Joaquín Capelo (1852–1925): Ingeniero Visionario y Ensayista Pro-Indígena del Perú Moderno
Formación y primeros años en Lima
Infancia y entorno familiar
Joaquín Capelo, nacido en Lima el 17 de julio de 1852, se formó en el contexto de una sociedad peruana en pleno proceso de consolidación republicana. Aunque los detalles sobre su entorno familiar son escasos, se puede deducir que nació en un hogar que valoraba la educación, dado su temprano acceso a instituciones de alto nivel académico. Desde joven, Capelo manifestó una inclinación marcada por las ciencias exactas y las humanidades, una combinación poco común que definiría su trayectoria futura como ingeniero y pensador social.
Estudios en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe
Entre 1863 y 1867, Capelo cursó sus estudios secundarios en el prestigioso Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, centro educativo reconocido por su formación rigurosa y orientación liberal. Fue allí donde cimentó su base en matemáticas, lógica y literatura, disciplinas que más tarde integrarían su pensamiento crítico y técnico. Este colegio no solo preparaba a sus alumnos para estudios superiores, sino que también les inculcaba una temprana conciencia cívica, lo que puede explicar el activismo político que Capelo desarrollaría más adelante.
Universidad de San Marcos y primeros grados científicos
Posteriormente, ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua de América, donde obtuvo con rapidez una destacada trayectoria académica. Entre 1870 y 1872, alcanzó sucesivamente los grados de bachiller, licenciado y doctor en Ciencias, demostrando una capacidad excepcional para el estudio riguroso. Su tesis doctoral, aunque hoy no conservada en forma íntegra, fue elogiada por su enfoque sistemático y su dominio de las corrientes científicas de la época, especialmente el positivismo.
Inicios en la docencia y carrera en ingeniería
Profesor universitario de Álgebra Superior
En junio de 1871, Capelo inició su carrera docente como catedrático adjunto de Álgebra Superior en su alma mater. Apenas dos años después, en octubre de 1873, fue promovido a catedrático titular, un reconocimiento excepcionalmente temprano que revelaba su profundo dominio matemático. Sus clases eran reconocidas por su claridad expositiva y su empeño en vincular las matemáticas con los problemas técnicos del país. Esta etapa marcó el inicio de una vida en la que ciencia, técnica y pensamiento social se entrelazarían de forma constante.
Obtención del título de Ingeniero Civil
El perfil de Capelo como intelectual técnico se consolidó en 1876, cuando obtuvo el título de Ingeniero Civil, una profesión entonces en expansión en el Perú. Su formación se complementaba con un enfoque humanista que lo distinguía entre sus colegas. No era simplemente un técnico de obras, sino un pensador preocupado por el impacto social del desarrollo. Este rasgo se volvería especialmente visible durante las obras de infraestructura que encabezaría años después, particularmente en regiones marginadas como la selva.
Participación en la Guerra del Pacífico y reconstrucción nacional
Defensa de Lima y labor como inspector en el Callao
La Guerra del Pacífico (1879–1883) transformó la vida de muchos peruanos, y Capelo no fue la excepción. En 1880, participó activamente en los trabajos de fortificación de Lima frente al avance chileno. Su rol como ingeniero lo llevó a ser nombrado inspector del fuerte de la Regla en el Callao, donde coordinó labores técnicas para reforzar las defensas. Aunque sus tareas fueron esencialmente logísticas, su contribución fue clave en un contexto en el que el país necesitaba con urgencia capacidad técnica para sostener su soberanía.
Encargo en Obras Públicas y participación en la Asamblea Constituyente
Tras la guerra, en 1883, Capelo fue nombrado Jefe de la Sección de Obras Públicas del Ministerio de Gobierno, con la misión de liderar la reconstrucción nacional. En un Perú devastado, su trabajo implicaba no solo restaurar infraestructuras destruidas, sino también imaginar un modelo de país interconectado. En 1884–1885, participó como diputado suplente por Parinacochas en la Asamblea Constituyente que aprobó el tratado de paz con Chile, mostrando que su vocación no se limitaba a lo técnico, sino que abarcaba también el compromiso político por el futuro del país.
La ambiciosa Vía Central del Perú
Diseño y ejecución del camino de Tarma a Chanchamayo
Durante los años siguientes, Capelo se volcó por completo a un proyecto que marcaría su vida: la Vía Central del Perú, cuyo objetivo era integrar la selva peruana al resto del país mediante un sistema de caminos y vías fluviales. En noviembre de 1888, se le encargó la inspección superior de la construcción del camino de Tarma a Chanchamayo, tramo inicial del ambicioso plan. Su enfoque era detallista y estructurado, y se propuso aprovechar los recursos geográficos de la región sin alterar su equilibrio natural, adelantándose a preocupaciones ecológicas que sólo serían comunes décadas más tarde.
El tramo del Pichis y sus controversias técnicas y políticas
En 1891, la ruta fue extendida hasta un punto navegable del río Pichis, y Capelo fue nombrado director técnico y administrativo del proyecto. Los trabajos concluyeron provisionalmente en mayo de 1893, aunque luego fueron suspendidos y retomados brevemente en 1896. Capelo, nombrado director del Ministerio de Fomento, se convirtió en el principal defensor de la obra. Sin embargo, enfrentó fuerte oposición política y técnica. Sus detractores no cuestionaban su formación, pero sí sus habilidades prácticas. La obra fue tachada por algunos como un «fracaso técnico», a pesar del carácter visionario del proyecto y de la dificultad geográfica de la zona. Este episodio marcó un punto de inflexión en su carrera: mientras que algunos lo veían como un visionario incomprendido, otros lo juzgaban con severidad por sus supuestos errores de ejecución.
Capelo en la Amazonía: Loreto y la acción estatal
Comisionado y prefecto: represión y reformas en Moyobamba e Iquitos
En octubre de 1899, Joaquín Capelo fue designado Comisionado Especial del Supremo Gobierno y prefecto del departamento de Loreto, una región vasta y estratégica del oriente peruano. Su misión no era menor: responder a las necesidades de un territorio postergado por la administración central y pacificar un contexto político convulso. Su primera acción fue contundente: dirigió una campaña militar contra un alzamiento independentista en la provincia de Moyobamba, mostrando que su liderazgo no se limitaba a los escritorios, sino que también se desplegaba en el terreno, incluso con métodos coercitivos.
Obras públicas y fundación de instituciones en la selva
Capelo entendía que la integración de Loreto pasaba por institucionalizar la presencia del Estado. Durante su gestión, impulsó diversas obras públicas en Iquitos, entre ellas la fundación de un colegio de instrucción media, la creación de la Sección de Estadística en la aduana y la inauguración del muelle en el puerto de la ciudad, una infraestructura vital para el comercio fluvial. Además, intervino en la regulación de la adquisición de tierras, lo que apuntaba a frenar los abusos de empresas foráneas en la región amazónica. Su paso por Loreto culminó en mayo de 1900, cuando renunció por razones de salud, dejando una impronta institucional difícil de igualar en tan corto tiempo.
Trayectoria parlamentaria y defensa de los trabajadores
Labor legislativa en el Senado y propuestas sobre el trabajo indígena
En 1901, Capelo fue elegido senador por el departamento de Junín, cargo que desempeñó hasta 1912. A lo largo de estos once años, se convirtió en una de las figuras más activas del partido demócrata, desde una posición minoritaria pero influyente. Su principal obsesión legislativa fue la defensa de la región amazónica y de sus habitantes. Impulsó la creación del departamento de San Martín y de la Corte Superior de Loreto, y promovió el ferrocarril hacia la selva, herramientas clave para la integración territorial.
Propuso también un proyecto de reglamentación de oficios, industrias y profesiones que buscaba organizar a los trabajadores manuales en gremios, dándoles representación oficial mediante personeros. Esta propuesta, avanzada para su época, reflejaba su sensibilidad social y su lectura crítica del liberalismo económico dominante. Capelo sostenía que el desarrollo del país debía incluir derechos laborales reales y proteger a las clases trabajadoras de la explotación.
Entre las leyes en las que dejó su huella destacan la ley de accidentes de trabajo de 1910, una de las primeras en América Latina, y su apoyo al establecimiento del servicio militar obligatorio, con la idea de modernizar la defensa nacional y evitar el reclutamiento desigual. Asimismo, intervino activamente contra el «enganche», práctica habitual en la contratación de indígenas, que derivaba en formas encubiertas de servidumbre.
Capelo también presentó un proyecto de adjudicación de tierras a indígenas y la creación de un banco especial para facilitar estos procesos. Esta propuesta, innovadora y ambiciosa, no prosperó en su momento, pero anticipó políticas agrarias que recién tomarían forma décadas más tarde. En el Congreso, su voz fue constante en la defensa de los derechos indígenas, de los trabajadores agrarios y de la justicia social, aun cuando sus propuestas fueran sistemáticamente rechazadas por las mayorías parlamentarias.
Uno de sus últimos actos en el Senado fue su enérgica protesta por la clausura de la Junta Electoral Nacional en mayo de 1911 y por la intervención del Congreso por fuerzas del orden en julio del mismo año, evidenciando su compromiso con la legalidad democrática y la independencia del poder legislativo.
Asociación Pro-Indígena y colaboración con Zulen y Mayer
En una fase ya madura de su vida, Capelo se involucró en un activismo social sin precedentes en el Perú republicano. En 1909, participó en la fundación de la Asociación Pro-Indígena, junto con intelectuales como Pedro S. Zulen y Dora Mayer. Esta organización privada, pionera en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, estableció delegaciones en todo el país y se convirtió en una voz moral frente a los abusos del Estado y las empresas en la Amazonía.
Capelo fue presidente de la Asociación durante toda su existencia, hasta 1916, y trabajó incansablemente para documentar violaciones de derechos, proponer reformas y generar conciencia nacional. En este ámbito, mostró una sensibilidad humana y una visión de justicia que complementaban su formación técnica y científica.
“El Deber Pro-Indígena” y liderazgo en derechos nativos
Capelo colaboró también en el boletín “El Deber Pro-Indígena” (1912–1916), órgano de expresión de la Asociación, donde publicó ensayos, denuncias y análisis sociológicos. Sus escritos, aunque menos conocidos que sus tratados técnicos, reflejan una visión integradora y progresista, en la que el Perú debía fundar su identidad sobre el respeto a sus pueblos originarios. Para Capelo, el progreso no era válido si no incluía a todos los peruanos, especialmente a los más marginados.
Últimos años: exilio, ensayos y legado intelectual
Obras clave: “Sociología de Lima” y “Materia y espíritu”
En paralelo a su vida pública, Joaquín Capelo fue un ensayista prolífico. Su libro “Materia y espíritu” (1894) discutía las doctrinas materialistas y espiritualistas desde una perspectiva positivista, situándolo como figura clave en el pensamiento científico y filosófico peruano de fines del siglo XIX. Sin embargo, su obra más influyente fue “Sociología de Lima” (1895–1902), una investigación monumental en cuatro tomos sobre la capital peruana desde sus aspectos físicos, económicos, institucionales y morales. En ella aplicó una mirada orgánica a la ciudad, tratándola como un ser vivo en constante evolución.
Producción pedagógica y memorias técnicas
Capelo también dejó un legado considerable en la educación matemática, con manuales como “Curso de álgebra superior” (1875) y “Tratado de álgebra elemental” (1878), textos que formaron generaciones de estudiantes. Su faceta de ingeniero está representada en sus memorias técnicas sobre la Vía Central y los informes de gestión en Loreto, como la “Memoria del Comisionado Especial” (1900) y la “Razón general de precios y datos comerciales de Iquitos” (1900), documentos fundamentales para comprender la economía de la selva en ese período.
También incursionó en la narrativa, publicando con el seudónimo Ma.Th.Ph. la novela “Los menguados” (1912), de orientación moralista y más valorada por su contenido sociológico que literario.
Retiro en Europa y fallecimiento
En 1914, Capelo fue Ministro de Fomento y luego, entre 1916 y 1919, dirigió el Cuerpo de Ingenieros de Caminos. Sin embargo, el golpe de Estado de Augusto B. Leguía en julio de 1919 provocó su alejamiento definitivo de la vida política. Optó por viajar a Europa, donde fijó residencia hasta su muerte en París, el 16 de noviembre de 1925.
Su figura representa un cruce único entre ingeniería, pensamiento político, pedagogía y activismo social, en una época en que el Perú buscaba redefinir su identidad. Joaquín Capelo no solo diseñó caminos y escribió tratados; también propuso un modelo de país donde el conocimiento, la justicia y la integración territorial fueran motores del verdadero progreso.
MCN Biografías, 2025. "Joaquín Capelo (1852–1925): Ingeniero Visionario y Ensayista Pro-Indígena del Perú Moderno". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/capelo-joaquin [consulta: 29 de septiembre de 2025].