Ruhollah Jomeini (1902–1989): Líder religioso y político de la Revolución Islámica en Irán

Ruhollah Jomeini (1902–1989): Líder religioso y político de la Revolución Islámica en Irán

Orígenes y primeros años (1902-1927)

Ruhollah Jomeini nació el 24 de septiembre de 1902 en Jomein, una pequeña ciudad ubicada en la provincia de Isfahán, Irán. Su nombre completo fue Su Santidad Gran Ayatollah Hodjatoleslam va Al Moslemin Hadj Sayyed Ruhollah al-Musawi al-Khomeini, y provenía de una familia profundamente enraizada en la tradición religiosa chií. Su padre, el ayatollah Sayyed Mustafa Musawi, era una figura destacada en la comunidad religiosa chií, pero murió trágicamente cuando Ruhollah apenas tenía cinco meses. Esta pérdida temprana marcó el comienzo de una vida llena de desafíos, ya que, poco después, a los 15 años, también perdería a su madre. La muerte de sus padres lo dejó huérfano, pero también lo sumió en un entorno de profundo compromiso religioso, lo que influiría significativamente en su futuro.

A lo largo de su juventud, Jomeini fue testigo de las duras realidades de la vida, incluyendo el concepto del martirio, que estaba arraigado en la fe chií. Este concepto lo llevaría a ser un firme defensor del sacrificio y la lucha por la justicia, valores que marcarían su carrera política y religiosa. En cuanto a su educación, fue educado en la tradición coránica, propia de los descendientes de la familia santa chií, que incluía al Profeta Mahoma, su hija Fátima y su esposo Alí, quienes daban a los Musawi la distinción de ser considerados descendientes directos de la familia del Profeta.

Su formación académica comenzó a los 12 años en Isfahán, donde estudió los principios de la teología chií. A los 16 años, se trasladó a Arak y, a los 18, continuó su educación en la ciudad santa de Qom, donde continuó su formación en teología, filosofía, lógica, ética, jurisprudencia islámica y astronomía. Fue en Qom donde Jomeini se destacó entre los estudiosos y comenzó a adquirir una gran influencia en los círculos religiosos. Su vida en esta ciudad fue también un periodo crucial de introspección, en el que comenzó a ser reconocido por su ascetismo y devoción religiosa.

Educación y formación teológica (1927-1935)

La formación religiosa de Jomeini continuó en Qom, donde perfeccionó sus conocimientos y profundizó en las enseñanzas de los grandes sabios chiíes. En 1927, a los 25 años, alcanzó la dignidad de Ijtihad, lo que significaba que ya era considerado un experto capaz de interpretar el Corán y otros textos sagrados. Este logro no solo lo posicionó como una figura clave en el ámbito religioso, sino que también marcó el primer paso hacia el liderazgo político. La adquisición del Ijtihad lo consolidó como una autoridad dentro de la jerarquía religiosa chií y le permitió formar una base de seguidores que lo respetaban tanto por su conocimiento como por su vida ejemplar.

Durante estos años, Jomeini vivió en Qom junto a su esposa Batul-Irán, hija de otro ayatollah de la ciudad de Redj. Fue también en este periodo cuando Jomeini y sus hermanos comenzaron a involucrarse en una pequeña empresa de transporte durante la Segunda Guerra Mundial, lo que les permitió ganar algunos recursos económicos. Sin embargo, su vida principal siempre estuvo centrada en la enseñanza religiosa y el compromiso con el destino espiritual de Irán.

A medida que avanzaba en sus estudios y su autoridad aumentaba, Jomeini se convirtió en una figura influyente en la ciudad. Era admirado por su ascetismo, su estricta adherencia a los principios islámicos y su vida ejemplar de fe. Fue reconocido dentro de la comunidad chií como un líder religioso dedicado a la preservación de la ortodoxia, y su influencia fue creciendo tanto dentro de las escuelas teológicas de Qom como fuera de ellas.

El ascenso al Ijtihad y su consolidación en la teología (1927-1963)

En 1963, Jomeini ya había alcanzado la jerarquía de hodjatoleslam (autoridad del Islam) y, con el tiempo, fue ascendiendo a ayatollah, un título que lo reconocía como un líder espiritual superior. A medida que su figura se consolidaba, Jomeini comenzó a ganar gran popularidad, no solo como teólogo, sino también como líder moral de la comunidad chií. Su ascenso fue paralelo al crecimiento de su prestigio y la expansión de su influencia política.

Este periodo fue decisivo en su evolución ideológica. Jomeini comenzó a manifestar su oposición al régimen secular del sha Reza Pahlevi, quien gobernaba Irán bajo un sistema autoritario que promovía la modernización y la occidentalización del país a costa de las tradiciones religiosas chiíes. El régimen de Pahlevi, especialmente a través de su Revolución Blanca en 1963, fue una de las primeras causas que impulsaron a Jomeini a posicionarse en contra del gobierno. La reforma agraria implementada por el sha resultó particularmente ofensiva para el clero chií, ya que socavaba su poder y le restaba influencia en las tierras. En junio de 1963, Jomeini pronunció un discurso condenando las políticas del sha y denunciándolo como «enemigo de la religión». Este fue un hito en la oposición religiosa al régimen.

Como resultado de su denuncia, Jomeini fue arrestado y encarcelado, pero su mensaje caló hondo en la sociedad iraní. A pesar de su encarcelamiento, su figura creció como un símbolo de resistencia contra el autoritarismo, lo que lo posicionó como la principal voz de la oposición islámica en Irán. Aunque fue liberado más tarde bajo presión popular, Jomeini ya se había convertido en una figura clave del clero chií y en un líder reconocido de la resistencia contra la dictadura.

En este momento, el clérigo comenzó a ser considerado más que un líder religioso, sino un líder político con la capacidad de movilizar a las masas y desafiar al régimen del sha. Las fuerzas que lo apoyaban fueron ampliándose, y sus seguidores lo vieron como el defensor de la fe islámica frente a un régimen que percibían como blasfemo.

Exilio y lucha contra el régimen del sha (1964-1978)

En 1964, después de varios enfrentamientos con el régimen de Mohammad Reza Pahlevi, Jomeini fue arrestado nuevamente y forzado al exilio. Primero, fue enviado a Turquía, pero su estancia fue breve. Pronto se trasladó a Najaf, en Irak, otra de las ciudades santas del chiísmo, donde pudo continuar sus actividades religiosas y políticas sin la vigilancia directa del régimen iraní. En Najaf, Jomeini no solo profundizó en sus estudios, sino que también se convirtió en un referente para miles de chiíes que seguían su doctrina, tanto dentro como fuera de Irán.

Durante estos catorce años en el exilio, Jomeini no dejó de criticar la dictadura del sha, considerándola no solo un régimen opresor, sino también un enemigo de la fe islámica. Jomeini argumentaba que el sha, al promover un estado secular y occidentalizado, estaba violando las leyes divinas del Islam y despojando a la nación iraní de su identidad religiosa. Desde Najaf, Jomeini comenzó a realizar ataques enérgicos contra la política interna de Irán y la estrecha relación del sha con Estados Unidos, al que denominaba el «Gran Satán». Utilizó medios innovadores para expandir su mensaje, como las cintas magnetofónicas que grababa y enviaba clandestinamente a Irán. Estos discursos, cargados de fervor religioso y político, calaron profundamente en la población iraní.

Además de su influencia religiosa, Jomeini también desarrolló una infraestructura de organización política a través de células clandestinas que actuaban como centros de agitación y propaganda. Estas células ayudaron a coordinar y organizar las protestas masivas contra el régimen del sha, que se intensificaron a medida que avanzaban los años 70. El líder religioso se convirtió en una figura mesiánica para muchos iraníes, que lo veían como el «Imán oculto», el líder esperado en la doctrina chií que regresaría para restablecer la justicia en el mundo. Jomeini se consolidó así como la principal figura de oposición al régimen, y su mensaje se amplificó a medida que las tensiones internas aumentaban.

El triunfo de la Revolución Islámica (1979)

El punto de inflexión ocurrió en 1978, cuando las protestas contra el sha alcanzaron su punto máximo. En septiembre de ese año, el gobierno iraquí, bajo presiones del régimen iraní, informó a Jomeini que debía abandonar Irak. Tras intentar sin éxito trasladarse a varios países del Golfo Pérsico, Líbano y Siria, Jomeini optó por establecerse en París, en un suburbio conocido como Neauphle-le-Château. Fue allí, en el exilio francés, donde se vivió uno de los momentos más significativos de la Revolución Islámica. Desde su residencia en Francia, Jomeini continuó emitiendo discursos condenatorios contra el sha y reafirmó su rechazo a cualquier tipo de régimen secular.

Con el apoyo de millones de iraníes y la creciente presión sobre el régimen, el 16 de enero de 1979, el sha y su familia abandonaron Irán, dejando el país en un estado de caos político. Tres semanas después, el 1 de febrero de 1979, Jomeini regresó triunfante a Teherán. Fue recibido con una multitudinaria bienvenida por parte del pueblo iraní, que lo aclamaba como el líder de la Revolución. El gobierno de Shapur Bajtiar, designado por el sha para administrar la transición, se disolvió rápidamente ante la determinación del pueblo y la falta de apoyo del ejército. Jomeini asumió el liderazgo de la revolución con el respaldo de las masas, y en pocos días se consolidó como la figura central del nuevo régimen que reemplazaría a la monarquía.

En el nuevo orden político, Jomeini designó a Mehdi Bazargan como primer ministro provisional, un veterano opositor al sha que fue clave en la transición hacia la nueva República Islámica. A pesar de la proclamación de un gobierno provisional, Jomeini asumió un control absoluto sobre la dirección política y religiosa del país. A lo largo de los meses posteriores a la Revolución, los comités de pasdaran (guardianes de la Revolución) comenzaron a ejecutar sumariamente a miles de personas asociadas con el antiguo régimen, así como a aquellos considerados enemigos de la Revolución. Este proceso de purgas se extendió también a muchos ciudadanos cuyo comportamiento no cumplía con los estrictos estándares morales impuestos por el nuevo régimen.

El liderazgo de Jomeini en la República Islámica (1979-1989)

El 1 de abril de 1979, Jomeini proclamó la instauración de la República Islámica de Irán, una nueva forma de gobierno en la que la autoridad política y religiosa se encontraba en manos de los clérigos. Jomeini no se limitó a ser una figura espiritual, sino que se convirtió en el líder absoluto de la nación, ocupando el cargo de «Guía Supremo de la Revolución». A pesar de que nunca ostentó formalmente la presidencia ni la jefatura del gobierno, su autoridad era indiscutible, y era reconocido como el representante directo de Dios en la tierra. Esta posición teocrática le permitió consolidar un poder total sobre todos los aspectos de la vida política, social y religiosa de Irán.

En el ámbito internacional, Jomeini adoptó una postura radicalmente antioccidental. Su enfrentamiento con Estados Unidos, a quien llamó el «Gran Satán», se hizo más pronunciado a lo largo de los años. En 1979, los estudiantes iraníes tomaron la embajada de Estados Unidos en Teherán, y la crisis de los rehenes que siguió se convirtió en uno de los símbolos de la confrontación entre Irán y Occidente. Además, el régimen de Jomeini fue clave en la irrupción de Irán en la guerra con Irak (1980-1988), un conflicto sangriento que resultó en la muerte de cientos de miles de jóvenes iraníes y en un enorme sufrimiento para el pueblo iraní.

A pesar de ser ampliamente criticado en Occidente y considerado un tirano por muchos de sus detractores, Jomeini mantuvo un fuerte apoyo dentro de Irán, especialmente entre los sectores más conservadores de la sociedad. Su influencia en el mundo islámico fue enorme, inspirando a muchos grupos radicales que adoptaron su enfoque del Islam como una guía para sus propias luchas políticas.

Jomeini falleció el 3 de junio de 1989, después de haber establecido un régimen que cambiaría Irán y el Oriente Medio de forma irreversible. Su legado sigue siendo un tema de intenso debate: mientras que para muchos iraníes, Jomeini es visto como un héroe que liberó al país de la opresión y restauró el Islam como la base del orden social, para otros, su gobierno fue el inicio de una era de represión y aislamiento.

Con su muerte, el liderazgo de la Revolución Islámica pasó a Ali Jamenei, quien se convirtió en el nuevo Guía Supremo de Irán. A partir de ese momento, el país continuó bajo un régimen teocrático que sigue siendo una de las fuerzas más influyentes del mundo islámico.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Ruhollah Jomeini (1902–1989): Líder religioso y político de la Revolución Islámica en Irán". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/jomeini-ruhola [consulta: 28 de septiembre de 2025].