Maurice Béjart (1927–2007): El Genio Creativo que Revolucionó el Ballet Contemporáneo

Maurice Béjart (1927–2007): El Genio Creativo que Revolucionó el Ballet Contemporáneo

Orígenes y Formación Artística

Un Inicio en el Mundo de la Danza

Maurice Béjart nació el 1 de enero de 1927 en Marsella, Francia, bajo el nombre completo de Maurice Jean de Berger. Era hijo del filósofo Gaston Berger, quien ejerció una profunda influencia intelectual en su vida. Su atracción por las artes comenzó en su niñez, y aunque en sus primeros años fue más conocido por su fascinación por la filosofía, pronto se volcó hacia la danza y las artes escénicas, dejando una huella indeleble en la historia del ballet contemporáneo.

Béjart fue un joven excepcionalmente dotado, que desde temprano mostró interés por el movimiento y la expresión corporal. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, quienes comenzaban su formación a una edad temprana, Béjart no tuvo un inicio tradicional como bailarín. Comenzó sus estudios de danza en Marsella, pero fue en París donde su formación adquirió mayor rigor y diversidad. Allí estudió con maestros destacados como Madame Rousanne y Léo Staats, figuras clave en su desarrollo técnico y artístico.

Formación en París y Londres

A medida que Béjart avanzaba en su carrera, su sed de conocimiento lo llevó a Londres, donde profundizó sus estudios en la Royal Ballet School y fue guiado por grandes maestros como Lubov Egorova y Nora Kiss. Estos encuentros enriquecieron su estilo y visión del ballet, dándole la flexibilidad para adaptarse a los cambios y tendencias que ya comenzaban a gestarse en el mundo de la danza. A lo largo de su formación, se mostró profundamente interesado en experimentar con diferentes géneros musicales y formas artísticas, lo cual sería un sello distintivo de su futuro trabajo coreográfico.

Primeras Experiencias Profesionales en el Ballet

Béjart comenzó a hacer sus primeras incursiones en el mundo profesional de la danza en 1945, con una breve estancia en el Teatro Municipal de Vichy. Fue aquí donde su talento emergió con fuerza, lo que le permitió, en 1947, unirse a los prestigiosos Ballets de París de Roland Petit. Con esta compañía, Béjart pudo debutar en importantes escenarios internacionales y fue parte de la creación de la obra Adame Miroir (1948), de Janine Charrat, una pieza que marcó el comienzo de su carrera como intérprete y creador. Durante esta etapa, Béjart también colaboró en diversas producciones de ballet y fue testigo de la transformación de la danza en la posguerra, influenciado por la nueva ola de coreógrafos y la evolución de las técnicas del ballet clásico.

El Comienzo de una Carrera Coreográfica

De los Ballets de París al Ballet-Théâtre de París

El paso de Béjart por los Ballets de París no fue sino una etapa de aprendizaje que precedería a un cambio significativo en su carrera. En 1949, dejó la compañía de Roland Petit para unirse al International Ballet de Mona Inglesby, una experiencia que duraría hasta 1950. Este período, aunque breve, fue crucial para su consolidación como coreógrafo. Sin embargo, fue al unirse al Real Ballet Sueco entre 1950 y 1952 cuando Béjart empezó a desarrollar su estilo único y a crear obras que se alejaban de las convenciones del ballet clásico.

En 1953, junto con el coreógrafo Jean Laurent, Béjart cofundó Les Ballets de l’Étoile, una compañía que sería la base de sus primeras grandes creaciones. Durante este período, creó algunas de sus obras más influyentes, como La Mégère Apprivoisée (1954) y Symphonie pour un Homme Seul (1955), su primer ballet con música concreta. La creación de estos trabajos marcó el inicio de una era de exploración y experimentación dentro de la danza, en la que Béjart combinaría elementos de música, teatro y danza contemporánea para crear una nueva estética coreográfica.

La Transformación de Les Ballets de l’Étoile

En 1957, la compañía de Béjart se transformó en el Ballet-Théâtre de París de Maurice Béjart, lo que marcó un hito en la historia de la danza moderna. Durante esta etapa, Béjart profundizó en la creación de obras de gran complejidad técnica y expresiva, como Sonate à Trois (1957) y Orphée (1958), que mostraban su capacidad para integrar elementos de la música clásica y contemporánea en sus coreografías. Además, su obra Arcane (1955) fue una de las primeras en explorar las posibilidades de la música electrónica dentro del mundo del ballet.

La constante evolución de Béjart, su enfoque experimental y su interés por explorar temas filosóficos y existenciales a través del cuerpo humano, lo llevaron a convertirse en una de las figuras más innovadoras del ballet del siglo XX.

La Creación de su Propio Ballet

En 1959, Béjart presentó una de sus obras más emblemáticas, Le Sacre du Printemps, con la música de Igor Stravinsky, en el Théâtre Royal de la Monnaie de Bruselas. Este espectáculo, que contó con las actuaciones de Tania Bari y Germinal Casado como solistas, fue un éxito rotundo. La coreografía y la energía de los bailarines crearon una atmósfera electrizante que dejó una profunda huella en el público y en el mundo de la danza.

El éxito de Le Sacre du Printemps llevó a la creación del Ballet du XXe Siècle en 1960, una compañía que Béjart fundó con el objetivo de desafiar las normas tradicionales del ballet y ofrecer una plataforma para la exploración artística. La compañía se convertiría en una de las más influyentes en la historia de la danza moderna y tendría un impacto duradero en la evolución del ballet contemporáneo.

Revolución Coreográfica y Éxitos Internacionales

«Le Sacre du Printemps» y la Fundación del Ballet du XXe Siècle

La creación de Le Sacre du Printemps no solo marcó un antes y un después en la carrera de Béjart, sino que también fue el punto de partida para la consolidación de su propia compañía, el Ballet du XXe Siècle. Este ballet, que abordaba temas de sacrificio y renovación, fue un reflejo de la visión radical y moderna de Béjart sobre la danza. La obra estaba profundamente influenciada por la música de Stravinsky, pero su enfoque coreográfico innovador le otorgó una dimensión completamente nueva al clásico.

A partir de la creación de esta compañía, Béjart se dedicó a crear una serie de obras para su propio grupo de bailarines, incorporando diversos estilos musicales y colaborando con compositores contemporáneos. La música clásica y contemporánea, la danza moderna y las innovaciones en el uso del cuerpo en el escenario se convirtieron en los pilares de su estilo coreográfico.

El Impacto de sus Coreografías en la Danza Contemporánea

A lo largo de los años 60 y 70, las creaciones de Béjart se hicieron cada vez más ambiciosas, abarcando una amplia gama de temas y estilos. Obras como Bolero (1960), con la música de Maurice Ravel, y Les Sept Péchés Capitaux (1961), con música de Kurt Weill, se convirtieron en clásicos del repertorio moderno. Su enfoque vanguardista y su habilidad para fusionar la danza con otros elementos artísticos como la música, la poesía y el teatro, lo establecieron como una figura central en el mundo de la danza contemporánea.

Con cada nueva producción, Béjart continuó empujando los límites de lo que era posible dentro del ballet, creando obras que desafiaban las expectativas tanto del público como de la crítica.

Obras Icónicas: Desde «Bolero» hasta «Romeo y Julieta»

Entre las creaciones más notables de Béjart se encuentran obras como Bolero (1960), una pieza que se convirtió en sinónimo de su nombre, y Romeo y Julieta (1966), una reinterpretación moderna de la obra de Shakespeare. Estas obras no solo fueron populares en los escenarios internacionales, sino que también ayudaron a redefinir el concepto de ballet moderno, abriendo el camino para que la danza contemporánea alcanzara un público más amplio.

El Ascenso del Béjart Ballet Lausanne

El Reposicionamiento y Renacimiento de la Compañía

A finales de los años 80, el Ballet du XXe Siècle pasó por una transformación significativa. En 1987, la compañía cambió su nombre a Béjart Ballet Lausanne, con base en la ciudad suiza de Lausana, donde Béjart se asentó y consolidó su actividad creativa. A pesar de la reducción del número de bailarines, su compañía continuó siendo un referente de la danza contemporánea, manteniendo su capacidad para innovar y desafiar las convenciones del ballet clásico.

La creación de una nueva generación de bailarines en Lausana y la evolución del repertorio coreográfico marcaron la etapa final de Béjart como director artístico. Su trabajo en la ciudad suiza permitió a su compañía seguir siendo un faro de la danza, con creaciones que continuaban fusionando lo clásico con lo moderno y explorando nuevas dimensiones de la expresividad corporal.

Obras Claves del Béjart Ballet Lausanne

Durante este período en Lausana, Béjart siguió desarrollando su impresionante repertorio coreográfico. Obras como Messe Pour le Temps Present (1967) y La Noche Transfigurada (1971), así como su interpretación del Bolero (1960), continuaron siendo parte integral del repertorio de su compañía. Sin embargo, Béjart también abordó nuevas temáticas con producciones que incluían su interpretación de la Misa de Réquiem de Verdi (1989), así como Mozart-Tango (1990), que fusionaba la música clásica con los movimientos de la danza moderna.

Además, la compañía adoptó una nueva estética bajo el liderazgo de Béjart, con obras que combinaban el ballet clásico con elementos del teatro, la música experimental y la danza contemporánea. Esta sinergia entre diferentes formas artísticas fue un sello distintivo del Béjart Ballet Lausanne, estableciendo a la compañía como una de las más importantes de su época.

La Escuela Mudra y su Legado Educativo

Además de su compañía, Béjart dejó un legado duradero en la educación de bailarines. En 1970, fundó la Escuela Mudra, en Bruselas, que más tarde se convertiría en Rudra, la cual sigue siendo una de las instituciones educativas más prestigiosas para la formación de bailarines contemporáneos. La escuela fue una extensión de su visión artística, un espacio donde los bailarines podían explorar nuevas formas de expresión y técnica, siguiendo la misma filosofía creativa que Béjart aplicaba en sus propias obras.

Mudra no solo ofreció una formación técnica rigurosa, sino que también alentó a los estudiantes a desarrollar su creatividad y a desafiar los límites de la danza. Este enfoque pedagógico ha influido a generaciones de bailarines, y la escuela sigue siendo un punto de referencia para aquellos interesados en el ballet contemporáneo y la danza moderna.

Un Artista Multidisciplinario

Su Influencia Fuera del Escenario: Libros y Reconocimientos

Además de su trabajo como coreógrafo, Béjart también tuvo una faceta literaria. Escribió varios libros que reflejaban su visión artística y filosófica, entre ellos Mathilde, ou Le Temps Perdu (1962) y Maurice Béjart: Un Instant dans la Vie (1979). Estas obras ofrecen una visión más profunda de su pensamiento, mostrando cómo la danza se entrelaza con la vida misma, el tiempo y las emociones humanas. En Béjart par Béjart (1979), su autobiografía, Béjart exploró su propia carrera y los momentos clave de su vida, compartiendo las luchas y triunfos que definieron su enfoque hacia la creación artística.

Béjart también fue un hombre profundamente comprometido con la cultura, recibiendo numerosos premios a lo largo de su vida. Entre ellos se destacan el Gran Premio de Coreografía del Teatro de las Naciones (1960), el Premio Erasmus de Ballet Moderno (1974) y el Premio Kyoto de la Fundación Inamori (1999), que subrayan la importancia de su contribución a la danza mundial.

Premios y Distinciones

Los galardones que recibió Béjart no solo reflejan su destreza artística, sino también su influencia como embajador de la danza contemporánea en todo el mundo. Fue honrado con el Premio de la Fraternidad (1966) y el Gran Premio de la Sociedad de Autores de Francia (1980), que reconocen tanto su impacto en la escena internacional como su dedicación al desarrollo del ballet. Además, Béjart se convirtió en miembro de la Academia Francesa, un honor que coronó su carrera en el ámbito artístico.

Estos reconocimientos fueron un reflejo de su capacidad para trascender las fronteras del ballet clásico, fusionando en sus obras elementos de teatro, música y filosofía. Cada uno de sus logros también fue un tributo al poder universal de la danza como forma de expresión humana.

Un Artista para la Historia: Su Contribución al Ballet Contemporáneo

El legado de Béjart se extiende mucho más allá de sus obras coreográficas. Fue uno de los primeros coreógrafos en introducir un enfoque multidisciplinario dentro del ballet, y su trabajo ayudó a consolidar la danza contemporánea como una forma de arte capaz de conectar con el público más allá de los límites del escenario. A través de sus innovadoras creaciones, Béjart demostró que la danza podía ser un medio para explorar temas profundos como la existencia humana, el amor, la muerte y la lucha, sin perder su capacidad de impactar a las audiencias.

El Canto Final de Béjart

Últimos Proyectos y Celebración de su Carrera

A lo largo de los últimos años de su vida, Béjart continuó trabajando y ofreciendo nuevas producciones, siempre con el mismo espíritu inquieto y experimental que lo caracterizó durante toda su carrera. En 2004, celebró sus cincuenta años de creación con una noche excepcional en La Scala de Milán, donde se revivieron algunas de las piezas más emblemáticas de su repertorio. Este evento, titulado L’art d’être grand-père («El arte de ser abuelo»), representó un homenaje tanto a su legado artístico como a su capacidad para reinventar el ballet con cada nueva etapa de su vida.

En 2005, Béjart presentó El Canto de la Danza, un espectáculo inspirado en Zaratustra de Nietzsche, que destacó su continua fascinación por el cuerpo humano y su potencial expresivo, más allá del tiempo, las razas y las civilizaciones. La música de Richard Wagner, tan presente a lo largo de su carrera, acompañó esta obra, que se convirtió en una de sus últimas grandes producciones.

La Muerte y su Legado Perdura

Maurice Béjart falleció el 22 de noviembre de 2007 en Lausana, Suiza, dejando detrás de él un legado monumental. A lo largo de su vida, Béjart no solo transformó el mundo del ballet, sino que también inspiró a generaciones de bailarines, coreógrafos y amantes de la danza. Su influencia sigue viva a través de las obras que creó, las compañías que fundó y la manera en que redefinió el papel del cuerpo en el arte escénico.

El Béjart Ballet Lausanne, su escuela Mudra, y el vasto repertorio que legó son testamentos de una vida dedicada al arte y la creatividad. Maurice Béjart no solo revolucionó la danza, sino que también demostró que el arte del movimiento humano puede trascender todas las fronteras, ofreciendo una visión del mundo que sigue inspirando a quienes se dedican a la danza.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Maurice Béjart (1927–2007): El Genio Creativo que Revolucionó el Ballet Contemporáneo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/bejart-maurice [consulta: 18 de octubre de 2025].