Roberto Ardigó (1828-1920). El filósofo italiano que promovió el positivismo en el siglo XIX

Roberto Ardigó (1828-1920). El filósofo italiano que promovió el positivismo en el siglo XIX

Roberto Ardigó (1828-1920) fue un filósofo italiano, destacado como el principal representante del positivismo en su país durante las últimas décadas del siglo XIX. Nacido en Casteldidone, un pequeño municipio en la provincia de Cremona, Ardigó dejó una huella profunda en la filosofía italiana y en la ciencia en general, particularmente por su interpretación del positivismo y sus contribuciones a la psicología y la sociología.

Orígenes y contexto histórico

Ardigó nació en una Italia que se encontraba en una etapa de transformaciones políticas y sociales. Durante su juventud, el país aún estaba bajo la influencia de las estructuras políticas del Antiguo Régimen, pero en el transcurso de su vida presenció el proceso de unificación italiana y la consolidación del nuevo estado italiano. A pesar de su entorno conservador y católico, Ardigó adoptó ideas que se apartaban de los dogmas tradicionales, una transición que marcaría su vida y carrera profesional.

Inició sus estudios clásicos en su ciudad natal, donde se preparó para ingresar al seminario y convertirse en sacerdote católico. Sin embargo, su orientación intelectual y su contacto con las ideas del positivismo y del naturalismo lo llevaron a tomar la decisión de abandonar la vida eclesiástica en 1871. Este giro fue decisivo para su carrera, ya que, al renunciar a los hábitos, Ardigó adoptó un enfoque más científico y secular para comprender la realidad.

Logros y contribuciones

Ardigó fue, sin lugar a dudas, una de las figuras más importantes del pensamiento positivista en Italia. Su obra principal estuvo enfocada en la construcción de una filosofía que integrara las ciencias naturales con las ciencias sociales y humanas. Esto lo llevó a proponer un sistema filosófico en el que las ciencias particulares, como la física, la biología y la sociología, fueran vistas como componentes esenciales de una ciencia filosófica general, a la que él denominó peratología. Esta concepción le permitió proponer una visión integradora del saber, desde las ciencias naturales hasta la comprensión del comportamiento humano y social.

Entre sus obras más influyentes se encuentran Psicologia come scienza positiva (1870), La formazione naturale nel fatto del sistema solare, La morale dei positivisti (1885), Sociologia (1886), y una serie de trabajos que conforman una trilogía filosófica, como Il vero, La ragione, L’unitá della coscienza. En ellos, Ardigó exploró cuestiones fundamentales de la epistemología, la ética y la evolución, enfocándose especialmente en el concepto de «indiferenciado» y la crítica al determinismo tradicional.

Psicologia come scienza positiva (1870)

En este texto, Ardigó introdujo su visión de la psicología como una ciencia positiva, es decir, una disciplina que debía fundamentarse en la observación, el método experimental y los principios de las ciencias naturales. Esto representó una ruptura con la psicología tradicionalmente influenciada por la filosofía y la teología. En lugar de ver la mente humana desde un enfoque metafísico, Ardigó propuso que los fenómenos psíquicos debían ser estudiados bajo las mismas condiciones que los fenómenos físicos, reconociendo la importancia de la experimentación y la medición.

La morale dei positivisti (1885) y Sociologia (1886)

En estos trabajos, Ardigó expuso su concepción ética y social. Influenciado por Auguste Comte y Herbert Spencer, defendió la idea de que la moral debía basarse en los principios del altruismo y la cooperación social. Según él, la sociedad debía promover un orden moral que se fundamentara en las leyes naturales, y en este sentido, los individuos serían impulsados a seguir normas que favorecieran el bienestar colectivo. Además, su Sociologia introdujo el concepto de ciencia social como una disciplina que debía estudiar la vida humana desde un enfoque sistemático y empírico.

Pensamiento

El pensamiento filosófico de Ardigó se distingue por su enfoque sistemático y por su esfuerzo por integrar diferentes ramas del conocimiento. A continuación se presentan algunos de los puntos más destacados de su doctrina filosófica:

Filosofía como ciencia general

Ardigó concebía la filosofía no como una disciplina autónoma, sino como una síntesis de las ciencias particulares. Para él, la filosofía debía incluir no solo las ciencias físicas y naturales, sino también las ciencias sociales y humanas. Esta visión integradora lo llevó a introducir el concepto de peratología, una ciencia general que recoge y organiza los resultados de las ciencias particulares. Esta noción buscaba una síntesis del saber humano, estableciendo una base común para todas las ciencias.

Crítica a la doctrina del Incognoscible

En relación con la filosofía de Herbert Spencer, Ardigó discrepaba profundamente en uno de los aspectos más fundamentales: la doctrina del Incognoscible, que postulaba que hay aspectos de la realidad que son inalcanzables para el conocimiento humano. Ardigó defendió que el Todo o la realidad última sí es cognoscible, aunque siempre permanecerá incompleto. En su visión, aunque nunca podría conocer todo acerca del universo, el conocimiento humano sí podía avanzar hacia una comprensión más profunda, incluso si este proceso nunca alcanzaba una total exhaustividad.

La doctrina del Indiferenciado

Uno de los aspectos más originales del pensamiento de Ardigó fue su concepción de la evolución como un proceso de autodistinción. A diferencia de otros filósofos que veían la evolución como un proceso lineal y determinado, Ardigó propuso que la evolución es un proceso indefinido que se desarrolla mediante un proceso continuo de diferenciación. Este concepto de indiferenciado tiene profundas implicaciones en su pensamiento filosófico y psicológico, ya que sugiere una interconexión entre el proceso psíquico y el físico, en el que la sensación humana y la naturaleza no son entidades separadas, sino que se interrelacionan de manera dinámica.

El concepto de contingencia

En cuanto al libre albedrío, Ardigó se mostró crítico con la idea tradicional de la libertad absoluta. Aunque negaba el libre albedrío en su forma más rígida, también reconoció un grado de indeterminismo universal que permitía una cierta flexibilidad en el comportamiento humano. Este matiz en su pensamiento reflejaba un intento de evitar el determinismo extremo, a la vez que mantenía una perspectiva científica sobre los procesos naturales.

Relevancia actual

A pesar de que Ardigó es una figura menos conocida en la historia de la filosofía, su pensamiento sigue siendo relevante para la comprensión de la evolución del positivismo y la ciencia en Italia y en el contexto más amplio del pensamiento europeo. Su énfasis en la integración de las ciencias sociales y naturales, su crítica a las ideas de Spencer sobre lo incognoscible y su propuesta de una filosofía científica siguen siendo puntos de referencia para estudios contemporáneos sobre filosofía de la ciencia, sociología y psicología.

Además, la obra de Ardigó se encuentra en un punto de convergencia entre la filosofía y la ciencia, anticipando algunas de las ideas que se desarrollaron más tarde en el siglo XX en disciplinas como la psicología cognitiva y la teoría de sistemas. Su visión de una filosofía como ciencia general que incluye tanto las ciencias físicas como las humanas ha influido en la manera en que concebimos la interdisciplinariedad en la investigación moderna.

En resumen, Roberto Ardigó fue un pensador que rompió con los moldes tradicionales de su época y contribuyó a la creación de una filosofía científica y empírica que influyó en el desarrollo de la filosofía moderna en Italia y en Europa.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Roberto Ardigó (1828-1920). El filósofo italiano que promovió el positivismo en el siglo XIX". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/ardigo-roberto [consulta: 29 de septiembre de 2025].