
MCN Biografías, 2025. "Franz Lehár (1870–1948): El Compositor que Renovó la Opereta". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/lehar-franz [consulta: 28 de septiembre de 2025].