Jiménez Castro, Rafael (1937-VVVV): La historia de «Chicuelo», un torero con legado familiar y carrera agridulce

Rafael Jiménez Castro, conocido en el mundo taurino como Chicuelo, es un matador de toros que ha dejado una huella importante en la historia de la tauromaquia española. Nacido en Sevilla el 7 de marzo de 1937, su vida y carrera estuvieron marcadas por el legado de su familia, profundamente arraigada en el mundo del toreo. A lo largo de su trayectoria, Chicuelo se destacó por su arte y finura, aunque su carrera estuvo plagada de altibajos, y su retiro del ruedo fue una constante a lo largo de su vida. A continuación, se desglosan los aspectos más importantes de su carrera, sus logros y las etapas más significativas de su vida.

Orígenes y contexto histórico

La historia de Rafael Jiménez Castro comienza con su familia, que tiene una profunda conexión con la tauromaquia. Su padre, Manuel Jiménez Moreno, fue un destacado torero de la escuela de Triana, y su abuelo, Manuel Jiménez Vera, también fue un importante matador. Ambos, junto con su hermano Manuel Jiménez Castro, formaron una de las familias más legendarias de la tauromaquia sevillana. A pesar de que su hermano no llegó a la alternativa como matador, su legado también fue parte de la historia del toreo, ya que se convirtió en torero de plata. Rafael heredó el apodo de Chicuelo, que le fue transmitido de generación en generación en la familia, y es un nombre que ha resonado a lo largo de las décadas en el mundo taurino.

La familia Jiménez Castro gozó de buenas relaciones dentro del mundo del toro, lo que permitió que Rafael pudiera iniciar su carrera sin enfrentarse a las dificultades que otros toreros jóvenes solían experimentar en su época. Chicuelo debutó a una edad temprana, siendo solo un adolescente cuando se presentó por primera vez en las plazas de toros.

Logros y contribuciones

El camino hacia la fama de Rafael Jiménez Castro comenzó de manera precoz. A los quince años, en 1952, debutó en el mundo de los toros en la plaza de Cabra, un pequeño coso de la provincia de Córdoba. Allí se enfrentó a un encierro de novillos de la ganadería de Juan José Cruz, y aunque su debut fue en un cartel modesto, la calidad de su toreo ya comenzó a destacarse. Sin embargo, no fue hasta 1957, con 20 años, cuando hizo su debut en la plaza de Las Ventas de Madrid, la cuna de los más grandes matadores de la historia.

En 1958, en su campaña de confirmación, Chicuelo dio un paso importante al tomar la alternativa en la plaza de Sevilla, un 6 de abril. Fue apadrinado por el torero rondeño Antonio Ordóñez Araujo, un referente del toreo de la época, mientras que el torero sevillano Manuel Vázquez Garcés actuó como testigo. A partir de ese momento, su carrera como matador de toros comenzó a afianzarse, aunque su estilo, considerado estéticamente refinado, no siempre estuvo acompañado de la dureza o valor que se espera de un matador de primera categoría.

Momentos clave

La carrera de Rafael Jiménez Castro estuvo llena de momentos clave que marcaron su trayectoria, tanto en lo personal como en lo profesional. Uno de esos momentos fue la confirmación de su alternativa en Madrid, el 16 de mayo de 1958, donde actuó como padrino el torero madrileño Antonio Mejías Jiménez, conocido como Antonio Bienvenida. Fue una gran oportunidad para consolidar su nombre entre los grandes, pero a pesar de sus buenas maneras y su arte, no consiguió establecerse como una figura de renombre en las plazas más importantes.

A lo largo de los años, Chicuelo se vio obligado a retirarse en varias ocasiones. La primera de ellas ocurrió en 1959, cuando apenas llevaba un año como matador. Su último paseíllo en esa temporada tuvo lugar en la plaza de San Sebastián, el 16 de agosto de 1959. Tras esta retirada, pasó un largo periodo fuera de los ruedos, aunque en 1962 decidió regresar, realizando una corta temporada en América, especialmente en México, donde se presentó en la plaza de Tampico. Sin embargo, su vuelta fue efímera, y no tardó mucho en retirarse de nuevo.

En 1967, realizó un breve regreso a la escena taurina, participando en solo tres festejos. A pesar de su regreso, Chicuelo ya no tenía la relevancia de antaño, y su nombre ya no se encontraba en los carteles de las grandes ferias. Este ciclo de entradas y salidas del mundo del toreo continuó, hasta que en 1981, cuando ya superaba los 40 años, decidió retomar su carrera. Sin embargo, su vuelta a los ruedos no fue prolongada, ya que pronto se dio cuenta de que su época como matador había quedado atrás.

Relevancia actual

A pesar de sus idas y venidas del toreo, Rafael Jiménez Castro sigue siendo una figura respetada dentro del mundo taurino, especialmente en su Sevilla natal. Su legado, no solo como matador, sino también como parte de una de las dinastías más conocidas del toreo, sigue siendo relevante para las nuevas generaciones de aficionados. Su estilo, marcado por la suavidad y el temple, contrastaba con el carácter más agresivo de otros matadores de su época, y si bien no alcanzó la fama de otras grandes figuras, siempre será recordado como un torero de gran clase y linaje.

En su última etapa, Chicuelo se dedicó al oficio de subalterno, y aunque ya no pisó las grandes plazas, siguió vinculado al mundo del toreo hasta bien entrada la década de 1980. Su figura sigue siendo un referente para los nuevos toreros de la saga, y su historia es una parte esencial del legado sevillano dentro del arte de Cúchares.

Contribuciones y legado de la dinastía

La familia Jiménez Castro, a través de sus distintos miembros, dejó una huella perdurable en la historia de la tauromaquia. Rafael Jiménez Castro es solo una de las figuras de esta saga, pero su historia se enmarca dentro de una tradición que ha marcado el toreo sevillano. Su padre, Manuel Jiménez Moreno, y su abuelo, Manuel Jiménez Vera, abrieron el camino de la dinastía, y él, como «Chicuelo», fue el último eslabón de una cadena de matadores que sigue siendo recordada con cariño en la ciudad de Sevilla.

A lo largo de los años, el nombre de Chicuelo ha trascendido y se ha convertido en un símbolo de la escuela sevillana de toreo. Aunque nunca alcanzó la gloria de los grandes nombres del toreo, su contribución al arte del toro sigue siendo valiosa, especialmente por su estilo único que fusionaba elegancia y templanza.

El legado de la familia Jiménez Castro, y particularmente de Rafael Jiménez Castro, sigue siendo una parte vital de la historia del toreo en España.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Jiménez Castro, Rafael (1937-VVVV): La historia de «Chicuelo», un torero con legado familiar y carrera agridulce". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/jimenez-castro-rafael [consulta: 5 de octubre de 2025].