Severino, San (¿-482).


Religioso de origen desconocido, del que se desconocen sus datos biográficos, si bien se sabe que llegó en el año 454 a Nórica como apóstol, que hablaba en latín y sabía mucho del Oriente.

Durante treinta años sembró Austria y Baviera de iglesias y monasterios al modo agustianiano; no le importaban las caminatas sobre la nieve o la carencia de provisiones. Renunció humildemente a un nombramiento de obispo. Ante la reina de los Rugios, Gisa, arriana, defendió la liberación de los esclavos. El año 482, en la fiesta de la epifanía, anunció su muerte; aconsejó a cristianos y religiosos ser fieles al Evangelio ante las invasiones que se avecinaban, después recibió el salmo: «Alabad al Señor en sus santos». Seis años más tarde, sus cristianos descubrieron el cuerpo de Severino incorrupto, y en una carreta lo llevaron hasta Luculanum, en Nápoles, y de allí pasó al monasterio de san Severino. La liturgia lo conmemora el 8 de enero.