Tunstall o Tonstall, Cuthbert (1474-1559).
Religioso británico, obispo de Londres y de Durham, nacido en Hackforth (condado de York) en 1474 y fallecido en Lambeth (Londres) el 18 de noviembre de 1559. Está considerado, junto a Santo Tomás Moro, como el máximo exponente de la legalidad católica romana en la época de la formación de la iglesia anglicana.
Tunstall fue hijo ilegítimo de un caballero noble del condado de York. Por esta razón, tal como era habitual en la época para los hijos bastardos de la nobleza, desde muy joven fue encaminado hacia la carrera eclesiástica. De esta forma, estudió aritmética y teología en las universidades de Oxford y Cambridge, y completó su formación intelectual y religiosa con una estancia en la universidad italiana de Padua entre los años 1506 y 1507, donde estudió leyes. A su regreso a Inglaterra, el arzobispo de Canterbury, William Warham, lo nombró canciller de su casa. Este oficio le permitió comenzar a moverse con soltura en las esferas políticas de la época, además de trabar amistad con diversos personajes políticos y literarios, principalmente Thomas Wolsey y Tomás Moro, con quienes compartía gustos afines en lo literario, en lo político y en lo religioso. Cuando Wolsey se hizo con el capelo cardenalicio, en 1514, reclamó a Tunstall para que le representase en diversas negociaciones diplomáticas, de cuyo éxito se derivó la entrada al servicio del cardenal. En 1522, gracias a la recomendación del ya canciller Wolsey, Tunstall fue nombrado obispo de Londres, como reconocimiento a la labor desempeñada. Ese mismo año vio la luz la gran obra de Tunstall, un excelente tratado de aritmética titulado De arte supputandi libri quattuor.
Como obispo de Londres, Tunstall fue el responsable de una decisión sin precedentes: en 1529 permitió que Tomás Moro leyese la gran cantidad de obras heréticas custodiadas en la biblioteca de la diócesis, con objeto de que el humanista realizase las refutaciones necesarias y la verdadera fe católica quedase salvaguardada. También durante ese mismo año acompañó a Moro, como embajador de Enrique VIII, a las negociaciones entre el monarca galo Francisco I y el emperador Carlos V, de las que resultaría la Paz de Cambrai (1529), causante de la caída de Wolsey como canciller y el nombramiento de Tomás Moro. Tal vez en previsión de futuras convulsiones, Tomás Moro recomendó a Tunstall que aceptase el obispado de Durham, algo más alejado de la metrópolis londinense, oficio que aquél aceptó inmediatamente. Con la ejecución de Moro (1535) y el ascenso al poder de quienes iban a dar rienda suelta al anglicanismo, Thomas Cromwell (antiguo compañero de Tunstall en el séquito de Wolsey) y, en especial, Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury desde 1533, Tunstall intentó encabezar al catolicismo romano de Inglaterra, como lo prueba el que redactase un tratado eucarístico en el que defendía la supremacía pontificia como cabeza de la Iglesia.
No obstante, tal vez escarmentado por la ejecución de quienes osaban contrariar al rey, o tal vez por su propia personalidad, poco dada a las polémicas, Tunstall prefirió aceptar la creación de la iglesia anglicana y centrar sus esfuerzos en detener cualquier tipo de innovación doctrinal contraria a los preceptos del catolicismo. Esta posición, que podría denominarse como «contrarreformista interno», le valió a Tunstall cierta simpatía del rey Enrique, que siempre lo consideró como un leal servidor de la corona y, como tal, le recompensó con la presidencia del Consejo del Norte, una de las divisiones administrativas de la monarquía, entre 1537 y 1538, cuando Tunstall todavía continuaba al frente de la diócesis de Durham. Otra prueba de que, a pesar de su veta de ferviente católico, Tunstall contaba con la simpatía regia, estriba en que, tras la muerte de Enrique, el obispo de Durham fue uno de los integrantes del consejo de regencia del nuevo rey, Eduardo VI, hijo y sucesor de Enrique en 1547. A pesar de ello, la persecución contra los católicos de los distintos favoritos de Eduardo VI, primero el duque de Somerset, Edward Seymour, y, posteriormente, el duque de Northumberland, John Dudley, finalizó con la deposición de Tunstall como obispo de Durham en 1552, por las fehacientes pruebas de no aceptar la interposición regia en materia de religión.
Cuando murió Eduardo, en 1553, Tunstall fue de los que rápidamente alzaron la voz para derribar a Juana Grey, nieta de Enrique VIII, que había sido designada heredera del trono gracias al ascendente del duque de Northumberland (suegro, a la sazón, de Juana Grey) sobre el fallecido monarca. El clamor popular se contagió del discurso de Tunstall, lo que hizo posible que María Tudor subiese al trono inglés en 1554. La vuelta al catolicismo como religión inglesa significó también el regreso de Tunstall al obispado de Durham con plenos poderes, pero la situación había variado demasiado desde aquellos primeros tiempos de la reforma. María Tudor impuso el catolicismo a través de la sangre, decapitando y asesinando a los protestantes, hecho que sumió al ya anciano Tunstall en una crisis profunda. Cuando María Tudor falleció (1558) y el trono recayó en Isabel I, Tunstall ya sabía que la suerte del catolicismo en Inglaterra estaba echada, y que el triunfo del anglicanismo era imparable. Aun así, fue uno de los clérigos que rechazó firmar el Acta de Supremacía en 1559, mediante el cual el estamento religioso inglés acataba la dirección eclesiástica por parte de la monarquía inglesa. En el caso de Tunstall, además de ser coherente con la actitud que había seguido durante toda su vida, también fue su última actividad política conocida, pues fallecería a los pocos meses en el transcurso de un viaje a Londres. Con su fallecimiento también se ponía fin al último bastión del catolicismo en Inglaterra.
Bibliografía
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HACKETT, F. Enrique VIII y sus seis mujeres. (Barcelona; 1976).
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MORGAN, K.O. The Oxford History of Britain. (Londres: Oxford University Press, 1988).