Tombaugh, Clyde (1906-1997).


Astrónomo estadounidense, nacido en Streator (Illinois) el 4 de febrero de 1906, y fallecido en Las Cruces (cerca de Mesilla Park, Nuevo México) el 17 de enero de 1997. En 1930 localizó por vez primera el noveno planeta del Sistema Solar, Plutón, valiéndose del método denominado centelleo.

Marcado desde su niñez por una viva curiosidad intelectual y una acusada predilección por los saberes científicos, durante su adolescencia se decantó por los estudios de Astronomía, en los que se inició -alentado por la afición de su progenitor- por medio de un viejo telescopio de 2’5 pulgadas que adquirió en un almacén de su localidad natal, entre otros utensilios de segunda mano.

Entusiasmado por los avances que consiguió con este modesto equipo de observación, él mismo pasó a construirse un nuevo y potente telescopio de 9 pulgadas, que dio por concluido en 1928, después de haber empleado en su fabricación múltiples piezas de otros aparatos inservibles (muchas de ellas procedentes de un viejo automóvil de su padre). Fue tal su acierto y precisión en la construcción de este nuevo instrumento, que con él pudo observar minuciosamente algunos aspectos poco conocidos de Marte y Júpiter.

El joven Tombaugh, consciente de la importancia de estas observaciones que había realizado siendo tan sólo un astrónomo aficionado, decidió ponerlas en conocimiento de los grandes especialistas en la materia que trabajaban en el famoso Observatorio Lowell, ubicado en Flagstaff (Arizona). Envió allí los dibujos que había realizado en el otoño de 1928, después de haber dedicado muchas horas a la contemplación de ambos planetas desde la región oeste del estado de Kansas, y sorprendió con este material a Vesto Melvin Slipher (1875-1969) -a la sazón, director del citado Observatorio Lowell-, quien cursó de inmediato una invitación al joven Tombaugh para que se incorporase a su equipo durante un período de prueba de tres meses. Slipher no supo disimular su grato asombro al comprobar que los dibujos de Marte y Júpiter realizados por un simple aficionado contemplaban los detalles más insignificantes captados recientemente por sus mejores equipos fotográficos.

En 1905, el astrónomo estadounidense Percival Lowell (1855-19169, fundador del Observatorio que llevaba su nombre, había predicho la existencia de un planeta -hasta entonces desconocido- más allá de Neptuno. Lowell basaba esta predicción en el descubrimiento de Neptuno por parte de John Couch Adams (1819-1892) y Urbain Le Verrier (1811-1877) a mediados del siglo XIX; ambos astrónomos, cada uno por su cuenta, había detectado ciertas discrepancias con las predicciones de la gravitación en la órbita de Urano, y atribuyeron estos desajustes a la presencia de un planeta más lejano, que resultó ser Neptuno. Lowell, consciente de que algunos de dichos desajustes aún perduraban, tuvo el convencimiento de que, además de Neptuno, había un planeta aún más lejano que habría de ser, en definitiva, el responsable último de estas extrañas alteraciones gravitatorias. Bautizó dicho cuerpo sideral con el enigmático nombre de Planeta X, y llegó incluso a predecir su posición, aunque fue incapaz de localizarlo; pero, lejos de desanimarse, fundó y dirigió hasta su muerte un observatorio cuyo objetivo principal era la detección del objeto predicho por él.

En ello andaba ocupado el susodicho Slipher y su equipo de astrónomos cuando recibieron al joven Tombaugh, sobre el que recayó, al poco de su llegada al Observatorio Lowell, una tarea mecánica: la búsqueda metódica de nuevos cuerpos celestes -y, especialmente, del perseguido Planeta X- por medio del procedimiento conocido como centelleo, que consiste en la comparación de dos fotografías de la misma región sideral, tomadas con cierto intervalo de tiempo entre una y otra. Luego se proyectan alternándolas con suma rapidez, y procurando que los astros fijos coincidan; así, si algunos de los puntos luminosos captados en ambas fotografías varía de posición durante esta rápida alternancia, se deduce que puede tratarse de un planeta, y se procede a investigarlo con mayor detenimiento.

Ocupado en este proceso, Tombaugh detectó, el 18 de febrero de 1930, la oscilación de un pequeño objeto en la constelación de Géminis. Antes de que hubiera transcurrido un mes -concretamente, el día 13 de marzo de dicho año, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Percival Lowell-, el observatorio de Flagstaff anunció al mundo el descubrimiento del noveno planeta del Sistema Solar, al que se le asignó el nombre de Plutón (que, en la Mitología romana, era el dios de la región del Averno, hermano de Júpiter y Neptuno).

Según algunos astrónomos, se eligió este nombre porque sus dos primeras letras coinciden con las iniciales de Percival Lowell. Sea o no verdadera esta suposición, lo cierto es que, para decepción de los astrónomos del observatorio de Flagstaff, el nuevo objeto descubierto resultó ser demasiado pequeño para producir, con su reducida masa, las alteraciones observadas en la órbita de Urano. De ahí que la búsqueda del Planeta X predicho por Lowell haya continuado -sin éxito aparente- hasta nuestros días, y que el hallazgo de Plutón por parte de Clyde Tombaugh se atribuya actualmente a la mera casualidad.

Tras este importante descubrimiento, Tombaugh se dedicó a ampliar sus estudios e investigaciones astronómicas, que a lo largo de su larga y fructífera trayectoria vital -murió cuando estaba a punto de cumplir los noventa y un años de edad- le condujeron a descubrir seis cúmulos globulares, dos cometas, docenas de cúmulos de galaxias y varios centenares de asteroides.

En 1932 descubrió una Nova en la constelación del Cuervo (Corvi). Por aquel tiempo, tras haber contraído matrimonio con Patricia Edson (1934), obtuvo el título universitario de graduado en Astronomía (1936) y dejó, así, de ser considerado por muchos como un mero aficionado que había tenido la fortuna de dar con un nuevo planeta.

Forzado a abandonar, en 1945, su puesto de trabajo en observatorio Lowell por problemas presupuestarios, marchó a Nuevo México y ocupó el cargo de Jefe de medidas ópticas en el laboratorio de investigaciones balísticas (1946). En 1961 ocupó una plaza de profesor de Astronomía en la Universidad Estatal de Nuevo México, y en el seno de esta institución docente puso en marcha un ambicioso Programa de Investigación Astronómica que, durante muchos años, fue uno de los más avanzados del mundo. Además, promovió la construcción de un potente telescopio con el que desarrolló su trabajo a partir de 1967.

Clyde Tombaugh fue autor de varios libros en los que dejó constancia impresa de sus hallazgos y teorías; entre ellos, cabe recordar los titulados The search for small natural Earth satellites (La búsqueda de los satélites naturales pequeños de la Tierra, 1959), Lectures in aerospace medicine (Lecturas de Medicina aeroespacial, 1960-1961), The transneptunian planet search (La búsqueda del planeta transneptuniano, 1961) y Out of darkness: the planet Pluto (De las tinieblas: el planeta Plutón, 1980).

JRF