José Sarmiento de Valladares (1643–1708): Noble gallego y virrey entre dos mundos

Contenidos ocultar

Orígenes gallegos y formación de un noble cortesano

Entorno histórico y familiar en la Galicia del siglo XVII

San Román de Sayamonde: un linaje de señorío local

En el pequeño poblado gallego de San Román de Sayamonde, en la actual provincia de Pontevedra, nació el 4 de mayo de 1643 José Sarmiento de Valladares, quien llegaría a ser virrey de la Nueva España y figura destacada en los turbulentos años finales del siglo XVII hispano. Su familia, los Sarmiento, era parte del entramado nobiliario rural de Galicia, con posesiones modestas pero un linaje sólido que los situaba en el círculo de la baja nobleza con aspiraciones cortesanas.

Sus padres, Gregorio Sarmiento y Juana Sarmiento, ostentaban el señorío local de San Román. Aunque no se trataba de una casa poderosa en términos económicos, sí contaban con conexiones eclesiásticas y jurídicas que resultarían cruciales para el ascenso social de sus hijos. La tradición de fidelidad a la Corona, común en muchas casas gallegas tras las guerras de los siglos XVI y XVII, marcó profundamente la orientación de la familia hacia el servicio monárquico.

El peso del apellido Sarmiento: nobleza, Iglesia y poder

La influencia del linaje se extendió más allá de la aldea. El hermano de José, Diego Sarmiento de Valladares, alcanzó puestos de relevancia como presidente del Consejo de Castilla, inquisidor general y obispo de Plasencia. Este ascenso reflejaba el patrón de movilidad vertical propio de las familias hidalgas provincianas que, apoyadas en una sólida educación y en redes clientelares, lograban infiltrarse en los niveles altos de la administración real o eclesiástica.

A través de esta vía, José Sarmiento consolidó su formación política y administrativa, primero en las redes cortesanas menores, y luego directamente en la maquinaria burocrática de los Austrias. Su trayectoria es representativa de una generación de nobles que, sin grandes recursos patrimoniales, lograron un lugar preeminente gracias a la fidelidad a la Corona y a una eficaz red de alianzas matrimoniales y patronazgos.

Su hermano Diego y el ascenso cortesano del linaje

El apoyo de su hermano mayor fue determinante. La posición de Diego como inquisidor general le permitía ejercer influencia sobre múltiples nombramientos civiles y eclesiásticos. Así, José accedió a diversos destinos diplomáticos y administrativos en la península que lo prepararían, años después, para ser elegido virrey de Nueva España, uno de los cargos más relevantes del imperio colonial español.

El ascenso de los Sarmiento no fue un caso aislado. A fines del siglo XVII, muchas casas nobles menores alcanzaban el poder político gracias a su lealtad al rey en tiempos de crisis económica y de disputas sucesorias. José Sarmiento encarna, por tanto, la culminación de un proyecto familiar de ascenso y consolidación nobiliaria.

Matrimonios estratégicos y alianzas nobiliarias

Unión con la casa de Moctezuma: legitimación criolla y simbólica

Uno de los movimientos más inteligentes en la trayectoria de José Sarmiento fue su primer matrimonio con María Jerónima Moctezuma y Jofre de Loaisa, hija del segundo conde de Moctezuma. Esta unión no solo significaba una alianza con una familia de gran prestigio en la Nueva España, sino que también otorgaba una poderosa carga simbólica: su esposa era descendiente directa del emperador azteca Moctezuma II.

La Casa de Moctezuma, reconocida por la Corona desde el siglo XVI, simbolizaba una reconciliación entre la nobleza indígena y el dominio español. El título de conde de Moctezuma, heredado por matrimonio, proporcionaba a Sarmiento no solo prestigio en la corte, sino también legitimidad ante las élites novohispanas, que veían en estas figuras una síntesis de dos mundos. A través de este matrimonio, el gallego adquirió también el título de conde de Tula, consolidando su posición en el mundo colonial.

Segundo matrimonio con María Andrea de Guzmán: consolidación peninsular

Tras enviudar, Sarmiento volvió a casarse en 1694 con María Andrea de Guzmán y Dávila, nieta tercera del marqués de Villamanrique. Este segundo enlace fortalecía sus lazos con la alta nobleza peninsular, especialmente con las casas cortesanas que orbitaban en torno a los ministerios del rey Carlos II.

María Andrea jugaría un papel activo en la vida virreinal. Durante su estancia en Nueva España, se convirtió en figura de apoyo para las actividades misioneras y sociales del virreinato. Fue, junto con la condesa de Galve desde Madrid, una de las principales colaboradoras de los jesuitas en la expansión de las misiones en California y el norte del virreinato. Su presencia ayudó a consolidar la imagen de un virrey ilustrado y protector de la religión, reforzando aún más la posición simbólica de Sarmiento como representante de la monarquía católica.

Trayectoria temprana y redes de poder en la Corte

Los primeros cargos y su ascenso en la administración real

Aunque no se conservan registros detallados sobre los cargos iniciales de Sarmiento, es probable que, como muchos otros nobles con aspiraciones, comenzara su carrera en consejos menores o como corregidor, para luego ascender a funciones de mayor peso en la administración. Su matrimonio con María Jerónima y su parentesco con figuras influyentes facilitaron su entrada en la Corte de Madrid, donde se consolidó como figura leal a los Habsburgo.

Este perfil, el de un noble provinciano transformado en cortesano, era altamente valorado en los últimos años del reinado de Carlos II, un periodo caracterizado por la necesidad de contar con funcionarios fieles y experimentados ante la crisis sucesoria que se avecinaba. Fue en este contexto que, tras la salida del virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza, Sarmiento fue nombrado virrey de Nueva España el 9 de abril de 1696.

El nombramiento como virrey: contexto político en la Corte de Carlos II

La designación de Sarmiento como virrey fue una decisión meditada. En una época de debilidad política del monarca y con una situación crítica en muchos territorios coloniales, se requería un virrey capaz de combinar autoridad, diplomacia y lealtad. Las instrucciones reales, firmadas en Madrid el 10 de mayo de 1696, reflejaban la preocupación por garantizar el orden interno, asegurar las fronteras marítimas ante la amenaza inglesa y consolidar la expansión religiosa.

El virreinato de Nueva España no solo era la joya económica del imperio, sino también el centro simbólico del dominio ultramarino. El virrey debía personificar la autoridad del rey en el otro hemisferio. En este sentido, Sarmiento era una elección calculada: su alianza con los Moctezuma, su fidelidad a la Corona y su experiencia cortesana lo convertían en un candidato idóneo para enfrentar los desafíos de un virreinato marcado por el hambre, las tensiones sociales y los vientos de guerra en Europa.

El Virreinato de Nueva España (1697–1701): entre crisis, misiones y política imperial

Una llegada atípica y un virreinato turbulento

Entrada secreta y ceremonia interrumpida

El arribo de José Sarmiento de Valladares a la ciudad de México fue tan inusual como simbólico del clima político y social que imperaba en la colonia. Aunque oficialmente había sido nombrado virrey en abril de 1696, no pudo seguir la ruta tradicional ni celebrar los ritos acostumbrados debido a diversas complicaciones, probablemente logísticas y políticas. Fue así como el 18 de diciembre de ese año, realizó su entrada de manera discreta y nocturna, jurando su cargo ante la Audiencia en sesión extraordinaria, y evitando el tradicional boato virreinal.

La entrada pública y solemne tuvo lugar semanas después, el 2 de febrero de 1697, aunque no sin incidentes. Según los cronistas, mientras atravesaba el arco de Santo Domingo, el caballo que montaba lo arrojó al suelo y su peluca salió volando, provocando la risa general del público. Aquel momento pintoresco, narrado con sorna por Antonio de Robles, fue interpretado por algunos como presagio de un mandato accidentado, aunque también contribuyó a humanizar la figura del virrey ante una población necesitada de liderazgos más cercanos.

Primeras medidas de gobierno y crisis alimentaria

Uno de los retos inmediatos que enfrentó Sarmiento fue la crisis de abasto que azotaba a la ciudad de México. La combinación de sequías, malas cosechas y corrupción administrativa había generado escasez de maíz y trigo, lo que provocó hambrunas entre los sectores populares. Para mitigar la situación, ordenó la compra y almacenamiento de granos en la alhóndiga, los cuales fueron redistribuidos a precios controlados.

Sin embargo, el malestar era profundo. En mayo de 1697, estalló un motín popular, protagonizado por los grupos más empobrecidos, que exigían pan y justicia. El virrey logró contener el levantamiento gracias al apoyo de la nobleza criolla y una fuerza armada limitada, pero la tensión social se mantuvo latente. Como gesto de apaciguamiento, autorizó el consumo público de pulque, bebida tradicional de los indígenas que había sido restringida por motivos morales.

Expansión misionera y conocimiento geográfico

Apoyo a Salvatierra y Kino: impulso a la conquista espiritual

Uno de los legados más duraderos del virreinato de Sarmiento fue su respaldo a los proyectos misioneros jesuitas en el noroeste de Nueva España. El 5 de febrero de 1697, concedió oficialmente el permiso de expansión a los padres Juan María Salvatierra y Eusebio Kino, dos de los más visionarios misioneros del periodo. Su labor combinaba la evangelización con la exploración geográfica, y sentó las bases de la futura presencia española en California y Sonora.

La virreina Andrea de Guzmán y otras figuras influyentes como la condesa de Galve en Madrid, brindaron su respaldo moral y económico a estos esfuerzos. El impulso otorgado por Sarmiento permitió a Salvatierra fundar la misión de Loreto, en la península californiana, mientras que Kino desarrollaba su misión en la Pimería Alta, extendiéndose hacia el norte hasta Arizona y el río Colorado.

Exploraciones en California y Sonora: mapas, mitos y realidades

Eusebio Kino realizó importantes avances en la cartografía de la región, desmintiendo la creencia de que California era una isla. Sus informes y mapas demostraron que se trataba de una península unida al continente, lo que modificó la percepción geográfica de la región en Europa. Estas expediciones también tuvieron un impacto estratégico: proporcionaron a la Corona información sobre territorios inexplorados, sus poblaciones indígenas y sus recursos potenciales.

Ambos misioneros enfrentaron grandes penurias, desde la falta de financiamiento hasta las dificultades del terreno, pero su labor fue sostenida gracias al apoyo de Sarmiento y de redes de clérigos y nobles que creían en la misión civilizadora del imperio.

Problemas estructurales de la colonia

Violencia y desorden en caminos y ciudades

Otro de los desafíos del virreinato fue el incremento de la delincuencia. Las rutas comerciales y los accesos a la capital estaban plagados de ladrones y salteadores, lo que comprometía el comercio y la seguridad. En marzo de 1700, una Real Cédula impuso la pena de muerte para quienes cometieran estos delitos, y el virrey puso en marcha un sistema de patrullaje y división de la ciudad en ocho cuarteles, bajo la supervisión de alguaciles mayores.

Estas medidas buscaban restaurar el orden en una sociedad marcada por el desgaste institucional y la ineficiencia administrativa heredada de gobiernos anteriores. El virrey, consciente de los límites de su poder, también recurrió al destierro como castigo para los reincidentes, enviando a muchos delincuentes a Puerto Rico, en un intento por purgar la capital de elementos indeseables.

Inundaciones, hambre y la reconstrucción del Palacio Virreinal

Las intensas lluvias de 1697 provocaron graves inundaciones en el Valle de México, afectando viviendas, templos y edificios públicos. El virrey respondió solicitando donativos y auxilios de emergencia, con los cuales emprendió la reparación de los canales del desagüe. Esta infraestructura hidráulica, heredada del periodo mexica y reforzada por los virreyes anteriores, era esencial para la estabilidad urbana.

En paralelo, se completaron las obras de reconstrucción del Palacio Virreinal, destruido durante el motín de 1692. El 25 de mayo de 1699, Sarmiento se trasladó oficialmente a las nuevas instalaciones, lo que simbolizaba no solo la recuperación arquitectónica del poder, sino también la reanudación de la autoridad virreinal en un momento crítico.

Vigilancia de fronteras y amenaza inglesa

Instrucciones para vigilar Campeche y Yucatán

Durante su gobierno, el virrey recibió informes sobre la presencia inglesa en las costas de Campeche y Yucatán, una amenaza creciente en el contexto de las tensiones internacionales. En junio de 1699, una Real Cédula le ordenó intensificar la vigilancia marítima, e incluso enviar embarcaciones hasta las costas de Guatemala, donde se sospechaba de la presencia de naves inglesas.

Estas instrucciones reflejaban la creciente preocupación por la fragilidad de las fronteras coloniales, especialmente ante las incursiones de potencias europeas rivales como Inglaterra y Holanda, que buscaban socavar la hegemonía española en América.

Tensiones internacionales y control territorial

El virrey intentó responder a esta amenaza mediante refuerzos navales locales y estrategias de información, pero sus posibilidades estaban limitadas por la falta de recursos y por la lentitud de las comunicaciones con la metrópoli. La monarquía española, al borde de una crisis sucesoria, no podía proporcionar todo el apoyo necesario, dejando en manos del virrey y sus colaboradores la difícil tarea de mantener el control territorial.

En este contexto de alerta constante, cualquier signo de debilidad —como los disturbios populares o las inundaciones— podía interpretarse como una oportunidad por los enemigos externos. Por ello, el gobierno de Sarmiento debió equilibrar la administración interna con la defensa de las fronteras, en una época en la que el imperio comenzaba a mostrar síntomas de decadencia estructural.

La Guerra de Sucesión y su caída: entre lealtades, intrigas y reconocimiento póstumo

El final del reinado de Carlos II y la sucesión disputada

Reacción ante la muerte del rey y las ceremonias en México

El final del reinado de Carlos II, el último monarca de la Casa de Austria en España, coincidió con los últimos años del mandato de José Sarmiento de Valladares como virrey. La noticia del fallecimiento del rey, ocurrido el 1 de noviembre de 1700, llegó a México meses después, el 7 de marzo de 1701, mediante una cédula firmada por la reina regente Mariana de Neoburgo.

La reacción en la capital novohispana fue solemne y protocolaria. El 16 de marzo se publicó oficialmente el luto, y los días 26 y 27 de abril se celebraron las honras fúnebres, descritas por los cronistas como «las más solemnes nunca vistas en la Nueva España». Estas ceremonias no solo expresaban el duelo oficial, sino que también eran actos de afirmación del orden monárquico en una época de incertidumbre.

El dilema dinástico: Felipe de Anjou o Carlos de Austria

El testamento de Carlos II, que nombraba heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, generó un terremoto político en Europa y en los territorios ultramarinos. En caso de que Felipe no pudiera reinar, el testamento establecía que la corona debía pasar al duque de Berri o, en su defecto, al archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador alemán. Este reparto condicionado dividió al continente y dio lugar a la Guerra de Sucesión Española.

En América, como en la península, surgieron facciones en torno a los dos candidatos. La elección de bando no era solo una cuestión dinástica, sino que implicaba también alianzas internacionales, intereses económicos y lealtades familiares. En este delicado contexto, Sarmiento de Valladares optó por mantener su fidelidad a la Casa de Habsburgo, una decisión que pronto tendría consecuencias.

Sarmiento de Valladares y la causa austracista

Su inclinación por los Habsburgo: causas y consecuencias

La adhesión de José Sarmiento al archiduque Carlos no fue meramente sentimental. Su formación en la tradición política de los Austrias, su vinculación a sectores cortesanos conservadores y su propia visión del imperio como una unidad católica y monárquica bajo los Habsburgo, lo inclinaban naturalmente hacia esta causa.

Sin embargo, esta postura lo colocó en una posición comprometida en un virreinato que debía, oficialmente, acatar la decisión real y proclamar a Felipe V como nuevo monarca. Aunque el juramento y proclamación del nuevo rey se realizó el 4 de abril de 1701, los rumores sobre la inclinación austracista del virrey comenzaron a circular, y pronto se vieron reforzados por acusaciones de intriga y conspiración.

Intrigas cortesanas y pérdida del cargo virreinal

La situación se agravó con la llegada de noticias sobre el avance de una armada inglesa y holandesa, aliada del archiduque Carlos, que se dirigía a Veracruz. Al mismo tiempo, Luis XIV enviaba barcos franceses en apoyo de Felipe V, reforzando así la tensión geopolítica en el Atlántico.

Ante este panorama, y quizás temiendo un virrey díscolo en un momento tan delicado, la Corona decidió remover a Sarmiento. La orden llegó en octubre de 1701, instruyendo al virrey a entregar el mando interinamente al arzobispo de México, Juan Ortega y Montañés, figura de confianza del nuevo régimen.

El 4 de noviembre, en una ceremonia solemne pero cargada de resignación, Sarmiento entregó el gobierno, aunque permaneció en la ciudad varios meses más, sin poder embarcar de inmediato hacia la península debido a las complicaciones logísticas derivadas del conflicto.

Regreso a España y recompensa tardía

Designación como duque de Atlixco y nuevas mercedes

Finalmente, el 12 de junio de 1702, logró embarcar en la flota que partía de Veracruz hacia España, regresando a la metrópoli en un clima completamente transformado. A pesar de sus simpatías por el archiduque Carlos, Sarmiento supo adaptarse y, tras jurar fidelidad al nuevo rey, recibió de Felipe V el título de duque de Atlixco el 25 de noviembre de 1704, en una muestra de reconciliación política.

Este reconocimiento fue más allá del título nobiliario. En 1706, se le concedió también el señorío y la merced de nombrar alcaldes mayores y recaudar rentas en una amplia zona del valle de Atlixco, así como en Tula y otras localidades. Estas concesiones no solo recompensaban sus años de servicio, sino que buscaban asegurar su neutralidad política en un momento en que muchos nobles se inclinaban aún por el bando austracista.

Su legado nobiliario en la península y en América

Estas mercedes consolidaron la figura de José Sarmiento como señor territorial transatlántico, con propiedades, rentas y representación tanto en la península como en las Indias. En el contexto de la nueva monarquía borbónica, su integración en el nuevo orden fue una señal de que la fidelidad institucional podía redimir incluso las antiguas lealtades.

La figura de Sarmiento pasaría así a representar un modelo de nobleza flexible y adaptable, que supo mantener su influencia más allá de los cambios dinásticos, una habilidad esencial en la nueva era que inauguraban los Borbones.

Un virrey entre dos mundos: balance histórico

Imagen contemporánea y reinterpretaciones posteriores

En su tiempo, José Sarmiento de Valladares fue visto por algunos como un virrey conservador, apegado a los ritos de la tradición y resistente a los cambios que traía el nuevo siglo. Sin embargo, la historiografía posterior ha matizado esa visión, destacando su eficacia administrativa, su impulso a la expansión misionera y su capacidad para afrontar múltiples crisis simultáneas.

Su papel en el impulso a las misiones jesuíticas, su pragmatismo frente a las hambrunas y motines, y su capacidad para mantener el orden en un momento de transición imperial, lo convierten en una figura clave para comprender la transformación del virreinato novohispano en los umbrales del siglo XVIII.

Su figura en la historiografía del virreinato

La historiografía moderna lo ha ubicado entre los últimos virreyes de la era austracista, pero también como uno de los ;strong data-

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "José Sarmiento de Valladares (1643–1708): Noble gallego y virrey entre dos mundos". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/sarmiento-de-valladares-jose [consulta: 15 de octubre de 2025].