Juan II, Rey de Francia (1319–1364): Un Monarca en Tiempos de Guerra y Crisis

Juan II, Rey de Francia (1319–1364): Un Monarca en Tiempos de Guerra y Crisis

Orígenes y Primeros Años

Juan II, conocido como Juan el Bueno, nació en 1319 en el castillo de Gué-de-Maului, cerca de Mans, Francia. Hijo del rey Felipe VI y de Juana de Borgoña, su nacimiento marcó el comienzo de una vida marcada por las turbulencias políticas y bélicas que asolaron Francia durante la Guerra de los Cien Años. Su padre, Felipe VI, había ascendido al trono de Francia en 1328 tras la muerte de su primo, Carlos IV el Hermoso, lo que desató una serie de disputas dinásticas entre los reinos de Francia e Inglaterra. Juan creció en una corte en constante tensión, donde las luchas por la legitimidad del trono eran parte del contexto en el que se formó.

La relación con su madre, Juana de Borgoña, fue significativa en su educación, especialmente en términos de la diplomacia y el poder territorial de Borgoña. A pesar de su educación en un ambiente cortesano de privilegio, Juan II también vivió la sombra de la rivalidad entre las casas reales francesas e inglesas, lo que sería una constante en su reinado. Durante su infancia, el joven príncipe fue testigo de la creciente influencia de su padre y de los desafíos políticos que se avecinaban, especialmente por la amenaza de Eduardo III de Inglaterra, que reclamaba el trono francés, desencadenando la Guerra de los Cien Años.

Ascenso al Trono

El 31 de agosto de 1350, a la muerte de su padre Felipe VI, Juan II ascendió al trono de Francia a la edad de 31 años. La transición no fue sencilla. Aunque se le conoció como «el Bueno», rápidamente se ganó la reputación de un monarca cruel y caprichoso, ya que sus decisiones no solo fueron impopulares, sino que también empeoraron las ya frágiles condiciones económicas del reino. Como joven rey, Juan enfrentaba enormes desafíos: Francia estaba envuelta en una guerra con Inglaterra, los territorios del reino estaban siendo invadidos y su autoridad estaba siendo puesta a prueba por la nobleza, que buscaba mayor autonomía.

El apodo de «el Bueno» contrastaba con las decisiones arbitrarias que adoptó en los primeros años de su reinado. Como parte de su consolidación de poder, adoptó medidas severas contra algunos de los nobles y figuras importantes de la corte. Entre sus primeras acciones, destaca la ejecución del conde de Eu, quien había sido prisionero de los ingleses. El conde había llegado a Francia bajo el juramento de regresar a Inglaterra tras recaudar el dinero necesario para su rescate, pero Juan II le acusó falsamente de financiar a los ingleses y conspirar en su contra, lo que llevó a su ejecución sin pruebas claras.

Primeros Años de Gobierno

El reinado de Juan II comenzó con una serie de reformas económicas que resultaron desastrosas para el pueblo francés. La devaluación de la moneda fue una de sus decisiones más criticadas, ya que afectó directamente a las clases más bajas y provocó una crisis económica generalizada. Además, la persecución a los comerciantes en busca de dinero para las arcas del reino agravó aún más la situación, sumiendo a gran parte de la población en la miseria.

Juan también intentó fortalecer la monarquía a través de alianzas matrimoniales y políticas agresivas, pero su falta de habilidad política y su creciente autoritarismo desataron conflictos con muchos sectores de la sociedad. En 1352, en un intento por fortalecer su posición en el sur, obligó a Carlos II el Malo de Navarra, su enemigo y rival en la lucha por el trono, a cederle varios territorios. Esta acción, que parecía un movimiento estratégico, en realidad desató nuevas tensiones entre las facciones nobles y abrió la puerta a más conflictos internos.

En el contexto de la guerra contra los ingleses, Juan II buscó alianzas con los mercenarios de las Compañías Blancas, una banda de soldados sin escrúpulos, conocida por su brutalidad. Estas compañías se extendieron por todo el país, sembrando el terror en Francia, pero también ayudando al monarca a mantener cierto control en su territorio. Las Compañías Blancas se convertirían en una presencia temida tanto en Francia como en Castilla, donde se pusieron al servicio de Enrique de Trastámara durante su guerra civil contra Pedro I el Cruel.

A medida que las tensiones internas aumentaban y las fuerzas inglesas avanzaban, Juan II se vio envuelto en un conflicto más complejo, uno que no solo amenazaba su reinado, sino que también ponía en juego la supervivencia de Francia como nación.

La Guerra de los Cien Años y la Invasión Inglesa

La Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra fue el escenario central del reinado de Juan II, y uno de los episodios más decisivos de la historia medieval europea. En 1356, la situación bélica con Inglaterra empeoró dramáticamente cuando el Príncipe Negro (Eduardo de Gales), hijo de Eduardo III de Inglaterra, invadió Francia. Ante esta nueva amenaza, Juan II intentó organizar una defensa adecuada, pero el avance inglés fue imparable.

Aquel año, el Príncipe Negro, al mando de un ejército inglés, cruzó el río Loira y avanzó hacia el sur de Francia. Juan II, decidido a evitar la invasión a sus territorios más importantes, decidió confrontar al ejército inglés en Poiters, una localidad estratégica en el centro de Francia. Sin embargo, la batalla que se libró en septiembre de 1356 resultó en una aplastante derrota para los franceses. Juan II, acompañado por sus hijos, el delfín Carlos (futuro Carlos V) y el duque de Borgoña, Felipe el Atrevido, fue capturado por el Príncipe Negro después de un enfrentamiento desastroso. La victoria inglesa dejó a Francia vulnerable, y el rey francés fue llevado prisionero a Londres.

La derrota en Poitiers no solo significó un golpe militar, sino que también desestabilizó gravemente el gobierno francés, dejando un vacío de poder en el reino. La captura de Juan II dejó a su hijo Carlos, que aún era un joven inexperto, como el regente del reino, lo que incrementó la inestabilidad política y social en el país.

El Vacío de Poder y las Luchas Internas en Francia

La prisión de Juan II en Inglaterra dejó a Francia sin una figura central de autoridad, lo que sumió al reino en un profundo caos. El delfín Carlos, a pesar de ser designado regente, no estaba preparado para asumir la pesada carga de gobierno, y su falta de experiencia hizo que las luchas internas dentro de la nobleza se agudizaran. Durante este periodo, se produjo una serie de sublevaciones y revueltas en el territorio, exacerbadas por las crecientes tensiones entre los nobles y la corona.

Uno de los episodios más destacados fue la Comuna de París, una revuelta popular liderada por el burgués Étienne Marcel, quien aprovechó el descontento generalizado con la administración del regente para tratar de tomar el poder en la capital. Marcel se alió con Carlos II el Malo de Navarra, un rival de Juan II, para tratar de debilitar al gobierno francés. La Comuna de París se proclamó en marzo de 1357, exigiendo la reforma de la administración y un mayor control de los recursos del reino.

Simultáneamente, en el campo rural, estalló otra rebelión conocida como la Jacquerie, que tuvo lugar en 1358. Esta sublevación fue impulsada por la creciente pobreza de los campesinos, que vivían bajo la amenaza constante de las incursiones de los mercenarios y las fuerzas inglesas. La Jacquerie fue brutalmente sofocada por las tropas reales, pero su aparición evidenció la fractura social y política que azotaba a Francia durante el cautiverio de Juan II.

El Tratado de Bretigny y la Liberación de Juan II

La situación en Inglaterra y Francia se volvió aún más tensa cuando, en 1358, Juan II, harto de su largo cautiverio, firmó un tratado humillante con Eduardo III de Inglaterra, conocido como el Tratado de Londres. En este tratado, Juan II accedía a la desmembración del territorio francés a cambio de su libertad. Los términos del acuerdo fueron extremadamente favorables para Inglaterra, ya que cedían grandes áreas de tierra en el sur de Francia, incluyendo el Delfinado, Calais y Ponthieu, a cambio de la liberación del rey francés.

Sin embargo, el tratado fue rechazado por los Estados Generales de Francia, quienes se negaron a aceptar las condiciones impuestas por los ingleses. La negativa a ratificar el acuerdo llevó a Eduardo III a levantar un nuevo ejército con el fin de invadir de nuevo Francia. La Paz de Bretigny se firmó en mayo de 1360, y el Tratado de Bretigny consolidó aún más las victorias inglesas, imponiendo condiciones muy duras para Francia. Según este tratado, Eduardo III renunciaba a sus derechos al trono francés, pero a cambio, obtendría grandes territorios, y Juan II sería liberado tras el pago de un enorme rescate de tres millones de escudos.

Finalmente, el 24 de octubre de 1360, Juan II fue liberado después de que se realizara un pago parcial del rescate exigido por los ingleses, aunque el tratado nunca fue completamente respetado por ambas partes, lo que llevó a la continuación de la Guerra de los Cien Años.

La Muerte de Juan II

Tras su regreso a Francia en 1360, Juan II no pudo restaurar la estabilidad en su reino. A pesar de que había sido liberado, la guerra seguía amenazando a Francia. Durante este periodo, Juan II intentó reconquistar algunas de las tierras perdidas, como Borgoña y Champaña, pero se encontró con un reino dividido y debilitado por años de conflicto.

En 1364, en un acto impulsivo y en cumplimiento de su deber caballeresco, Juan II viajó de nuevo a Inglaterra para ocupar el lugar de su hijo, el duque de Anjou, quien se había fugado mientras estaba bajo custodia inglesa. En ese mismo año, Juan II murió en Londres debido a una enfermedad. A pesar de su muerte en el exilio, su cuerpo fue trasladado y enterrado en la abacía de Saint-Denis en Francia, junto a otros monarcas franceses.

La Familia de Juan II y su Legado

Juan II se casó con Bona de Luxemburgo, hija de Juan I de Bohemia, con quien tuvo varios hijos, entre ellos el delfín Carlos (futuro Carlos V), Luis, duque de Anjou, Juan, duque de Berry, y Felipe, duque de Borgoña. Las alianzas matrimoniales de sus hijas también fueron clave para fortalecer las relaciones con otras casas reales de Europa.

Aunque su reinado estuvo marcado por la derrota y la crisis, el legado de Juan II perduró a través de su hijo Carlos V, quien asumiría el trono en 1364 y restauraría la estabilidad en Francia, marcando el comienzo de una nueva etapa en la guerra contra Inglaterra.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Juan II, Rey de Francia (1319–1364): Un Monarca en Tiempos de Guerra y Crisis". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/juan-ii-rey-de-francia [consulta: 5 de octubre de 2025].