José Antonio Galán (1749–1782): Líder del Levantamiento de los Comuneros y Símbolo de la Lucha Popular en Colombia

José Antonio Galán (1749–1782): Líder del Levantamiento de los Comuneros y Símbolo de la Lucha Popular en Colombia

Orígenes y primeros años (1749–1781)

Los primeros años en Charalá: orígenes humildes y vida familiar

José Antonio Galán nació en Charalá, una localidad de la actual Colombia, hacia 1749. Provenía de una familia humilde, lo que marcaría la tónica de toda su vida. Su padre, originario de Galicia, España, era un gallego de apellido Galán, mientras que su madre, Paula Francisca Zorro, era una criolla mestiza de la región. Esta mezcla de orígenes revelaba la compleja estructura social y racial de la época en el Virreinato de la Nueva Granada, donde los mestizos ocupaban un lugar subordinado en la jerarquía social, entre los españoles y los indígenas o negros. A pesar de la aparente mezcla cultural, la posición social de los mestizos era considerada de segunda clase.

El entorno en el que creció Galán fue difícil. Su familia no tenía tierras propias y vivía en una situación económica precaria. A diferencia de otros personajes históricos que lograron destacar desde su infancia en campos como la educación o las artes, Galán apenas aprendió a firmar y no recibió una formación académica formal. De hecho, las fuentes históricas no proporcionan muchos detalles sobre su niñez y juventud, pero se sabe que gran parte de su vida estuvo marcada por el trabajo como jornalero. Esta condición de pobreza y falta de acceso a la propiedad fue una constante en la vida de Galán.

Formación y primeras vivencias: de jornalero a soldado

La vida de Galán estuvo marcada por las dificultades propias de su clase social. No sólo se enfrentó a las limitaciones económicas, sino que también estuvo marcado por la discriminación racial y social que, en su época, afectaba a los mestizos. Aunque no se conocen muchas anécdotas de su juventud, su vida temprana estuvo destinada a la lucha por sobrevivir, con pocas oportunidades de progreso social.

A pesar de su falta de recursos, Galán experimentó una serie de circunstancias que le darían cierto contacto con el mundo militar. En algún momento de su vida, fue acusado por su esposa de haber cometido un crimen incestuoso con una de sus hijas. Esta acusación, aunque desacreditada por Galán, llevó a su condena y le obligó a servir en el ejército, como parte de las prácticas coloniales de entonces que utilizaban el servicio militar como castigo para aquellos de clases bajas. Fue destinado al Regimiento Fijo de Cartagena, una unidad militar que luchaba contra las amenazas internas y externas a la autoridad colonial. Durante este periodo, Galán comenzó a adquirir experiencia militar, lo que sería crucial cuando se uniera al levantamiento de los Comuneros.

La acusación de incesto y su vinculación al servicio militar

El episodio de la acusación de incesto es relevante no solo porque marca un momento oscuro en la vida personal de Galán, sino también porque reflejaba la rigidez de las estructuras coloniales en la vida de los sectores más empobrecidos. La acusación fue una de las pocas informaciones personales que se documentaron sobre Galán antes de su papel en la insurrección. Si bien él negó las acusaciones, confesó haber tenido «sucesiones del demonio», lo que refleja la influencia de la religión y las normas morales estrictas de la época. Sin embargo, lo que realmente interesa desde el punto de vista histórico es el impacto que tuvo este suceso en su posterior ascenso a la vida militar.

Al ser condenado a servir en el ejército, Galán fue despojado de su vida cotidiana, y esta circunstancia le permitió, de manera indirecta, adquirir las habilidades necesarias para involucrarse en movimientos de resistencia más tarde. El contacto con las autoridades y la estructura del ejército colonial le dio una perspectiva sobre la organización y la disciplina, elementos que serían esenciales para su futuro como líder de los Comuneros. Si bien su vida antes de 1781 está llena de vacíos, la experiencia en Cartagena y el servicio militar lo perfilaban como un hombre con capacidades organizativas, lo que lo hizo destacar rápidamente entre los sectores populares cuando comenzó el levantamiento de los Comuneros.

La insurrección de los Comuneros (1781)

El alzamiento de los Comuneros y la ascensión de Galán como líder

En 1781, el Virreinato de la Nueva Granada estaba inmerso en una grave crisis económica y social, marcada por la opresión fiscal de las autoridades coloniales. Las reformas implementadas por el virrey, como los elevados impuestos y el tributo indígena, causaron un descontento generalizado entre las clases más bajas, especialmente entre los mestizos, indígenas y esclavos. La situación culminó en un levantamiento popular conocido como la Insurrección de los Comuneros, un conflicto que tuvo lugar principalmente en las provincias de Santafé, Cundinamarca y el Socorro.

José Antonio Galán, con sus orígenes humildes y su conocimiento de las dificultades que enfrentaban los pueblos rurales, fue uno de los muchos campesinos que se unió a la rebelión. Aunque las circunstancias exactas de su incorporación al movimiento son inciertas, su ascenso a suboficial del ejército comunero demuestra que tenía cierto apoyo y respeto dentro de los sectores plebeyos. A lo largo de las primeras escaramuzas, Galán demostró sus aptitudes para el liderazgo y la organización, logrando una rápida ascensión a un puesto más alto: capitán volante del ejército comunero tras la victoria en la escaramuza de Puente Real, el 7 de mayo de 1781. Este ascenso no fue fortuito; Galán poseía una combinación de experiencia militar adquirida en Cartagena y un fuerte sentido de disciplina, que le permitió ganar la confianza de sus compañeros.

Su liderazgo fue clave en la expansión de la revuelta. Durante el trayecto hacia Zipaquirá, Galán asumió una postura radical al declarar a los indígenas libres de tributos y quitar las armas y el bastón de mando a los funcionarios realistas en Nemocón. Este tipo de acciones provocó tensiones dentro de la jerarquía del movimiento. A pesar de los desacuerdos con la dirección del levantamiento, la popularidad de Galán entre los campesinos y las clases oprimidas creció considerablemente, lo que lo colocó en una posición privilegiada como líder de la sublevación.

Conflictos con la dirigencia del movimiento y su participación en la lucha

A pesar de su creciente poder, Galán no estuvo exento de fricciones con la cúpula dirigente de los Comuneros. A medida que avanzaba hacia Zipaquirá y otras localidades cercanas a la capital, las diferencias de enfoque comenzaron a hacer mella en el liderazgo. Mientras que figuras como Juan Francisco Berbeo, el generalísimo de los Comuneros, trataban de moderar las demandas del movimiento y buscar una solución negociada, Galán adoptó una postura más radical, proponiendo medidas drásticas contra las autoridades coloniales y la élite criolla. Una de las decisiones más notorias fue la proclamación de la libertad de los indígenas, lo cual contradijo la postura más conciliadora de otros líderes del movimiento.

Este desacuerdo culminó cuando Galán fue arrestado en Nemocón, el 24 de mayo de 1781, tras sus acciones radicales. Sin embargo, su estatus como líder entre las tropas comuneras le permitió ser liberado rápidamente al día siguiente gracias a la presión de sus seguidores y la intervención de Berbeo, quien lo liberó para comandar una misión de gran importancia estratégica: cortar las comunicaciones entre Santafé y Facatativá, además de interceptar las armas enviadas desde Cartagena por el virrey.

Aunque las relaciones con Berbeo fueron tensas, no se puede afirmar que Galán fuera un traidor del movimiento. De hecho, su lucha no solo estuvo dirigida contra las autoridades coloniales, sino también contra la falta de acción decidida de la élite criolla que lideraba el levantamiento. En este sentido, su actitud revolucionaria lo llevó a protagonizar un enfoque mucho más radical, enfrentándose a las estructuras sociales y políticas que perpetuaban la desigualdad.

La rebelión en el río Magdalena y las tensiones interraciales

Uno de los aspectos más trascendentales del levantamiento de los Comuneros bajo el mando de Galán fue su dimensión social. No se trataba solo de un conflicto político contra las autoridades coloniales, sino también de una lucha contra la opresión económica, racial y social. Galán y los Comuneros se enfrentaron, en muchas ocasiones, a las grandes haciendas de los criollos y españoles, cuyos dueños, en su mayoría, pertenecían a la élite dominante.

En su travesía por la hoya del río Magdalena, Galán no solo combatió contra las fuerzas realistas, sino que también promovió un enfrentamiento directo contra los hacendados y las clases sociales dominantes. Uno de los momentos más simbólicos de este proceso fue cuando los comuneros, bajo su liderazgo, se unieron a los trabajadores esclavos de las haciendas y comenzaron a liberar a los esclavos negros. Galán también organizó la destrucción de los instrumentos de tortura que se utilizaban para someter a los esclavos, marcando así un paso importante hacia la abolición de la esclavitud en la región.

La dimensión racial del conflicto fue evidente en varias de las consignas de los insurgentes, que gritaron «¡Mueran los blancos!» en un grito de guerra que resuena con la rebelión contra un orden social profundamente jerárquico y basado en la «pureza de sangre». Galán, con su propia ascendencia mestiza, comprendía la lucha de los pueblos oprimidos, y su liderazgo reflejaba el deseo de erradicar las estructuras coloniales racistas que mantenían a los pueblos indígenas, negros y mestizos en condiciones de extrema sumisión.

El enfoque inter-racial y la lucha por la abolición de la esclavitud en el contexto de la insurrección fueron parte de la propuesta radical de Galán, que no solo buscaba derrocar el dominio colonial español, sino también cuestionar la validez del sistema social basado en la discriminación racial. Esta faceta revolucionaria de Galán anticipaba ciertas tendencias que serían más tarde adoptadas por los movimientos de independencia, aunque la memoria histórica de su lucha quedó relegada en gran parte a los sectores populares.

El líder radical y su lucha social

La proclamación del Inca como nuevo rey y su crítica al sistema colonial

En medio de la insurrección, uno de los aspectos más revolucionarios de la propuesta de Galán fue su visión política que iba más allá del simple rechazo a las autoridades coloniales. Durante su campaña en el río Magdalena y en otras zonas de la Nueva Granada, Galán comenzó a promover la idea de un cambio de régimen radical, inspirado no solo en el rechazo a la monarquía española, sino también en la propuesta de un monarca indígena.

Esta idea se materializó cuando Galán y sus seguidores comenzaron a proclamar al Inca del Perú como el nuevo rey del Nuevo Reino de Granada. Esta visión, que puede parecer un anacoluto desde una perspectiva de independencia posterior, fue un acto de resistencia simbólica contra el poder colonial. En lugar de seguir reconociendo la legitimidad de la monarquía española, los comuneros decidieron buscar un líder cuya autoridad estuviera vinculada con las raíces precoloniales del continente, un líder que representara la resistencia a la opresión colonial desde una perspectiva indígena.

Aunque esta idea no tenía una elaboración política clara, ya que era impulsada principalmente por sectores iletrados y no por pensadores ilustrados, su aparición fue significativa. Era una propuesta que desafiaba la legitimidad del sistema colonial y proponía una alternativa que, aunque radical y utópica, estaba basada en las tradiciones autóctonas del continente. Esta posición de Galán también refleja la radicalidad de su lucha, ya que desafiaba tanto el poder colonial español como la estructura social impuesta, que oprimía a los pueblos indígenas, mestizos y negros.

Desde el punto de vista de los funcionarios coloniales, la proclamación del Inca como rey no era solo una manifestación política, sino un peligroso acto subversivo que desmantelaba por completo el orden establecido. Este grito radical, que iba en contra de la monarquía europea, también representaba un acto de reivindicación histórica de los pueblos indígenas y una forma de recuperar una identidad que había sido relegada y marginada por siglos de dominación colonial.

La expansión del movimiento en Mariquita y Neiva

Después de la victoria en Puente Real y la progresiva expansión de la insurrección, Galán continuó su avance hacia el interior del país, sumando más adeptos a la causa. Su ejército, compuesto principalmente por campesinos, mestizos, indígenas y esclavos liberados, alcanzó Mariquita, una de las principales localidades del Virreinato, el 16 de junio de 1781. En ese momento, Galán contaba con un ejército de 400 hombres armados principalmente con machetes, lanzas y algunas armas de fuego, lo que subraya la naturaleza popular y desorganizada del levantamiento.

En Mariquita, Galán continuó con su programa radical. A pesar de haber recibido las capitulaciones de Zipaquirá, que proponían una solución negociada entre las autoridades coloniales y los Comuneros, Galán se mostró inflexible. En lugar de seguir las órdenes de los dirigentes más moderados, Galán se negó a devolver el dinero que había expropiado a la corona española y a los terratenientes, y utilizó esos recursos para mantener y fortalecer su ejército. Esta actitud lo separó aún más de los líderes más conciliatorios del movimiento, como Juan Francisco Berbeo, y aumentó la percepción de que Galán representaba una facción más radical del levantamiento.

Galán no solo atacó las autoridades coloniales, sino que también continuó su lucha contra los terratenientes, una clase que, en su visión, representaba la perpetuación de las desigualdades sociales y económicas del sistema colonial. En la hacienda de Malpaso, el 18 de junio, Galán emprendió un ataque y, el 6 de julio, promovió una rebelión en la hacienda de San Juan de la Vega, una finca cacaotera donde, como en otros lugares, la explotación de los esclavos negros y la servidumbre indígena eran prácticas comunes.

La lucha contra las haciendas y la esclavitud: un levantamiento social profundo

El levantamiento de los Comuneros bajo el mando de Galán no solo fue una rebelión contra el control político de los españoles, sino también una insurrección de clases sociales oprimidas contra los grandes terratenientes, sean criollos o españoles. En sus desplazamientos por el territorio, Galán favoreció abiertamente a los trabajadores oprimidos de las haciendas, especialmente a los esclavos y campesinos que sufrían las brutales condiciones de vida impuestas por los grandes propietarios.

La lucha de Galán también tomó un cariz profundamente social, ya que no solo se limitó a atacar la estructura colonial, sino que cuestionó las bases mismas del orden social, marcadas por el racismo y la jerarquización basada en la «pureza de sangre». Una de las manifestaciones más claras de este espíritu fue la destrucción de los instrumentos de tortura utilizados en las haciendas para controlar a los esclavos, una acción simbólica que representaba el rechazo al sistema esclavista. Además, la liberación de los esclavos negros fue una de las banderas más visibles del movimiento bajo el liderazgo de Galán, lo que contribuyó a darle un carácter profundamente subversivo y revolucionario.

El enfrentamiento de clases que se desarrolló en Mariquita, Neiva y otras regiones no fue solo una lucha por la libertad, sino también por la dignidad de los pueblos más oprimidos. El grito «¡Mueran los blancos!» reflejaba una conciencia de clase que iba más allá de la lucha contra la monarquía española, abriendo un frente de resistencia más amplio contra la opresión racial y social que definía el orden colonial.

Aunque este enfoque no se alinearaba necesariamente con las ideas de independencia política que se desarrollarían más tarde, en el contexto de la insurrección de los Comuneros, la lucha de Galán fue una de las primeras manifestaciones de una lucha popular que se oponía a la estructura de poder dominante, en la que la independencia política sería solo una de las consecuencias posibles de una lucha mucho más profunda.

La captura, juicio y legado de Galán

La captura y el juicio en Santafé

El movimiento de los Comuneros comenzó a perder impulso a medida que las fuerzas realistas se reorganizaban y las diferencias internas entre los líderes del levantamiento se hacían más evidentes. La falta de una dirección clara y las tensiones entre los moderados y los radicales, como Galán, contribuyeron a la caída de la revuelta. En este contexto, Galán decidió continuar su lucha, organizando nuevas movilizaciones para retomar la iniciativa contra las autoridades coloniales.

El 13 de octubre de 1781, cuando se dirigía hacia Soatá con la intención de reclutar más fuerzas para la causa, Galán fue capturado en el sitio de Chaguanete, cerca de Onzaga. A pesar de la discreción que intentó mantener en su huida, su captura fue inevitable debido a la creciente persecución por parte de las autoridades coloniales. Tras su apresamiento, Galán fue trasladado a la Villa del Socorro y, posteriormente, a Santafé, donde comenzó su juicio. El proceso judicial fue sumario y su destino ya estaba sellado antes de que llegara a la capital. Las autoridades coloniales habían emitido órdenes claras de que debía ser ejecutado de forma ejemplar, y su captura solo consolidó esa decisión.

El juicio de Galán comenzó a principios de noviembre de 1781 y se extendió hasta finales de enero de 1782. A pesar de la gravedad de los cargos en su contra, que incluían insurrección, sublevación y desobediencia, las fuentes históricas no nos ofrecen detalles claros sobre los argumentos presentados por su defensa. Sin embargo, el contexto político y social ya condenaba a Galán de antemano, y no existía un margen real para evitar su ejecución. El 30 de enero de 1782, mientras se encontraba bajo custodia, Galán escribió su testamento, dejando todo lo que poseía a su esposa y a sus hijos. En su testamento, Galán nombró a un esclavo negro de Charalá como primer acreedor, reflejando su posición de hombre profundamente vinculado a las luchas de los pueblos más humildes.

La ejecución de Galán y la reacción popular

La ejecución de José Antonio Galán se llevó a cabo el 1 de febrero de 1782. Aunque la sentencia había dispuesto su ahorcamiento, el verdugo, un esclavo negro que no tenía experiencia en el oficio, cometió un error y, en lugar de ahorcarlo, Galán fue ejecutado por arcabuceo. Posteriormente, su cuerpo fue colgado en la horca, y sus compañeros de lucha fueron obligados a pasar por debajo de ella, como una forma de escarmiento público. Este acto brutal de ejecución fue un intento de las autoridades coloniales de enviar un mensaje claro: cualquier intento de insurrección sería castigado severamente.

La muerte de Galán no pasó desapercibida entre los sectores populares, especialmente entre los campesinos y las comunidades más oprimidas del Socorro, donde su figura se convirtió en un símbolo de resistencia. Aunque los próceres de la independencia no lo reconocieron en su momento, y su nombre fue relegado por las élites republicanas, el pueblo lo recordaba como un mártir de la lucha popular. Para muchos, Galán era un líder que había luchado por la dignidad de las clases más desfavorecidas, un precursor de la resistencia contra el orden colonial.

El legado de Galán: héroe para los campesinos y olvidado por los próceres

El legado de José Antonio Galán no fue reconocido en su tiempo por los líderes de la independencia, quienes, en su mayoría, representaban a los sectores criollos que no compartían la visión radical de Galán. Su lucha, centrada en las reivindicaciones sociales, raciales y de clase, no se alineaba con los ideales políticos de la independencia, que se centraban más en la liberación del dominio colonial y en la creación de una nueva estructura política basada en los intereses de la élite criolla.

Sin embargo, la memoria de Galán y de los Comuneros perduró en las zonas rurales del Socorro y otras regiones empobrecidas, donde su figura se asoció con la lucha por la justicia social y la igualdad. En estos sectores, Galán fue visto no solo como un líder de la revuelta comunera, sino también como un símbolo de la resistencia a las estructuras de poder opresivas, tanto coloniales como postcoloniales.

En las décadas siguientes, la figura de Galán fue retomada por movimientos sociales y políticos que buscaban reivindicar su lucha por los derechos de los pueblos más humildes. Aunque fue olvidado por los héroes nacionales de la independencia, su historia ha sido revalorizada en tiempos recientes como un antecedente fundamental en la construcción de una identidad nacional que no solo incluye la lucha por la independencia política, sino también por la justicia social, racial y económica.

El sacrificio de Galán y la insurrección de los Comuneros han sido objeto de estudios históricos y análisis sociales, que han permitido reconfigurar su lugar en la historia de Colombia. En ese contexto, su figura no solo representa una rebelión contra las injusticias del sistema colonial, sino también una lucha por una sociedad más equitativa, en la que la dignidad de los pueblos oprimidos fuera finalmente reconocida.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "José Antonio Galán (1749–1782): Líder del Levantamiento de los Comuneros y Símbolo de la Lucha Popular en Colombia". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/galan-jose-antonio [consulta: 18 de octubre de 2025].