Néstor Basterrechea Arzadun (1924-VVVV). El escultor y pintor vasco que dejó una huella perdurable en el arte contemporáneo

Néstor Basterrechea Arzadun, nacido en Bermeo, Vizcaya, el 6 de mayo de 1924, es uno de los artistas más destacados del País Vasco, cuya carrera abarca la escultura, la pintura y el cine. Su legado trasciende más allá de sus obras, pues también fue un referente de la vanguardia artística española. Su vida estuvo marcada por el exilio, la búsqueda constante de nuevas formas de expresión y su compromiso con la cultura vasca, lo que hizo que su arte estuviera profundamente vinculado a su identidad y contexto histórico.
Orígenes y contexto histórico
El contexto en el que Néstor Basterrechea creció fue decisivo para su formación artística. Su padre, un firme defensor de la República Española, se vio obligado a exiliarse junto a su familia a Francia en 1936 debido a la Guerra Civil Española. El viaje de huida hacia el exilio marcó su infancia y dejó una huella que, años después, se traduciría en un profundo sentido de pertenencia a su tierra y su cultura. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la familia Basterrechea emprendió un largo trayecto que la llevaría hasta Buenos Aires, donde se integró con otros refugiados españoles.
En Argentina, Néstor encontró un nuevo hogar y, con el tiempo, un entorno artístico que lo influiría decisivamente. Fue aquí donde comenzó a desarrollar su carrera como escultor y pintor, y donde entró en contacto con figuras clave de la cultura gallega, como el destacado político y artista Castelao, quien le encargó la portada del primer número de la revista Galeusca. Esta colaboración inicial marcó el inicio de una trayectoria internacional para Basterrechea, en la que no solo se dedicó al arte, sino también a la creación de una identidad artística vasca que habría de perdurar.
Logros y contribuciones
A lo largo de su carrera, Néstor Basterrechea logró numerosos hitos que lo posicionaron como un referente del arte contemporáneo. En 1952, con solo 28 años, regresó a España, donde ganó el concurso para la realización de las pinturas murales de la cripta de la basílica de Arántzazu, en Oñate, un trabajo que abarcó más de 500 metros cuadrados distribuidos en 18 murales. Este fue un momento clave en su carrera, aunque también estuvo marcado por un hecho trágico: los franciscanos de la basílica decidieron borrar su obra tras un año de trabajo, considerándola inadecuada. Este golpe fue devastador para el joven Basterrechea, pero no lo detuvo, y en 1985 pudo redecorar nuevamente los murales.
Basterrechea también fue miembro de varios de los grupos de vanguardia más importantes del arte español, como el Equipo 57 y el grupo Gaur, con figuras de renombre como Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Remigio Mendiburu, Rafael Ruiz Balerdi, Amable Arias y Sistiaga. Estos grupos se caracterizaban por su afán de explorar nuevas formas de expresión y su ruptura con los cánones establecidos, lo que les permitió posicionarse como referentes de la modernidad artística en el ámbito internacional.
A lo largo de su carrera, Basterrechea también incursionó en el campo del diseño industrial, realizando trabajos como la decoración de hoteles y el diseño de muebles. Entre 1963 y 1973, su trabajo estuvo marcado por una faceta innovadora en el diseño, lo que lo llevó a experimentar con nuevas técnicas y materiales. Durante esta época, también desarrolló una fotografía experimental que fue expuesta en Bilbao en 1969.
Momentos clave
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1952: Ganó el concurso para la realización de las pinturas murales de la cripta de la basílica de Arántzazu en Oñate, un trabajo que le permitió ingresar en los círculos artísticos más destacados de España.
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1963-1973: Años dedicados al diseño industrial, donde se destacó en la decoración de hoteles y el diseño de muebles, y también incursionó en la fotografía experimental.
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1982: Su escultura que representaba un árbol de siete ramas resultó ganadora en el concurso convocado por el Parlamento Vasco para presidir el hemiciclo.
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1987: Realizó su primera exposición individual en el Museo Español de Arte Contemporáneo en Madrid, mostrando una antología con 140 piezas entre esculturas, pinturas, dibujos y collages.
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1988: Inauguró la escultura Paloma por la Paz, que mide siete metros de alto y nueve de ancho, en el paseo de Zurriola de San Sebastián, cerca del estadio de Anoeta.
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1989: Su obra Monumento al pastor vasco fue instalada en Reno, Estados Unidos, la primera escultura sobre Euskadi en ese país.
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1993: Realizó una escultura de hormigón de 60 metros para el muro de contención de la presa de Arriarán de Beasain, en Guipúzcoa, y también cedió algunas de sus obras para recaudar fondos para la infancia en Bosnia-Herzegovina tras su visita a Yugoslavia.
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1997: Inauguración de una de sus esculturas en Buenos Aires como contribución de los vascos de Argentina a la capital.
Relevancia actual
La figura de Néstor Basterrechea sigue siendo relevante en el ámbito artístico y cultural, no solo por sus obras, sino por su capacidad para trascender los límites del arte tradicional y generar una reflexión profunda sobre la identidad vasca. Su arte continúa siendo un referente para las generaciones posteriores, especialmente dentro del movimiento de la vanguardia española, que encontró en él una voz única para expresar sus inquietudes y su lucha por la libertad y la creatividad.
Basterrechea fue un pionero en la fusión de la escultura, la pintura y el cine. A lo largo de su carrera, abordó temas como la identidad vasca, la historia de su pueblo y el paisaje, utilizando materiales tan variados como madera, piedra y hormigón. Sus esculturas siguen siendo un referente en el mundo del arte, y obras como la Paloma por la Paz o el Monumento al pastor vasco siguen siendo símbolos de su compromiso con la paz y la tradición de su tierra.
Además de sus obras escultóricas y pictóricas, su incursión en el cine también marcó una parte importante de su legado. Basterrechea consideraba el cine como una forma de mural en movimiento, lo que se refleja en sus cortometrajes Operación H (1963), Pelotari (1964), y Alquézar, retablo de pasión (1965), así como en el largometraje Ama Lur – Tierra Madre (1966), que se convirtió en una hermosa representación del paisaje y los hombres vascos.
El trabajo de Basterrechea ha sido reconocido a nivel internacional, y su legado sigue vivo en la actualidad, tanto en el País Vasco como fuera de él. Su capacidad para transformar la tradición en una forma de arte contemporáneo lo convierte en una figura esencial para entender el arte vasco del siglo XX.
Algunas de sus principales obras
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Paloma por la Paz (1988) – Escultura de siete metros de altura y nueve de ancho, instalada en San Sebastián.
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Monumento al pastor vasco (1989) – Escultura en Reno, Estados Unidos, la primera sobre Euskadi en ese país.
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Escultura de hormigón en la presa de Arriarán (1993) – Una obra monumental de 60 metros para el muro de contención de la presa en Beasain.
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Exposición individual en el Museo Español de Arte Contemporáneo (1987) – Recogió 140 piezas que abarcaban distintas épocas de su carrera.
Basterrechea también se encargó de la decoración de la vela del velero Gipuzkoa, que dio la vuelta al mundo entre 1990 y 1992, y de diversos monumentos y exposiciones que siguen destacando su figura en la historia del arte contemporáneo.
MCN Biografías, 2025. "Néstor Basterrechea Arzadun (1924-VVVV). El escultor y pintor vasco que dejó una huella perdurable en el arte contemporáneo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/basterrechea-arzadun-nestor [consulta: 28 de septiembre de 2025].