Samuel (s. XI a.C.).


(Shemu-el) Profeta y juez de los hebreos, natural de Ramah. Fue hijo de Elqanah y de Ana. Fue consagrado a Yahvé desde su nacimiento y muy pronto enviado a Siloh para ser educado al servicio del Arca y del Templo. Su personalidad y el hecho de recibir revelaciones divinas hicieron de él un verdadero profeta, elemento de unión entre Dios y su pueblo. A su cargo estuvo la administración de justicia e incluso una campaña militar contra los filisteos, a los que consiguió expulsar de Israel.

Cuando llegó a la ancianidad delegó la judicatura en sus hijos, los cuales, lejos de heredar las virtudes de su padre, cometieron toda clase de injusticias y tiranías. El pueblo israelita, irritado por esta actitud, acudió a Samuel y le pidió que quitase el poder a sus hijos (a los que no veía como verdaderos rectores y jueces) y eligiese un rey, a fin de que Israel se gobernase como los demás pueblos de la tierra. El profeta, que en un principio no aceptó la fórmula de la monarquía para su pueblo, se convirtió entonces en uno de sus principales impulsores. Después de presentar un cuadro de los peligros que ofrecía semejante institución, nombró a Saúl rey de los hebreos, quien de esta forma se convirtió en el primer monarca de los israelitas. Pero como el nuevo soberano quisiera emanciparse de la dominación sacerdotal, que Samuel había dejado subsistir sobre la dignidad real, ungió al joven David como rey, siguiendo los designios divinos. Poco después moría Samuel, a los 99 años de edad.

Su personalidad y su fe religiosa hicieron de Samuel uno de los profetas y hombres más importantes del período de los jueces. La tradición le atribuyó los libros que llevan su nombre (1 y 2 de los Reyes), que narran la historia de los dos últimos jueces de Israel, Elí y Samuel, y los reinados de Saúl y David. Algunos autores son de la opinión que Samuel escribió también el Libro de los Jueces y el Libro de Ruth.