Abú-l-Ula Idris al-Mamoun (1184–1232): El Califa que Desafió el Legado Almohade y Encendió la Discordia en el Magreb
Orígenes familiares y entorno político
Nacimiento y linaje almohade
Abú-l-Ula Idris al-Mamoun, nacido hacia el año 1184, fue uno de los últimos protagonistas de peso dentro del fragmentado Imperio Almohade, que en sus últimos años comenzó a resquebrajarse bajo el peso de conflictos internos y presiones externas. Era hijo del poderoso califa Yaqub al-Mansur, figura clave del apogeo almohade, y de una esclava portuguesa llamada Sirr al-Husn. Esta ascendencia mixta no le impidió ocupar una posición relevante dentro del linaje gobernante, aunque marcaría una cierta ambivalencia en su legitimidad frente a otros miembros de la élite.
El joven Idris fue hermano de Abdallah al-Adil, también califa, y sobrino de Abd al-Wahid I, lo que lo colocó en el centro de una red dinástica compleja y plagada de rivalidades. Estos vínculos, lejos de fortalecer al Estado, terminarían siendo origen de cruentas guerras civiles que precipitarían la caída del poder almohade en el Magreb y Al-Andalus.
Influencia de su padre Yaqub al-Mansur
El legado de Yaqub al-Mansur marcó profundamente a Idris al-Mamoun. Su padre había sido uno de los más grandes califas almohades, vencedor de la batalla de Alarcos y un hábil administrador que logró mantener la cohesión del imperio. Sin embargo, tras su muerte, sus sucesores no pudieron sostener el mismo nivel de control, lo que abrió el camino a la decadencia del proyecto político y religioso que los almohades habían edificado bajo el ideólogo Ibn Tumart.
En ese clima de tensiones y decadencia, al-Mamoun fue formándose como figura militar y política, navegando entre lealtades inciertas, fracturas dinásticas y desafíos territoriales.
Ascenso político en Al-Andalus
Nombramiento como gobernador de Sevilla
En el año 1224, tras la sublevación de su hermano al-Adil contra su tío Abd al-Wahid I, al-Mamoun fue designado gobernador de Sevilla, una de las plazas más importantes de Al-Andalus. Su misión inmediata fue contener a al-Bayasí, un antiguo señor de Sevilla que se había rebelado y mantenía fidelidad al califa depuesto.
Al frente del ejército almohade, al-Mamoun inició el asedio de Baeza, ciudad controlada por al-Bayasí y respaldada por Fernando III de Castilla. Sin embargo, su campaña fue poco efectiva: tras recibir un hijo de al-Bayasí como rehén y creer en su supuesta sumisión, levantó el sitio, decisión que fue vista como cobardía cuando el rebelde volvió a alzarse tan pronto como se retiraron las tropas.
Campaña contra al-Bayasí y el conflicto con Fernando III
La percepción de debilidad que proyectó al-Mamoun tras abandonar el asedio sin garantías reales causó su destitución del mando militar. Pero su presencia siguió siendo clave en el panorama andalusí. En 1225, Sevilla fue atacada por las tropas castellanas, dirigidas por Fernando III, que consiguieron infligir una devastadora derrota en Tejada, con más de diez mil muertos entre las filas almohades. El impacto fue tal que la ofensiva cristiana se repitió a finales del año con resultados igualmente desastrosos para los musulmanes.
A raíz de esta grave situación, su hermano al-Adil decidió regresar a Marruecos para reforzar su posición como califa, dejando a al-Mamoun como gobernador general de Al-Andalus. Fue entonces cuando Idris al-Mamoun debió enfrentar un nuevo ataque de al-Bayasí sobre Sevilla, esta vez con éxito para el primero, que derrotó al rebelde y le arrebató los castillos de Tejada y Aznalcázar.
Tensión y fracasos militares en Tejada
Sin embargo, la aparente recuperación fue efímera. En agosto de 1226, los habitantes de Tejada, bajo asedio cristiano, solicitaron auxilio a al-Mamoun, quien decidió no acudir en su ayuda, una omisión que tuvo graves consecuencias. El colaboracionismo de al-Bayasí con los cristianos terminó por volverse en su contra, y los ciudadanos de Córdoba, indignados con su traición, lo asesinaron, enviando su cabeza como símbolo de fidelidad a al-Mamoun, quien a su vez la remitió a Marruecos. Este episodio, si bien reforzó temporalmente su autoridad, también evidenció el frágil equilibrio de poder en Al-Andalus y la erosión del prestigio almohade.
Consolidación provisional del poder
Proclamación como califa en Sevilla (1227)
El punto de inflexión llegó el 15 de septiembre de 1227, cuando al-Mamoun se sublevó abiertamente contra su hermano al-Adil en Sevilla. Con la ayuda del cadí Abúl-l-Walid, que redactó un sermón justificando la necesidad de su proclamación para restaurar el orden, Idris fue reconocido califa por los dignatarios sevillanos. Esta acción marcó el inicio de su breve pero significativo califato.
La noticia de su proclamación se propagó rápidamente hasta Marruecos, donde partidarios de al-Mamoun asesinaron a al-Adil, consolidando así, en teoría, su autoridad sobre todo el imperio. No obstante, esta victoria fue ilusoria. Los clanes Kaskura y Jult, sus principales apoyos en el Magreb, despertaron el temor de los jeques de Hintata y Tinmallal, quienes prefirieron apoyar a otro pretendiente: Yahya ibn al-Nasir al-Mutasim, proclamado califa en su lugar.
Asesinato de al-Adil y tensiones internas en Marruecos
La guerra civil en el seno almohade se intensificó. Al-Mamoun, consciente de que no podría mantener dos frentes abiertos, buscó asegurar la paz en la península para concentrarse en Marruecos. En otoño de 1227, pactó una tregua con Fernando III, a cambio de trescientos mil maravedíes, asegurando así un respiro temporal en el frente cristiano.
Durante el invierno y la primavera de 1228, dedicó todos sus esfuerzos a buscar alianzas estratégicas en el Magreb. Entre sus principales apoyos figuraban el visir Ibn Yuyyan y los emires de los clanes Jult y Haskura, quienes emprendieron una ofensiva sobre la capital marroquí, obligando a Yahya a refugiarse en las montañas del Atlas.
Tregua con Castilla y primeras estrategias de legitimación
La ofensiva de sus aliados no bastó. Los leales a Yahya contraatacaron, retomaron la capital y encarcelaron a los conspiradores, reestableciendo a Yahya como califa. En ese momento, surgieron nuevos focos de rebelión en Al-Andalus: uno de los más notables fue Ibn Hud, quien liderando una partida de bandoleros se hizo fuerte ante los cristianos y fue proclamado emir por facciones antialmohades.
La proclamación de Ibn Hud en Murcia el 4 de agosto de 1228, declarando su lealtad al califa de Bagdad, fue un golpe simbólico y político para al-Mamoun. No obstante, Idris logró vencerlo militarmente, aunque sin conseguir capturarlo. Ibn Hud se refugió en la misma ciudad que lo había proclamado, donde se consolidó como un nuevo actor clave en la desintegración almohade.
Lucha por el control de Marruecos
Conspiraciones y conflictos con Yahya ibn al-Nasir
Tras su victoria parcial sobre Ibn Hud en Al-Andalus, al-Mamoun recibió un importante respaldo desde el Magreb: los gobernadores de Fez, Ceuta, Tremecén y Bugía le reconocieron como califa, lo que fortaleció su decisión de cruzar el Estrecho de Gibraltar y tomar directamente el control de Marruecos. No obstante, antes de marchar, pactó otra tregua con Fernando III de Castilla, nuevamente a cambio de trescientos mil maravedíes, asegurando así la paz en la península para actuar libremente en el norte de África.
Llegó a Marruecos en octubre de 1228, donde organizó sus fuerzas para enfrentar a su rival, el califa Yahya ibn al-Nasir al-Mutasim. El conflicto se resolvió en la decisiva batalla de Iyilliz, en la que las tropas de al-Mamoun infligieron una derrota aplastante a las fuerzas de Yahya, obligándolo a huir. A principios de 1229, Idris al-Mamoun fue proclamado califa en Marruecos, consolidando así su autoridad en uno de los últimos intentos de reunificación del imperio almohade.
Apoyo de los emires y primeras victorias militares
Con la victoria militar en Iyilliz, al-Mamoun logró un efímero control sobre el núcleo marroquí del poder almohade. Los emires de los clanes Jult y Haskura, que lo habían respaldado durante las campañas previas, se integraron en su estructura de poder. Además, el visir Ibn Yuyyan se convirtió en una figura esencial de su corte.
Sin embargo, la legitimidad de al-Mamoun era frágil. Su proclamación había sido fruto de una lucha militar, no de un consenso doctrinal o religioso, lo que afectaría gravemente la estabilidad de su mandato. Su necesidad de afirmarse rápidamente como un nuevo tipo de líder lo llevó a tomar decisiones radicales que lo distanciaron incluso de sus bases originales.
Transformaciones ideológicas y consecuencias
Ruptura con la doctrina de Ibn Tumart
Uno de los gestos más audaces y polémicos de al-Mamoun fue su ruptura abierta con la doctrina de Ibn Tumart, fundador del movimiento almohade. Esta herejía ideológica fue vista como una traición al principio esencial que había sostenido el imperio durante décadas: la unión del poder político con una visión religiosa reformista.
Además de renegar públicamente de Ibn Tumart, Idris abolió las instituciones religiosas características del régimen almohade, tratando de instalar una forma de gobierno más pragmática, desligada de los rígidos dogmas fundacionales. Esta acción le ganó el rechazo inmediato de los sectores más ortodoxos, quienes lo calificaron de apóstata y buscaron su derrocamiento.
Depuración política y represión violenta
Para afianzar su poder, al-Mamoun emprendió una campaña de represión sin precedentes. A instancias de los alfaquíes, ordenó la decapitación de los jeques de Hintata y Tinmallal, principales responsables de la anterior proclamación de Yahya, junto con un centenar de sus seguidores. Esta depuración se convirtió pronto en una carnicería sistemática, que incluyó incluso la ejecución de niños pertenecientes a las familias enemigas.
El terror instaurado en la capital no logró unificar el imperio, sino todo lo contrario: provocó una crisis de legitimidad y un repudio masivo. Muchos sectores del imperio, incluyendo Al-Andalus e Ifriqiya, comenzaron a alejarse del control central de al-Mamoun.
Reacciones en Al-Andalus e Ifriqiya
A finales de 1229, la ciudad de Sevilla, su antigua base de poder, juró fidelidad a Ibn Hud y al califato de Bagdad, símbolo de la ortodoxia suní. Este acto confirmó el abandono definitivo del proyecto almohade en la península ibérica. Poco después, los almohades de Ifriqiya (actual Túnez), indignados por las matanzas cometidas en Marruecos, se declararon independientes y proclamaron como emir a Abú Zakariya.
La disgregación del imperio era ya irreversible. Al-Mamoun, aunque aún controlaba Marruecos, había perdido el dominio sobre las otras grandes regiones del antiguo califato almohade.
Declive y muerte de al-Mamoun
Fragmentación del imperio almohade
Durante los primeros meses de 1230, al-Mamoun debió enfrentarse a un último intento de recuperación del poder por parte de Yahya ibn al-Nasir, quien descendió del Atlas con un nuevo ejército. Sin embargo, sus tropas fueron rápidamente vencidas y obligadas a retroceder a las montañas, donde Yahya buscó refugio en Siyilmassa.
Lejos de contentarse con esa victoria, al-Mamoun organizó una expedición punitiva contra los partidarios de Yahya, que culminó con una matanza aún mayor que las anteriores: más de cuatro mil enemigos fueron asesinados, y sus cabezas fueron colgadas en las murallas de la capital como advertencia.
El espectáculo de la violencia alcanzaba su clímax, pero el poder real del califa estaba en franco retroceso. Las alianzas se disolvían, las regiones periféricas se independizaban, y su liderazgo era cada vez más contestado incluso dentro de Marruecos.
Campaña contra su hermano Abú Musa y cerco de Ceuta
En un nuevo intento de frenar la disgregación de su autoridad, Idris al-Mamoun emprendió en 1232 una campaña contra su hermano Abú Musa, antiguo gobernador de Málaga, que se había declarado independiente en Ceuta. La ciudad, abastecida por mar, resistió el cerco, y al-Mamoun no consiguió ningún avance significativo.
En medio de esta tensión, recibió la noticia de que Yahya planeaba una nueva ofensiva para retomar Marruecos. La información le causó una profunda conmoción.
Muerte repentina y ascenso de Abd al-Wahid II
Según las crónicas de la época, Idris al-Mamoun murió de forma repentina mientras se dirigía de regreso a la capital, víctima de un ataque de furor al enterarse de que Abú Musa había entregado Málaga a Ibn Hud, su antiguo enemigo en Al-Andalus. La humillación y el estrés del momento le provocaron un colapso que acabó con su vida el 17 de octubre de 1232.
Le sucedió su hijo, Abd al-Wahid II al-Rasid, de apenas catorce años, cuya minoría de edad y falta de experiencia terminaron por sellar la desintegración definitiva del califato almohade. La dinastía, que había nacido con un proyecto religioso y político revolucionario en el siglo XII, tocaba así su ocaso en medio de guerras fratricidas, herejías y traiciones.
La figura de Idris al-Mamoun quedaría marcada por la contradicción: fue un líder enérgico, pero también un reformista brutal, cuya búsqueda desesperada de poder dinamitó los últimos pilares del imperio que había heredado.
MCN Biografías, 2025. "Abú-l-Ula Idris al-Mamoun (1184–1232): El Califa que Desafió el Legado Almohade y Encendió la Discordia en el Magreb". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/abu-l-ula-idris-al-mamoun [consulta: 28 de septiembre de 2025].