Tizón, Héctor (1929-2012)
Narrador, periodista, abogado, magistrado y diplomático argentino, nacido en Yala (en la provincia de Jujuy) el 21 de octubre de 1929 y fallecido en Jujuy, el 30 de julio de 2012.
Hombre de vastas inquietudes humanísticas y firme vocación cosmopolita, cursó estudios superiores de Leyes y, tras desempeñar diferentes oficios que le permitieron mantener un estrecho contacto con la escritura (como el de periodista), entró en la carrera diplomática para representar al gobierno de su país entre 1958 y 1962. Posteriormente, se vio forzado a abandonar Argentina entre 1976 y 1982, con motivo de la violenta dictadura impuesta por los militares, por lo que, entre sus actividades diplomáticas y su exilio forzoso, residió durante largos períodos en algunas de las principales capitales que crecen a ambos lados del Atlántico (como México, París y Madrid), así como en otras ciudades de antigua tradición cultural (como Milán). A pesar de ello, Héctor Tizón regresó siempre que pudo a su localidad natal de Yala, a la que definió como «su lugar en el mundo», y en la que residió para desplazarse a diario a la vecina capital de Jujuy, donde ejerció como Juez de la Corte Suprema de la Provincia.
Se dio a conocer como escritor a comienzos de los años sesenta, durante el desempeño de sus misiones diplomáticas en México, donde publicó su primera novela, titulada A un costado de los rieles (1960). A partir de entonces, Héctor Tizón fue publicando una asombrosa producción narrativa que, firmemente ligada a sus raíces, a su lugar de origen y los mitos y leyendas de los suyos, le situó entre las grandes voces de la narrativa argentina contemporánea, al lado de otros autores de su generación como Antonio di Benedetto (1922-1986) y Daniel Moyano (1930-1992). La importancia de su obra queda patente en la traducción de algunos de sus títulos al francés, el inglés, el ruso, el polaco y el alemán, así como en su distinción, por parte del gobierno francés, con el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.
Entre sus obras más notables, resulta obligado destacar algunos libros tan relevantes en la historia de la literatura argentina de la segunda mitad del siglo XX como Fuego en Casabindo (1969), El cantar del profeta y el bandido (1972), El jactancioso y la bella (1972), Sota de bastos, caballo de espadas (1975), El traidor venerado (1978), La casa y el viento (Buenos Aires: Legasa, 1983), Recuento (Buenos Aires: Ed. Del Sol, 1984), El hombre que llegó a un pueblo (Buenos Aires: Legasa, 1988), El viaje (Buenos Aires: Punto Sur, 1988), El gallo blanco (Buenos Aires: Arte Gráfico, 1992), Luz de las crueles provincias (Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 1995), Tierras de frontera (Jujuy: Universidad de Jujuy, 1997), La mujer de Strasser (Buenos Aires: Perfil, 1997) y Extraño y pálido fulgor (1999). A finales del siglo XX han aparecido también varias muestras antológicas y recopilatorias de sus textos narrativos, como la titulada Obras escogidas (Buenos Aires: Perfil, 1998). Asimismo, ha colaborado en el volumen colectivo La escritura argentina (Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 1992). En 2004 publicó un libro de ensayos titulado No es posible callar y al año siguiente se publicó al fin en España La casa y el viento.
En la evolución de la narrativa austral de la segunda mitad del siglo XX, Héctor Tizón figura -junto a los ya citados Di Benedetto y Moyano- dentro de un grupo muy destacado de escritores que, en la década de los años sesenta, aportan un afán de renovación formal y temática basado en postulados estéticos realistas, pero enriquecidos con nuevos registros y formulaciones originales que los alejan de los esquemas canónicos del realismo tradicional. Son todos ellos autores que provienen del interior del país, aunque desprovistos de esa intención regionalista y explotadora de lo pintoresco que parecía alentar, hasta la fecha, a otros escritores argentinos procedentes de sus mismos ámbitos geo-culturales. Así, en la espléndida prosa de ficción de Héctor Tizón -y, de forma muy señalada, en sus novelas Fuego en Casabindo (1969), El cantar del profeta y el bandido (1972) y Sota de bastos, caballo de espadas (1975)- la exclusión del referente urbano como escenario donde se desarrolla la mayor parte de la trama hace posible la inclusión de un nuevo espacio regional que, lejos de los modelos tradicionales del pintoresquismo decimonónico o del indigenismo del siglo XX, aparece descrito bajo un enfoque experimental que permite equiparar nuevas aventuras formales a la también innovadora reelaboración de los mitos y las costumbres propias de dichas latitudes geográficas. Estas inquietudes estilísticas, acompañadas por una atenta elaboración reflexiva de los procedimientos lingüísticos, pueden detectarse fácilmente en los textos de Tizón y Di Benedetto, demasiado singulares -en su radical originalidad- como para adentrarse por los senderos del realismo mágico que acaba hollando, con cierta autocomplacencia, la narrativa de Moyano.