Zapata, Emiliano (1883-1919).
Político y revolucionario mexicano nacido en Anenecuilco (Morelos) en 1883 y muerto en Chinameca en 1919. Ya convertido en 1906 en un importante líder local, participó en Cuautla en una junta en la que se planteó la necesidad de defender la tierra de los campesinos morelenses de la voracidad de los hacendados porfiristas. Como represalia a sus actividades, en 1908 se vio forzado por una leva a incorporarse al noveno regimiento de Cuernavaca. Con todo, Zapata sobresalió en el ejército y se le autorizó la baja al cabo de un año de servicio.
El 12 de septiembre de 1909 fue elegido presidente de la Junta de Defensa de las Tierras de Anenecuilco. Cuando las fuerzas armadas de los terratenientes acudieron al lugar, encontraron a la gente trabajando pacíficamente la tierra, pero con la carabina al hombro. Ese fue el método de Zapata: había que defender el derecho del pueblo a la tierra, que hacía posible a su vez la existencia misma de las comunidades campesinas. Su insistencia, su intransigencia en este punto, hizo que la voz de los campesinos fuera escuchada. «Yo estoy resuelto a luchar contra todo y contra todos sin más baluarte que la confianza y el apoyo de mi pueblo«, escribió Zapata en una carta dirigida a Gildardo Magaña.
En 1910, al estallar la Revolución Mexicana, se incorporó a las fuerzas maderistas, atraído por las demandas agrarias del Plan de San Luis, pero una vez que triunfó este movimiento, el reparto de la tierra no se llevó a cabo. El se negó a deponer las armas mientras no se hiciera efectivo el reparto de tierras. Los hacendados, aprovechando que el ejército pofirista se mantuvo en pie, presionaron para que las fuerzas campesinas fueran desarmadas y urdieron una traición que por poco cuesta a Zapata la vida. «Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres«, escribió entonces en otra de sus cartas.
La falta de respuesta a las demandas agrarias le llevó a reorganizar su ejército, con el que tomó Yautepec, Cuautla y Cuernavaca. En realidad, a partir de la proclamación del Plan de Ayala, los zapatistas defenderían su resolución contra los gobiernos de Madero, Victoriano Huerta y Venustiano Carranza. Donde controlaban el poder, liquidaron el latifundismo y repartieron la tierra, confiscaron los ingenios y los pusieron a trabajar en beneficio de la población. También fundaron un banco agrícola y abrieron numerosas escuelas primarias y para adultos y reorganizaron la vida política de los municipios, dando impulso a la organización tradicional de los campesinos y creando comités de vigilancia. En palabras del propio Zapata, «El campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación y si se levantó en armas fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba… Se lanzó a la revuelta no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad, un hogar dichosos y un porvenir de independencia y en agradecimiento«.
Con la derrota en 1915 del otro gran caudillo, Pancho Villa, en el norte, sólo el zapatismo representaba un obstáculo a la consolidación del nuevo gobierno. Contra Zapata se dirigieron entonces numerosas fuerzas que prácticamente arrasaron el estado de Morelos.
En 1919, víctima de una celada, Zapata fue asesinado en la hacienda de Chinameca, en el mismo lugar en el que ocho años atrás le tendieron una trampa. El movimiento zapatista fue derrotado militarmente, mas no sus ideales de justicia. En una carta dirigida a Pancho Villa, Zapata había escrito: «… la ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía…«.
Bibliografía
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KRAUZE, Enrique. Emiliano Zapata, el amor a la tierra. (México: Fondo de Cultura Económica, 1987).
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…………………….. Biografía del poder, Caudillos de la Revolución Mexicana (1910-1940). (Barcelona: Tusquets, 1994).
C. Begné