Bruce Beresford (1940– ): El director australiano que conquistó Hollywood con historias humanas y conmovedoras
Primeros años y formación académica
Nacimiento y entorno familiar en Sídney
Bruce Beresford nació el 16 de agosto de 1940 en Sídney, Nueva Gales del Sur, Australia. Creció en un ambiente culturalmente rico que fomentó desde temprana edad su inclinación hacia las artes. Aunque el entorno australiano de mediados del siglo XX no ofrecía una industria cinematográfica sólida, Beresford mostró desde joven un fuerte interés por el cine como medio de expresión. Su curiosidad por las historias humanas, la psicología de los personajes y la estructura narrativa marcaría su carrera futura.
Influencias tempranas y paso por la Universidad de Sídney
Durante sus años universitarios en la Universidad de Sídney, donde estudió Filosofía, Beresford comenzó a desarrollar una visión crítica del mundo, influenciada por los pensadores clásicos y contemporáneos. Sin embargo, mientras sus compañeros debatían sobre teorías filosóficas, él ya estaba enfocado en convertir su pasión por el cine en una carrera profesional. Produjo una película amateur durante esta etapa, una experiencia que le proporcionó el impulso necesario para explorar profesionalmente el medio audiovisual.
Primeras experiencias profesionales
Inicios en el cine amateur y la televisión local
Una vez graduado, Beresford comenzó trabajando en publicidad y televisión local en Australia. Esta etapa temprana le permitió familiarizarse con los mecanismos de producción, la dirección de equipos técnicos y el lenguaje visual. Aunque se trataba de proyectos modestos, le sirvieron como base para perfeccionar su narrativa visual.
La etapa londinense y su trabajo en Nigeria
Impulsado por su deseo de ampliar horizontes, Beresford se trasladó a Londres, donde inicialmente aceptó trabajos variados ajenos al cine. Su persistencia por ingresar en el sector audiovisual lo llevó a aceptar una oportunidad en Nigeria como montador. Este episodio africano fue crucial para su formación, pues le permitió trabajar en condiciones desafiantes y experimentar otras formas de narración visual fuera del contexto anglosajón.
British Film Institute: del secretariado a la producción
Al regresar a Londres, finalmente encontró una oportunidad en el British Film Institute (BFI), donde fue contratado como secretario en el departamento de producción. Su talento no pasó desapercibido y pronto ascendió a jefe de producción. Durante su permanencia en el BFI, participó en la realización de cien documentales y tres largometrajes. Esta experiencia consolidó su comprensión del lenguaje cinematográfico, especialmente en el género documental, lo que influiría más adelante en su estilo sobrio y realista.
Regreso a Australia y debut como director
Éxito popular con la saga de Barry McKenzie
En 1971, motivado por una nueva política del gobierno australiano que incentivaba la producción nacional, Beresford regresó a su país. Su debut como director llegó al año siguiente con The Adventures of Barry McKenzie (1972), una comedia basada en una tira cómica. A pesar de las críticas negativas, la película fue un éxito de taquilla, lo que lo llevó a realizar una secuela, Barry McKenzie Holds His Own (1974). Ambas cintas eran sátiras burdas, pero mostraban ya la capacidad de Beresford para conectar con el público a través del humor.
A medida que evolucionaba, Beresford dejó atrás el humor superficial y se adentró en un cine más complejo. Don’s Party (1976) representó un giro hacia una comedia con fuerte crítica social. Ambientada durante una noche electoral australiana, la película exploraba con agudo humor negro temas como el sexo, la política y la desilusión personal. Aunque fue ignorada en Estados Unidos, se consolidó como una obra clave en la renovación del cine australiano.
Posteriormente, Puberty Blues (1981) ofreció una mirada más íntima y naturalista sobre la adolescencia femenina. Adaptada de una novela escrita por dos jóvenes australianas, esta cinta reflejaba con sensibilidad las inquietudes de las adolescentes en un entorno machista y superficial. Ambas películas demuestran la transición de Beresford hacia un cine más introspectivo, donde la crítica social se entrelaza con el retrato humano.
Reconocimiento internacional con «Breaker» Morant
El reconocimiento internacional no tardaría en llegar. En 1980, Beresford dirigió «Breaker» Morant, una película histórica basada en hechos reales durante la Guerra de los Bóeres. El filme narra el juicio militar de tres oficiales australianos acusados de ejecutar prisioneros enemigos bajo órdenes superiores. Con una narrativa sobria y un agudo sentido de la injusticia, la película captó la atención internacional.
«Breaker» Morant fue nominada al Oscar al mejor guion adaptado, obtuvo el Globo de Oro y ganó el Premio al mejor actor secundario en el Festival de Cannes para Jack Thompson. Este film consolidó la reputación de Beresford como un director capaz de abordar temas complejos y universales, manteniendo una narración envolvente y eficaz.
El salto a Hollywood
El impacto de “Gracias y favores” y el Oscar de Robert Duvall
En 1983, aprovechando el prestigio internacional ganado con Breaker Morant, Bruce Beresford se trasladó a los Estados Unidos. Su primer proyecto en Hollywood fue Gracias y favores (Tender Mercies), una historia íntima sobre un cantante de country venido a menos, marcado por el alcoholismo y la pérdida del contacto con su hijo. La película, de tono pausado y contenido emocional profundo, fue aclamada por la crítica y marcó su consolidación en la industria cinematográfica estadounidense.
El filme ganó el Oscar al Mejor Guion Original y supuso la primera estatuilla para el actor Robert Duvall, cuya interpretación de Mac Sledge fue considerada una de las mejores de su carrera. La cinta también recibió nominaciones al Mejor Director, Fotografía y Canción Original, reconociendo así la sensibilidad y precisión de Beresford como narrador.
En 1985, Beresford se atrevió con una epopeya bíblica: Rey David, protagonizada por Richard Gere. A diferencia de las tradicionales superproducciones religiosas, esta versión apostaba por una representación más realista y humana del personaje bíblico. Sin embargo, no logró resonar con el público ni con la crítica, lo que reflejó la dificultad de adaptar historias religiosas desde una óptica contemporánea.
Ese mismo año, dirigió The Fringe Dwellers, basada en la novela de Nene Gare, que ofrecía una mirada tierna y crítica sobre las relaciones entre aborígenes australianos y la sociedad blanca. Rodada con cierto espíritu de regreso a sus raíces, la película combinaba humor, denuncia social y emoción, y aunque no fue un gran éxito comercial, sigue siendo valorada por su intento honesto de visibilizar una realidad poco representada en el cine.
Versatilidad temática y éxito con el público
Tríada femenina y elogios críticos en “Crímenes del corazón”
En 1986, Beresford dirigió Crímenes del corazón (Crimes of the Heart), adaptación de la obra teatral homónima de Beth Henley. La película se centraba en tres hermanas sureñas, interpretadas por Diane Keaton, Jessica Lange y Sissy Spacek, cuyas vidas se ven sacudidas por tragedias familiares y dilemas personales. Beresford logró equilibrar las intensas actuaciones y dar espacio a cada una de las protagonistas, revelando su talento para dirigir elenco coral femenino.
El filme fue nominado a múltiples Oscars, incluyendo Mejor Guion, Mejor Actriz para Spacek y Mejor Actriz Secundaria para Tess Harper. La comparación con Hannah y sus hermanas de Woody Allen fue inevitable, pero la obra de Beresford se destacó por su tono más emocional y melancólico.
“Paseando a Miss Daisy”: obra maestra y triunfo en los Oscar
1989 marcó el punto más alto de la carrera de Bruce Beresford con la dirección de Paseando a Miss Daisy (Driving Miss Daisy). La historia de la relación entre una anciana judía sureña, Jessica Tandy, y su chófer afroamericano, Morgan Freeman, a lo largo de 25 años, conmovió a audiencias de todo el mundo. La película, basada en la obra de Alfred Uhry, es una profunda reflexión sobre la amistad, el racismo y el paso del tiempo, contada con delicadeza y sin caer en sentimentalismos vacíos.
El filme ganó cuatro Premios Oscar, incluyendo Mejor Actriz para Tandy, Mejor Guion Adaptado, Mejor Maquillaje y Mejor Película, aunque Beresford no fue nominado como director, una omisión que fue criticada ampliamente. La cinta se convirtió en un clásico contemporáneo, y sigue siendo una referencia obligada dentro del cine de relaciones humanas.
Altibajos en Hollywood: Coartada y películas menos logradas
Ese mismo año, Beresford dirigió Coartada (Her Alibi), una comedia de intriga protagonizada por Tom Selleck y Paulina Porizkova, que no logró convencer ni al público ni a la crítica. A pesar de su estilo ligero, la falta de química entre los protagonistas y un guion débil empañaron su recepción. Fue un claro contraste con el éxito de Paseando a Miss Daisy, y una señal de que Beresford no siempre acertaba con el tono o los proyectos.
Perspectiva internacional y retorno a temas históricos
Black Robe y Mister Johnson: mirada colonial y espiritual
En 1991, Bruce Beresford regresó a las temáticas históricas con Black Robe, adaptación de una novela de Brian Moore sobre un sacerdote jesuita en el siglo XVII que recorre las tierras de Quebec en busca de una misión. La película fue elogiada por su rigor histórico, su retrato matizado de los encuentros entre europeos e indígenas y su evocación visual. Fue reconocida con múltiples premios Genie, destacando en diseño de producción, dirección y actuación secundaria.
Un año antes, Beresford ya había abordado las relaciones coloniales en Mister Johnson (1990), basada en la novela de Joyce Cary, ambientada en la Nigeria colonial británica. La cinta, rodada con autenticidad, mostraba las contradicciones del imperialismo desde la perspectiva de un personaje mestizo atrapado entre dos mundos.
África desde otro prisma en “Un buen hombre en África”
En 1993, Beresford volvió al continente africano con Un buen hombre en África, adaptación de la novela de William Boyd. La película satirizaba la diplomacia occidental en África, mostrando tanto la hipocresía de los colonos como la corrupción local. A pesar de su enfoque provocador y su notable reparto, la cinta no tuvo gran impacto comercial ni crítico, aunque permanece como ejemplo del riesgo temático del director.
Dramas judiciales y thrillers psicológicos: Un testigo silencioso y Condenada
Beresford exploró el thriller psicológico en Un testigo silencioso (1994), centrado en un niño autista que presencia un asesinato. Con un guion tenso y personajes bien definidos, la cinta destacó por su tratamiento sensible de una condición compleja, sin caer en el sensacionalismo.
Al año siguiente dirigió Condenada (Last Dance, 1996), con Sharon Stone en un papel dramático como mujer en el corredor de la muerte. La intención de Beresford era desmarcar a Stone de sus papeles glamorosos, ofreciéndole un personaje complejo y trágico. Sin embargo, el estreno coincidió con el éxito de Pena de muerte de Tim Robbins, lo que restó visibilidad y repercusión a la película.
Últimos proyectos y legado artístico
Camino al paraíso y el drama coral femenino
En 1997, Beresford dirigió Camino al paraíso (Paradise Road), basada en los testimonios de mujeres internadas en un campo japonés durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de contar con un reparto estelar y un tema poderoso, la cinta fue criticada por suavizar los conflictos y optar por una representación algo edulcorada del sufrimiento. No obstante, refleja el continuo interés del director por historias humanas de resistencia y solidaridad.
Estilo, sello personal y contribuciones al cine internacional
El cine de Bruce Beresford se caracteriza por una narrativa clásica, centrada en los personajes, y una capacidad excepcional para manejar el drama humano sin excesos. Su obra transita entre lo histórico, lo íntimo y lo social, siempre con una mirada humanista. Aunque no siempre obtuvo el reconocimiento de la crítica, Beresford ha demostrado una versatilidad poco común, dirigiendo desde epopeyas bíblicas hasta comedias satíricas, pasando por potentes dramas psicológicos.
Influencia duradera y reconocimiento crítico
A lo largo de su carrera, Beresford ha trabajado con actores de gran renombre y ha sabido plasmar conflictos complejos con sensibilidad y equilibrio. Su legado no solo se mide en premios o éxito de taquilla, sino en su capacidad para emocionar y hacer reflexionar al espectador. En un mundo cinematográfico a menudo dominado por efectos y fórmulas repetitivas, Bruce Beresford destaca como un narrador sobrio, elegante y profundamente humano. Su filmografía constituye un valioso puente entre el cine australiano emergente de los años setenta y el panorama internacional contemporáneo.
MCN Biografías, 2025. "Bruce Beresford (1940– ): El director australiano que conquistó Hollywood con historias humanas y conmovedoras". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/beresford-bruce [consulta: 28 de septiembre de 2025].