Westphalen, Emilio Adolfo (1911-2001).
Escritor peruano, nacido en Lima el 15 de julio de 1911 y fallecido en la misma ciudad el 17 de agosto de 2001.
Descendiente de familias de inmigrantes europeos, sus padres fueron Emilio Westphalen Wimmer y Teresa Milano Barbagelata. Estudió en el Colegio Alemán, donde ingresó en 1926, y tuvo por compañeros de estudios al poeta Martín Adán y al crítico Estuardo Núñez, con quienes compartió su interés por la literatura. Tras un frustrado intento por ingresar a la Escuela Nacional de Ingenieros, optó por la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde siguió estudios entre 1928 y 1932. Su inclinación literaria se acrecentó durante sus años universitarios -a lo que coadyuvó su descubrimiento de la poesía de José María Eguren-, y pronto publicó sus primeros versos en Mercurio Peruano, Amauta, Mundial y otras revistas de menor importancia. El reconocimiento popular le llegó, sin embargo, a partir de la publicación de su primer poemario, titulado Las ínsulas extrañas (Lima, 1933). Abolición de la muerte (Lima, 1935), su siguiente libro, confirmaría al escritor como uno de los principales exponentes de la vanguardia literaria latinoamericana. No obstante, a pesar de alta calidad de estos breves poemarios, su autor se negaría a reeditarlos durante varias décadas.
Poco antes de la publicación de Abolición de la muerte, Westphalen comenzó a relacionarse con el poeta peruano César Moro, a quien conoció en 1934. En mayo de 1935 colaboraría con él en la publicación del catálogo de la primera exposición colectiva de pintura surrealista realizada en Lima, en la Academia Alcedo. Esta muestra, que recogía obras de Moro y de los artistas chilenos Jaime Dvor, Waldo Parraguez, Gabriela Rivadeneira, Carlos Sotomayor y María Valencia, ha sido considerada «la primera exposición surrealista latinoamericana«. Westphalen colaboró publicando unos poemas de filiación surrealista, dando inicio a una breve etapa en la cual la influencia de este movimiento se manifiesta de forma clara en su obra. Tiempo más tarde, en diciembre de 1939, publicaría junto con Moro El uso de la palabra, revista de crítica y poesía de la que sólo salió un número, tras lo cual siguió un largo silencio poético del escritor, dedicado a trabajar como empleado en una compañía exportadora de minerales y metales. La amistad con Moro, al que considera como el único que merece el apelativo de surrealista en Hispanoamérica, perduraría hasta la muerte de éste en 1956, y es de destacar que fue Westphalen uno de los que más ha contribuido a la difusión de la obra de este notable y casi ignorado poeta y pintor peruano.
En mayo de 1947 apareció el primer número de Las Moradas, revista dirigida por Westphalen que puede ser considerada la publicación literaria más importante aparecida en Perú. Esta revista, fruto del esfuerzo personal de su director y de un selecto grupo de colaboradores, cumplió un papel renovador en la cultura literaria y artística peruana a pesar de su breve existencia (siete números entre 1947 y 1949), ya que recogió trabajos de notable factura de los mejores escritores peruanos del momento, que aparecieron junto a no menos brillantes contribuciones extranjeras, la mayoría de difícil acceso y excelentemente traducidas por el propio Westphalen o por César Moro. Desafortunadamente, el escritor no contó con el apoyo necesario para continuar editando la revista, así que en 1949, tras cancelar el proyecto, viajó a Nueva York para trabajar como traductor de la Organización de las Naciones Unidas (1949-56); cargo que también ejerció en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (1957-62), en Roma. Ya de vuelta en Perú fue incorporado a la Universidad de San Marcos como catedrático de Arte Precolombino del Perú y de América (1964).
Es por esas fechas que el escritor José María Arguedas, que por aquel entonces trabajaba como Director de la Casa de la Cultura del Perú, le encargó la dirección de la Revista Peruana de Cultura –del número 2 (IV-1964) al 7-8 (VI-1966)-. En enero de 1967 salió con el auspicio de la Universidad Nacional de Ingeniería el primer número de Amaru, otra destacada revista dirigida por Westphalen y que continuó la línea seguida por Las Moradas, si bien amplió su temática a la sociología, las matemáticas y otros campos de discusión. Publicó catorce números entre 1967 y enero de 1971.
En 1971 Westphalen fue nombrado agregado cultural a la embajada de Italia -cargo que desempeñó de julio de 1971 a marzo de 1977-, cargo que también desempeñó en las embajadas de México (de marzo del 77 a mayo del 80) y de Portugal (mayo de 1980 a julio de 1981), donde permaneció algunos años tras jubilarse. Mientras tanto, en Perú había comenzado un movimiento de revalorización de su poesía, iniciado a raíz de la publicación de Vuelta a la otra margen (Lima, 1970), una antología de los poetas vanguardistas peruanos, que logró su mejor manifestación en el homenaje que le tributó la revista Creación & Crítica en 1977 y el Premio Nacional de Literatura del Perú que le fue conferido el mismo año.
En junio de 1979 fue nombrado delegado oficial del Perú al Primer Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española celebrado en Las Palmas, Canarias. Este reconocimiento a la labor intelectual del poeta hizo necesario volver a tomar contacto con su poesía, lo que se logró con la publicación del libro Otra imagen deleznable… (México, 1980), que reunió los primeros poemarios de Westphalen con un tercer conjunto de poemas denominado Belleza de una espada clavada en la lengua, formado por poemas dispersos publicados entre 1930 y 1978 en revistas y catálogos. Otra imagen deleznable… terminó con el silencio que se había autoimpuesto el poeta y permitió por primera vez una divulgación amplia de su obra, debido a que sus primeros libros sólo se habían publicado en cortas ediciones de ciento cincuenta ejemplares cada una.
La estancia lisboeta sirvió para que Westphalen retornara a la creación poética con la publicación de las «plaquettes» Arriba bajo el cielo (Lisboa, 1982), poemas dedicados a su esposa Judith; Máximas y mínimas de sapiencia pedestre escuchadas al desgaire sin certificación de autenticidad (Lisboa, 1982), prosas poéticas; y Nueva serie de escritos (Lisboa, 1984), conjunto de alrededor de cincuenta textos breves en prosa y verso que en posteriores ediciones aparecerían con el nombre de Amago de poema-de lampo-de nada y del que forma parte la serie «El niño y el río», dedicada a José María Arguedas.
Una nueva recopilación de la obra poética de Westphalen, que incluye los primeros poemarios y también los recientemente mencionados, se tituló Belleza de una espada clavada en la lengua (Lima, 1986), libro que incluyó un conjunto de poemas inéditos bajo la denominación de Porciones de sueño para mitigar avernos. Una última compilación de sus trabajos poéticos, que comprende las prosas poéticas de Ha vuelto la diosa ambarina (México, 1988), es Bajo zarpas de la quimera. Poemas 1930-1988 (Madrid 1991), libro que consolida su prestigio como uno de los principales poetas vanguardistas hispanoamericanos. A estos libros debemos agregar Cuál es la risa (Barcelona, 1989), que reúne textos de Westphalen escritos entre 1935 y 1938, que se habían dado por perdidos y que fueron hallados y publicados por el escritor André Coyné sin la aprobación del poeta. Finalmente, el último conjunto de poemas conocido del autor se titula Falsos rituales y otras patrañas, publicado en el número 10 de la revista Gradiva (Bogotá, 1992).
Mención especial merece la variada producción ensayística de Westphalen, de la que existen dos recopilaciones con los títulos La Poesía los poemas los poetas (México, 1995) y Escritos varios sobre arte y poesía (Lima, 1996), que nos muestra la profunda cultura humanista del poeta a través de sus agudas reflexiones sobre arte moderno, arte precolombino, literatura, filosofía, psicoanálisis, matemáticas y demás temas. Y es que ante este autor nos encontramos, como señala Mario Vargas Llosa en la presentación del homenaje de la revista Creación & Crítica, ante «un caso de moral literaria sin concesiones«, de rigor creador y gusto estético refinado, «de él se puede decir que no ha escrito una sola línea, ya no que repugnara a sus convicciones, sino que fuera hija del mero compromiso, una forma u otra de rendición a la necesidad, a la amistad, a la facilidad«. Por otro lado, su contribución a la escena cultural peruana ha sido una de las más destacables en las últimas décadas y ha merecido el Premio Southern Perú a la creatividad humana (1997). El 30 de octubre de 1998 le fue entregado, en Orihuela (Alicante), el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández.
Bibliografía
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FERNÁNDEZ COZMAN, Camilo. Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen. (Lima: Naylamp Editores, 1990).
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Creación & Crítica, Nº 20, Lima, agosto de 1977. Número dedicado a Emilio Adolfo Westphalen.