Sigüenza y Góngora, Carlos de (1645-1700).


Astrónomo, geógrafo y poeta mexicano, nacido en México de padres españoles en 1645, y fallecido en este país en 1700.

La renovación de las ciencias físico-matemáticas durante el último tercio del siglo XVII, encabezada en España por figuras como José Zaragoza y Tomás Vicente Tosca, se extendió también a los principales núcleos intelectuales de la América española y muy especialmente a México. Sigüenza fue su principal protagonista en la capital novohispana.

Hijo de madrileño y andaluza, Sigüenza se formó con los jesuitas en el mismo México; ingresó en la Compañía a los quince años, aunque fue expulsado a los veintidós. Ordenado sacerdote, fue nombrado más tarde catedrático de matemáticas de la Universidad de México y cosmógrafo real. Publicó numerosos escritos sobre temas muy diversos y fue un erudito original, poseedor de valiosas colecciones, entre las que se encontraba el códice náhuatl hoy llamado Jeroglífico de Sigüenza. Como científico, cultivó principalmente la astronomía y también la cartografía y las matemáticas.

En un principio, tras abrazar el estado eclesiástico, se dedicó a la enseñanza, y desempeñó por espacio de veinte años una cátedra de filosofía en la Universidad de México. Compuso varios escritos sobre los caracteres geográficos utilizados por los indígenas de América, para lo cual empleó mucho tiempo en investigaciones laboriosas; pero todos estos trabajos se perdieron en el incendio que hubo en México en 1692. Los continuó, sin embargo, en la Biblioteca del duque de Alba, la única que se salvó de las llamas y que le ofreció aquel magnate, legándosela después de su muerte. Escribió además los poemas titulados: Ver indicus, Triunphus parthenicus.

Fue nombrado geógrafo de Carlos II, y debido a su cargo de cosmógrafo, publicó almanaques en los que incluyó cuidadosas observaciones astronómicas, así como pronósticos astrológicos. Carecía de convicción en su labor de astrólogo, que distinguió cuidadosamente de la de astrónomo, aunque en su Lunario de 1679 anotó que «se conspiraba lo infausto de los eclipses a nuestro daño». Con motivo del cometa de 1680, mantuvo una polémica con varios autores que consideraban los cometas como aberraciones portentosas de orden natural. Entre ellos, se encontraba el jesuita de origen bávaro Francisco Eusebio Kühn o Kino, con el que Sigüenza había tenido hasta entonces una buena amistad y al que consideraba un excelente científico. Sigüenza rechazó la concepción de los cometas como «monstruos», y afirmó que eran «individuos naturales y regulares en su comética especie». Reconoció que ignoraba su origen pero, siguiendo a Pierre Gassendi, rechazó que se formaran en las manchas solares. Midió las paralajes del cometa de 1680 para probar su ubicación supralunar. Observó asimismo, con telescopio y cuadrante, el eclipse solar del 21 de agosto de 1691, y determinó la longitud de la ciudad de México utilizando las tablas astronómicas de Tycho Brahe.

La cosmología de Sigüenza era una combinación ecléctica de la teoría ptolemaica (véase en Claudio Ptolomeo) y de observaciones modernas. Utilizó elementos de la teoría de Copérnico sin admitirla explícitamente, defendiendo un sistema similar al de Tycho Brahe. Consideraba a Mercurio y a Venus como satélites del Sol que, junto a la Luna, giraban alrededor de la Tierra. Pensaba, como Galileo, que el Sol giraba en torno a su propio eje.

Sigüenza estuvo muy influido por los novatores españoles. Los parágrafos 290-291 de su Libra astronómica demuestran que estaba familiarizado con la esfera celeste de José de Zaragoza y, a través de esta obra, con las observaciones de Vicente Mut. En el mismo lugar, cita también los comentarios que Henry Oldenburg había publicado en las Transactions de la Royal Society. Conocía extraordinariamente bien la ciencia europea de su tiempo, por lo que le molestó la insinuación de Kino de que sus observaciones no eran válidas porque no había estudiado en Alemania, sino metido «entre los cañizales y espadañas de la mexicana laguna».

Como matemático, fue un seguidor de la línea cartesiana (véase Descartes). Lo mismo que Zaragoza, insistió en la necesidad del uso de las matemáticas, en especial el de la geometría, como instrumento de la observación astronómica.

Sigüenza fue un excelente cartógrafo. Trazó un mapa de la bahía de Peñíscola, tras haber participado como cosmógrafo en la expedición, dirigida por Andrés de Pes, que en 1693 recorrió la costa del golfo de México. Su mapa de Nueva España, publicado en 1675, fue el primero que incluyó todo el virreinato. Hizo también un mapa «de las aguas que vienen a la laguna de Texcoco», al ocuparse en 1691-1692 de los problemas de drenaje de la ciudad de México. Innovador incluso a la hora de su muerte, su último escándalo fue donar su cuerpo para la práctica de la disección.

Bibliografía.

Fuentes.

Libra astronómica y philosophica…, México: Her. de Vda. de B. Calderón, 1690. Reproduce en este libro su obra Manifiesto Philosophico contra los cometas despojados del imperio que tenian sobre los tímidos, publicada por su autor en México, 1681, de la que no se conocen ejemplares. Hay una edición de la Libra por Bernabé Navarro, presentada por José Gaos (México, 1959).Descripción de la Vaia de Santa María del Galbe (alias Pensacola), de la Movila, y Río de la Paliçada en la costa Septentrional del seno Mexicano, México, 1693.Mapa de las aguas que (por) el círculo de noventa leguas vienen a la laguna de Texcoco, edición dirigida por José de Alzate, México, 1787 (fue también reimpreso por Tomás López, en Madrid, 1783).

Estudios.

PÉREZ SALAZAR, F.: Biografía de D. Carlos de Sigüenza y Góngora, seguida de varios documentos inéditos, México, 1928.LEONARD, I. A.: D. Carlos de Sigüenza y Góngora, a Mexican Savant of the XVIIth Century, Berkeley: University of California Press, 1928.SÁNCHEZ LAMEGO, M. A.: El primer mapa general de México elaborado por un mexicano, México, 1955.SANTILLÁN GONZÁLEZ, B.: Don Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700), con unas notas para la biblioteca científica de su época, México, 1956.TRABULSE, E.: Ciencia y religión en el siglo XVII, México: Colegio de México, 1974.

Thomas F. GLICK José María LÓPEZ PIÑERO