Tepes, Vlad. Príncipe de Valaquia (ca.1428-1476).
Conde rumano, nacido hacia 1428 y muerto en 1476, más conocido como «Drácula«, en cuya figura histórica se inspiró Bram Stoker para escribir la célebre obra del mismo título.
El apodo fue una herencia de su padre, príncipe del antiguo señorío de Valaquia, situado a orillas del Danubio, a quien sus súbditos concedieron el calificativo de Dracul (término rumano que significa ‘el Diablo’) por su extrema crueldad. El pequeño Vlad, tercero de los hijos del señor de Valaquia, fue desde su infancia Draculea, o lo que es lo mismo, ‘hijo del Diablo’, sobrenombre al que se añadió con el tiempo el no menos terrible de Tepes, ‘el Empalador’, por ser este el castigo que aplicaba contra sus enemigos.
Los escasos datos biográficos que ha transmitido la historia acerca de este personaje no son demasiado esclarecedores. Todo parece indicar que nació cerca de la ciudad transilvana de Sighisoara, donde vivía su padre por aquel entonces, en fecha que se desconoce, y casi seguro tuvo que ayudar desde muy joven a defender el trono de Valaquia, por el cual luchaban húngaros y rumanos desde hacía mucho tiempo; de hecho, la mayor de sus preocupaciones durante su vida fue conservar el principado, para lo cual tuvo que aliarse con sus enemigos declarados, los turcos. Sus deseos de recuperar su trono, que le había sido arrebatado por el príncipe húngaro Vladislav II, le hicieron alejarse poco a poco de los turcos y, hacia 1456, estrechar relaciones con el príncipe Iancu de Hunedoara, quien años antes había hecho ejecutar al padre de Vlad, y que a la sazón luchaba con el príncipe Vladislav por la posesión de las ciudades que éste tenía en Transilvania.
Tepes no desaprovechó la oportunidad que se le presentaba de recuperar de nuevo el control de sus dominios y, viendo que el rey de Bohemia, Ladislao V de Habsburgo, veía peligrar sus intereses en la zona en conflicto, solicitó de éste un ejército con el que entrar en combate y, pocos meses más tarde, volvía a reinar en Valaquia. En 1457, los príncipes húngaros y alemanes, temerosos del fuerte impulso independentista que el valaco estaba imprimiendo a su reinado, se aliaron entre sí y emprendieron una campaña popular contra él, que terminó cuando Vlad hizo empalar a los cabecillas rebeldes, a los que previamente había hecho cavar sus tumbas. Así pues, el que para unos era un héroe nacional, ardiente defensor de la independencia de su país, para otros fue un sádico, que torturaba a sus víctimas innecesariamente, tan sólo por su propio placer.
Una vez establecido en su trono, el siguiente problema que Tepes tenía que encarar era la cuestión turca, que en los últimos tiempos se había visto agravada ante la negativa del valaco a pagar tributos. Cuando el sultán Muhammad II le citó cerca de Bucarest con una excusa banal, Vlad fingió caer en la trampa, e incluso acudió con generosos regalos para el de la media luna, quien, confiado en su astucia, no se dio cuenta de que los encargados de transportar los ricos presentes eran soldados del séquito del príncipe, que apresaron a los otomanos y volvieron con ellos a Tirgovisthe, la capital valaca, donde una vez más se ejecutó con ellos el castigo que había hecho famoso a Draculea, el empalamiento.
Animado por el triunfo, el voivoda continuó avanzando hacia Estambul sobre la orilla derecha del Danubio, diezmando las tropas turcas -sus víctimas se contaron en número de veinticuatro mil, entre soldados y civiles, como cuenta él mismo en una carta dirigida al soberano Matías Corvino-; la oportunidad de poner fin al poderío turco era, pues, de oro, algo que no supieron ver los príncipes cristianos, que no prestaron al valaco ninguna ayuda. Así las cosas, el sultán Muhammad II reunió el mayor ejército jamás visto -un cronista de la época da la cifra, sin duda exagerada, de doscientos cincuenta mil hombres- y aprestó a los hombres a la lucha, que estaría reforzada por una flota en el Danubio. Contra todo este aparato bélico, Vlad sólo podía oponer su pequeño ejército de diez mil hombres y recurrir a estrategias como la «guerra de guerrillas» y la «tierra quemada» que, sin embargo, le valieron el triunfo sobre el Sultán. Éste se vio obligado a ordenar la retirada y presentar la rendición, pero mediante una serie de intrigas políticas consiguió que el propio rey Matías ordenase encarcelar a Tepes. Durante los doce años que duró su cautiverio, desde 1462 a 1475, fue su hermano Randu quien ocupó el trono de Valaquia, que puso prácticamente en manos turcas.
La historia no aclara debidamente en qué momento Vlad consiguió salir de la prisión, pero se tiene constancia de que tomó parte en la batalla de Vaslui, en la región de Moldavia, el 10 de enero de 1475, a las órdenes de Esteban Báthory, y también de que al año siguiente el príncipe volvía de nuevo a tomar posesión de su trono. Pocas semanas más tarde fue sorprendido sin su escolta por los turcos, asesinado a traición y su cabeza fue exhibida en Estambul. Fue sucedido en el trono por su hermano Randu, que reinó hasta 1500.
Enlaces de internet
http://www.eskimo.com/~mwirkk/vladhist.html;Página sobre la historia del príncipe Vlad (idioma inglés).