Sanz, Alejandro (1968-VVVV).


Cantante y compositor musical español, nacido en Madrid el 18 de diciembre de 1968. Inscrito en el registro civil como Alejandro Sánchez Pizarro, alcanzó gran celebridad en España y América con su nombre artístico de Alejandro Sanz, con el que triunfó con cantautor después de haberse dedicado con notable acierto a componer canciones para otros intérpretes.

Aunque madrileño de nacimiento, siempre se ha sentido muy ligado por vínculos afectivos a Andalucía, y especialmente a la tierra gaditana de donde proceden sus progenitores, Jesús Sánchez Madero y María Pizarro Medina. De ellos heredó su afición a la música, actividad a la que estuvo muy unido su padre durante sus años juveniles, primero en calidad de miembro de diferentes grupos de escasa resonancia (como «El Trío Juventud» y «Los Tres de la Bahía»), y más tarde como cantante de estudio.

Fruto de estos contactos profesionales de su padre con el mundo de la música fue la relación de la familia Sánchez-Medina con el afamado compositor Manuel Alejandro (1935- ), uno de los creadores más inspirados de la música española e hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX, que ha surtido de numerosos éxitos a artistas de la talla de Raphael (1942- ) o Rocío Jurado (1946- ). Como si el destino hubiese querido señalar desde un principio la trayectoria musical que habría de seguir el pequeño Alejandro, fue precisamente el célebre compositor jerezano quien le apadrinó en la pila bautismal.

Creció como un muchacho más del popular barrio de Pueblo Nuevo en el que tenía su domicilio, aunque algo retraído a la hora de integrarse en los juegos colectivos, pues prefería jugar con la guitarra que el regalaron a los siete años de edad. Su entretenimiento favorito era inventarse canciones que dejaba registradas en una modesta grabadora doméstica.

Pasaba todos los veranos en Andalucía, fascinado por la luz, el ambiente, el colorido del Sur de España, así como por la idiosincrasia de sus gentes. Luego, durante los largos inviernos en Madrid, seguía apegado a su guitarra, sin demostrar gran interés por los estudios.

Cuando tenía trece años de edad, se trasladó con su familia al barrio de Moratalaz, donde comenzó a integrarse un poco más en las pandillas juveniles, en parte debido al inicio de sus estudios de bachillerato. Pero, al comprobar que seguía mostrando poco interés por la vida académica, sus padres le sacaron del instituto y le inscribieron en un centro de formación profesional, con la esperanza de que algún día se ganara como contable. Unos años después, el propio Alejandro, ya en la cima del panorama musical hispanoamericano, habría de contratar al director de esa escuela para que se hiciera cargo de las complejas operaciones de contabilidad que generaba su éxito.

Aún en plena adolescencia, decidió que quería dedicarse de lleno a la música y, en repetidas ocasiones, se escapó de su casa con su guitarra como único bagaje, para recorrer los diferentes lugares turísticos de la costa andaluza, cantando en tabernas y restaurantes a cambio de un plato de comida. Consciente de que su futuro profesional podía estar en lo que era también su vocación, empezó a tomar clases de guitarra y pronto consiguió algunos trabajos en unos estudios de grabación, donde le contrataron para hacer los coros y el acompañamiento musical de algunos cantantes que, por aquel entonces, habían alcanzado un gran nivel de popularidad, como Tino Casal (1946-1991).

A pesar de estos trabajos eventuales, pasaba, por aquel tiempo, graves apuros económicos, pues en los estudios de grabación apenas le pagaban y tenía que afrontar sus gastos cotidianos con el dinero que le daban en casa. Su primer sueldo como «profesional» de la música lo cobró a los dieciséis años de edad, poco antes de tomar el nombre artístico de Alejandro Magno y lanzar su primer disco, una extraña mezcla de flamenco y pop -muy en boga en los años ochenta- que llevaba por título Los chulos son pa cuidarlos.

Esta opera prima pasó prácticamente inadvertida para la crítica y el público, pero le permitió establecer ciertos contactos con los profesionales del mundillo musical madrileño. Por aquel tiempo, los cazatalentos de las casas discográficas demostraron no estar muy al tanto de los gustos de la juventud del momento, ya que en varias de ellas rechazaron una maqueta presentada por Alejandro Sanz, con nuevas canciones que, andando el tiempo, habría de constituir la mayor parte de su exitoso álbum Viviendo deprisa, producido por WEA latina en 1991.

Mientras recorría los despachos discográficos con su nueva maqueta, Alejandro Sanz comprendió que, sin apartarse del mundo de la música, podía ganarse la vida con otras actividades distintas a la de cantante. Fue así como comenzó a componer letras y melodías para otros grupos y solistas, como «Los Chicos De Tass» y Juan Carlos Valenciaga, al tiempo que se lanzaba a la carrera de la producción intentando lanzar el grupo Laventura.

Sin embargo, la relación profesional establecida con la WEA latina pronto empezó a dar sus frutos, y Alejandro Sanz se convirtió en un ídolo de la juventud española -fundamentalmente, de su sector femenino- de la noche a la mañana. Comprobado el alto nivel de ventas que estaba alcanzado su álbum Viviendo deprisa, sus promotores organizaron un concierto en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, a beneficio del Fondo de las Naciones Unidas. El recital se celebró el día 14 de noviembre de 1991, con el recinto lleno a rebosar, y un público entregado que, como empezó a ser habitual a partir de entonces, coreaba las letras de las canciones de Alejandro Sanz mientras éste las iba desgranando.

El cantante madrileño emprendió, a raíz de este temprano éxito, una serie de giras y conciertos que llevaron su voz a todos los rincones de España y numerosos lugares de Hispanoamérica. Su sorprendente ascenso en el panorama musical en habla hispana de comienzos de los años ochenta quedó bien plasmado en los siete discos de platino que cosechó con este álbum, del que se vendió más de un millón de copias.

Entretanto, Sanz iba componiendo pausadamente los temas de su próxima entrega, que se hizo esperar hasta 1993. Se trata de Si tú me miras, un álbum que, producido también por la WEA latina, lanzó definitivamente al madrileño al estrellato. Una buena prueba del prestigio que, por aquellas fechas, ya había alcanzado Alejandro Sanz entre la crítica y los colegas la constituye el hecho de que en este trabajo colaboraran algunas figuras de la talla del guitarrista Paco de Lucía (1947- ), el teclista Chris Cameron -que había acompañado, al piano o a los teclados, a grandes «monstruos» como George Michael (1963- ), Billy Ocean, Alison Moyet o Terence Trent D’Arby- y el músico Nacho Mañó, promotor de un grupo «mítico» de la Movida de los Ochenta: «Presuntos Implicados». Paradójicamente, este singular trabajo no alcanzó los éxitos de ventas cosechados por Viviendo deprisa, a pesar de contar con dichos brillantes colaboradores y de presentar el esfuerzo de un Alejandro Sanz mucho más maduro y curtido, tanto en su faceta de letrista como en su condición de compositor musical.

Consciente de hallarse, por aquel entonces, en la cresta de la ola musical, en 1994 el cantante madrileño lanzó el disco recopilatorio Alejandro Sanz Básico, editado en tirada especial, muy limitada, como homenaje a sus seguidores más fieles. Se trata de una selección acústica de los mejores temas que había incluido en sus trabajos anteriores.

Pero no transcurrió mucho tiempo sin que sus incontables fans tuviesen a mano un nuevo trabajo original de su ídolo, presentado bajo el título de Alejandro Sanz III (1995). Grabado en Venecia, este álbum de la joven estrella de la música popular española puso de manifiesto que su fama había comenzado ya a traspasar las fronteras de la Península Ibérica para situarle en las listas de los discos más vendidos de diferentes países de América y Europa.

Este trabajo contenía el single «La fuerza del corazón», con el que Alejandro Sanz, lejos de las probaturas experimentales realizadas en discos anteriores, buscaba y consiguió relanzar esa imagen de nuevo ídolo juvenil de los años noventa que se había labrado con los temas de su primer álbum. Y, esta misma estética y comercial, lanzó al cabo de dos años un nueva colección de canciones, presentada bajo el sobrio y sencillo título de Más (1997), en la que figuraba un tema que estaba llamado a encaramarse a los puestos cimeros de las listas de discos más vendidos de todos los países de habla hispana.

En efecto, «Corazón partío» convirtió de inmediato a Alejandro Sanz en uno de los cantantes y compositores más galardonados de la historia reciente de la música en lengua española. En la II edición de los Premios de la Música de 1998, el artista madrileño fue el triunfador absoluto de la velada, al resultar recompensado con los premios al mejor autor, al mejor artista pop, al mejor tema del año («Corazón partío»), al mejor vídeo musical y mejor álbum del año (Más). En cuestión de días, el tema se había convertido en un clásico de la música popular, emitido a todas horas por la radio y la televisión, y escuchado y tarareado en cualquier parte.

A partir de entonces, los premios -a los que ya estaba acostumbrado Alejandro Sanz en España e Hispanoamérica- comenzaron a lloverle en todos los rincones del planeta. En el verano de 2000 fue galardonado en Bruselas con el premio «Platinum Europe», otorgado por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) al solista (o al grupo musical) que, en el curso de un años, ha vendido más de un millón de copias en el continente europeo. Y, al año siguiente, tras haber lanzado al mercado un nuevo álbum, titulado El alma del aire (2000), Sanz volvió a erigirse en rotundo triunfador en la gala de los Premios de la Música, al ser agraciado con tres galardones (mejor artista pop, mejor autor pop y mejor elepé). Poco después, el reconocimiento le llegó, nuevamente, del ámbito internacional, pues consiguió nada menos que cuatro premios (mejor grabación, mejor álbum del año, mejor canción y mejor álbum pop masculino) en la segunda edición de los Grammy Latinos.

El alma del aire, definido por el propio autor y sus promotores como «un canto al amor cargado de fuerza, sensibilidad, suavidad y melodía, implicaba también a algunas de las figuras cimeras de la música hispana contemporánea, como Vicente Amigo, Ludovico Vagnone, Alfredo Paixao, Lulo Pérez, Luca Jurman, así como a algunas jóvenes promesas que, como Paquito Echevarría, Chaboli, Josemi Carmona, José Antonio Molina, Alfredo Golino y Montse Cortes, se consideraban muy honradas por poder colaborar con un artista del renombre alcanzado ya por Sanz.

Su ya fecunda trayectoria artística se vio enriquecida, en los primeros compases del siglo XXI, con dos nuevos álbumes que constituyeron sendos éxitos clamorosos. El primero, titulado MTV Unpluged (2001), le convirtió de nuevo en triunfador en la gala de los Premios de la Música 2002, donde se le otorgaron tres galardones: mejor canción («Y sólo se me ocurre amarte»), mejor álbum y mejor vídeo; y le consolidó, asimismo, como gran figura internacional en los recientemente creados Grammy Latinos, en cuya tercera edición (2002) se alzó también con tres premios: mejor grabación, mejor álbum y mejor canción (por el mismo tema con el que había resultado triunfador en los Premios de la Música).

El siguiente álbum de Sanz, uno de los más arriesgados y ambiciosos de su carrera, salió a la luz bajo el título de No es lo mismo (2003), con el propósito confeso, ya desde este llamativo epígrafe, de marcar una clara línea de separación entre sus anteriores trabajos y una nueva trayectoria mucho más densa y comprometida (al menos, en lo que a la profundidad e intencionalidad de sus letras se refiere). El cambio de registro causó cierto desconcierto, tanto entre sus fans de toda la vida como entre quienes no se consideraban seguidores suyos; sin embargo, las copias de esta álbum volvieron a despacharse por millares, y granjearon a Sanz otros reconocimientos tan prestigiosos, en el ámbito de la música contemporánea, como los tres galardones que obtuvo en los Premios Amigo 2003 (al mejor artista, al mejor álbum español y al mejor vídeo musical). Fiel, además, a sus ya tradicionales triunfos en el continente americano, en febrero de 2004 obtuvo un Grammy al mejor álbum de pop latino. Y, dos meses después, en el transcurso de la gala de los Premios de la Música de España, se alzó con cinco estatuillas.

Alentado por esta clamorosa repercusión internacional de su trabajo, Alejandro Sanz emprendió una gira triunfal por todo el mundo, que le llevó a actuar en diferentes lugares de los Estados Unidos de América (entre ellos, el neoyorquino Madison Square Garden, donde sus temas fueron acompañados por la multitud de espectadores que abarrotaba el local).

A finales de dicho año de 2004, Alejandro Sanz lanzó un ambicioso disco recopilatorio que, bajo el título de Grandes éxitos: 91-04 (2004), englobaba lo más granado de su trayectoria artística hasta la fecha. En este álbum tienen cabida temas que van desde «Mi soledad y yo» hasta «No es lo mismo», pasando por otros éxitos que jalonan sus trece años de profesional en el mercado musical español, como «Corazón partío», «¿Si fuera ella?», «La fuerza del corazón», «Amiga mía», «Pisando fuerte», «Viviendo deprisa», «Quisiera ser» y «Cuando nadie me ve»; además, se presentan dos canciones inéditas («Tú no tienes alma» y «Cuando sea espacio»), así como catorce versiones de singular originalidad y rareza, en las que el cantante madrileño forma dúo con artistas de la talla de Niña Pastori, Paolo Vallesi, Omara Portuondo, Ketama, The Corrs, Moncho y Pepe de Lucía.

Durante el verano de 2005, el cantante madrileño protagonizó una exitosa gira de conciertos por todo el mundo al lado de la cantante colombiana Shakira, con la que interpretaba a dúo un tema de encendida pasión amorosa, «Tortura», acompañado de un tórrido vídeo de presentación. Se especuló con la unión sentimental entre ambos cantantes, máxime al verse confirmada, en julio de dicho año, la ruptura entre Sanz y su esposa, la modelo mexicana Jaydy Mitchel, con la que tuvo una hija (Manuela).

Sanz se había unido a ella el 30 de diciembre de 2000, en un extraño matrimonio celebrado por sorpresa en la isla indonesia de Bali. La prensa especializada puso énfasis en el hecho de que el conocido cantante hubiese sido capaz de mantener en secreto su noviazgo, y no faltaron quienes señalaban que se trataba de un enlace de conveniencia, pactado por ambos contrayentes con intereses muy distintos: ella, para ganar fama y prestigio al lado del célebre cantante, y proyectar así su carrera de modelo fuera de su país; y él, para acallar los rumores que circulaban por Madrid acerca de su supuesta homosexualidad.

El 12 de diciembre de 2006, Sanz reveló en un comunicado la paternidad de un segundo hijo, Alexander, de tres años, fruto de su relación con una «mujer totalmente ajena a la vida pública».

JRF