Wudi o Liu Che, Emperador de China (157-87 a.C.).
Emperador de China, quinto de la dinastía Han Occidental, nacido en el año 157 a.C., cuyo nombre verdadero era Liu Che. Fue el emperador más prestigioso de esta dinastía y durante su reinado, que duró 54 años, China conoció una gran prosperidad económica y alcanzó dimensiones territoriales hasta entonces nunca conocidas, motivo por el cual se le conoció también como el Emperador Guerrero.
Expansión de su reino
Su mayor preocupación fue luchar contra la confederación de las tribus Xiongnu, que controlaban entonces los territorios del norte y noroeste de la estepa y una parte de Asia Central, y cuyas incursiones en el norte de China representaban una seria amenaza contra la seguridad del Imperio.
En el 139 a.C. el emperador Wudi mandó un emisario al jefe del pueblo indo-escita de los Yuezhi, derrotado por los Xiongnu, para proponerle una alianza y así atacar al enemigo común en dos frentes. Zhang Qian emprendió el largo viaje pero, cruzando el territorio Xiongnu, fue hecho prisionero y retenido durante diez años. Consiguió, sin embargo, huir y llegar a encontrarse con el rey de los Yuezhi. Los Yuezhi, que gozaban de una cierta seguridad, rechazaron la propuesta de alianza de Zhang Qian. Éste tuvo que regresar y fue de nuevo hecho prisionero por los Xiongnu; un año más tarde escapó y, después de doce años de ausencia, volvió a la capital, donde fue recibido con todos los honores.
Zhang Qian trajo de su largo viaje noticias de países hasta entonces desconocidos por los chinos y donde habían llegado algunos elementos de la civilización griega, de las riquezas agrícolas de Fergana (actual Turkestán), de sus ciudades y de sus fabulosos caballos. Esas revelaciones modificaron la concepción que los chinos tenían del mundo civilizado. Aquellos países recibían las sedas chinas, regaladas a los Xiongnu por el Imperio o cambiadas por caballos, que eran enviadas hacia los actuales países de India e Irán. Después del fracaso de aquella tentativa de alianza, el emperador Wudi, seducido por la posibilidad de acceder a las rutas comerciales y, sobre todo, de alcanzar las tierras de los “caballos celestes”, nombre con el cual eran conocidos los caballos originarios de la región del Illi, decidió pasar a la ofensiva contra los Xiongnu sin aliado alguno. Tras importantes victorias y derrotas, los Xiongnu se sometieron por fin en el año 51 a.C.
Zhang Qian emprendió otro viaje hacia Fergana y Sogdiana (en Asia Central); estaba convencido de que esos países se dejarían comprar con regalos y estarían dispuestos a servir a Wudi, el emperador. De hecho, la diplomacia, así como la riqueza de China y su economía en expansión, iba a conseguir en esos países una victoria más duradera que la de las armas. Su viaje fue seguido por una serie de expediciones militares, de las cuales la segunda contra Fargana fue un éxito. Para luchar contra los nómadas y los pueblos del oeste, Wudi se vio obligado a cambiar la estrategia y el armamento del ejército chino. La infantería y los carros de combate fueron reemplazados por la caballería, más adecuada para desplazarse por los abruptos caminos de Asia Central. La alabarda y la lanza, empleadas por los soldados de infantería, fueron sustituidas por la espada y la ballesta, inventada esta última por los chinos a finales del siglo V a.C. La jerarquía militar y las estrategias de los Reinos Combatientes habían perdido su eficacia y desde entonces prevaleció el valor y la iniciativa personal.
Las victorias chinas fuera de las fronteras no implicaban la implantación en esos territorios de la misma administración que la que gobernaba el interior del país. En muchos casos, la expansión china se limitaba a una incursión en territorio extranjero y a la instalación de campamentos militares que controlaran las vías de comunicación. En el oeste, los países vencidos eran sometidos a un sistema de tributos y algunos reyes se convirtieron en vasallos del emperador chino, Wudi, al que prestaron ayudas militares a cambio de regalos, títulos o mujeres de noble familia con las que se casaban para fortalecer las alianzas. En el norte y en Gansu, la implantación china fue más sólida. Se instalaron colonias militares en donde los soldados, transformados en agricultores, trabajaban la tierra y mejoraban la irrigación, al mismo tiempo que aseguraban la defensa de la zona. El empleo frecuente de caballos por parte del ejército obligó a convertir una parte de las tierras en pastos. El noroeste chino, poco poblado y próximo a los campos de batalla, fue transformado en territorio para la cría del ganado. Dos millones de hombres se instalaron en esas regiones, en las que la agricultura se mezclaba con la cría de animales.
Los ejércitos chinos también penetraron en territorios de Manchuria, dominados por los Xiongnu, y en Corea. Se establecieron colonias chinas en Manchuria tras la victoria de los ejércitos Han sobre el pueblo de los Donghu (128 a.C.), y la mayor parte de Corea acabó también por ser conquistada (106 a.C.). En el sur, por lo menos hasta la actual ciudad de Cantón, la conquista de nuevos territorios fue mucho más rápida que en el norte. Al sur del río Yangtze se encontraban pueblos con civilizaciones propias, pero muy influenciadas por la cultura china. El reino independiente de los Yue de Min, en los territorios de Fujian, y el sur de Zhejiang fueron conquistados por los ejércitos de Wudi. El reino de Dian, cuyo centro político se encontraba situado en la llanura del actual Kunming, en Yunnnan, fue aplastado en el 109 a.C.
La instalación de los Han en Guangdong y en Vietnam, así como el comercio de sus productos chinos, permitió la expansión de la cultura china por el sudeste de Asia. Sus huellas se encuentran en el este de Borneo, en el oeste de Java y en el sur de Sumatra. Las primeras rutas marítimas hacia los mares del sur y el océano Índico se remontan al siglo I a.C.
Política interior
En el interior de las fronteras, el poder central se veía amenazado por la nobleza, así que el emperador Wudi decidió frenar su ascensión instaurando un nuevo sistema de herencia que implicaba la división de las tierras entre todos los hijos. El otro problema con que tuvo que enfrentarse Wudi fue de orden económico. Para costear las guerras se necesitaba mucho dinero y, aunque el comercio era muy próspero, gran parte de los beneficios iban a parar a manos de los comerciantes, especuladores e intermediarios. La metalurgia también era una fuente de riqueza, pero favorecía a las empresas privadas.
Wudi tomó varias medidas para sanear la economía y recuperar los beneficios que escapaban al Estado. Puso a la venta cargos públicos y títulos nobiliarios, y la moneda fue devaluada. Se creó una oficina estatal encargada de comprar las mercancías excedentes para venderlas luego, cuando su precio subía, y se abrieron talleres públicos que fabricaban los productos necesarios para el Estado. Wudi quiso reducir las ganancias de los mercaderes con tasas sobre los transportes de mercancías e impuestos sobre los beneficios que generaban. Consiguió, además, que la producción y la distribución de sal, hierro y alcoholes pasaran a convertirse en monopolios del Estado.
Religión, finanzas y administración
Los confucianistas, que habían sido perseguidos hasta entonces, gozaron de nuevo del favor del emperador. Wudi fundó en el año 124 a.C. una Escuela de Administración donde los alumnos estudiaban los textos clásicos del confucianismo y, bajo su reinado, se inauguró el sistema de exámenes que serviría para seleccionar a los futuros funcionarios. El confucianista más influyente de aquella época fue Dong Zhongshu, cuyas teorías sirvieron para establecer una filosofía del poder. Recalcó que la autoridad del emperador formaba parte del orden natural del mundo y reivindicó la igualdad de todos los hombres eruditos, cualquiera que fuese su clase social. Desde entonces, los hombres eran juzgados por su talento y sus conocimientos, únicos requisitos válidos para entrar en el cuerpo de funcionarios. Sin embargo, Wudi se negó a proscribir, como se lo pedía Dong Zhongshu, las otras escuelas. De hecho, aunque el confucianismo se convirtió en filosofía de estado, Wudi se rodeó también para gobernar de hombres formados en la Escuela de los Legistas, pues las decisiones del emperador no respondían a criterios únicamente morales, sino que buscaban más bien remedios efectivos capaces de resolver los problemas. El taoísmo también fue representado en la corte por los alquimistas, y Wudi se dejó seducir por sus prácticas en busca del elixir de la inmortalidad, por el cual el emperador llegó a pagar grandes sumas de dinero.
El reconocimiento de los letrados por parte del poder central y su papel dentro de la administración dieron lugar a una poesía cortesana y erudita, que favoreció enormemente el auge de las letras chinas. El poeta más famoso de aquella época, Sima Xiangru, ocupó un lugar importante en la corte. En el año 120 a.C. fue creada la Escuela de Música, dirigida por el músico Li Yannian, favorito del emperador, quien le encargó componer nuevas melodías para las ceremonias religiosas. La nueva academia acogía cantantes, músicos y actores que componían las piezas que se iban a interpretar en la corte, y tenía por misión compilar canciones populares anónimas de todo el país, que los músicos y poetas no tardaron en imitar. Otro personaje esencial para las letras chinas en época del emperador Wudi fue el historiador Sima Qian. Sucedió a su padre, Sima Tan, gran astrólogo de la corte de Wudi. Sima Qian asumió el proyecto de su padre de escribir una historia de las dinastías anteriores. Su obra, que ofrece una documentación muy valiosa y tratada de una manera casi científica, contiene también cualidades literarias, todo lo cual le convirtió en el modelo más imitado por los historiadores futuros.
Las medidas tomadas por Wudi para sanear las finanzas del estado tuvieron éxito en un primer momento, pero resultaron a la larga insuficientes y la situación del país se degradó de nuevo. La importancia dada a la agricultura favoreció a los grandes terratenientes, mientras el número de esclavos empleados en el campo se incrementó considerablemente. Por otro lado, las empresas privadas se vieron reducidas y penalizadas por los impuestos. Grandes inundaciones, seguidas por épocas de sequía, agravaron las condiciones, ya de por sí difíciles, de los campesinos, y provocaron varias revueltas populares en el año 99 a.C. En la corte, la rivalidad entre la emperatriz y la primera concubina se transformó en guerra abierta, pues cada una de ellas quería imponer un heredero al trono. La familia todopoderosa de la concubina venció a la emperatriz, quien acabó con su vida tras ver a su familia masacrada por sus enemigos. Al final se eligió como heredero a Zhaodi, hijo de otra concubina, que sucedió a Wudi a los ocho años de edad.
Bibliografía
-
BAI, S. Breve historia de China (Beiying, 1984).
-
GOEPPER, R. La antigua China (Barcelona: Plaza y Janés, 1988).
-
KIM, S. La antigua China (Madrid: Historia 16, 1988).
-
MONTENEGRO, A. Historia de la China antigua (Madrid: Itsmo, 1974).
-
The Cambridge History of China (Cambridge: Cambridge University Press, 1976).
C. Marco Martínez / C. F. Brugidou