Rosso, Medardo (1858-1928).
Pintor y escultor italiano, nacido en Turín en 1858 y muerto en Milán en 1928. Ya en edad adolescente se opuso frontalmente al destino que su familia tenía pensado para él; abandonó los estudios administrativos y decidió trabajar por su cuenta junto a un marmolista, aunque sólo empezó como su labor escultórica después del servicio militar, cuando se le encargó una talla de Garibaldi que fue notablemente admirada. En 1882 se inscribió en la Academia de Bellas Artes de Brera, en Milán, de donde fue expulsado por sus ideas revolucionarias, y por haber incitado a sus compañeros a rebelarse contra los anticuados métodos oficiales de enseñanza. Ese mismo año expuso en Milán y, al año siguiente, en Roma, ciudades en las que dio a conocer obras como El borrachín, Carne de placer, Impresión de un interior de ómnibus o Impresión de mujer bajo un paraguas, donde intentaba mostrar sus impresiones físicas y psicológicas -no hay que olvidar que se movió dentro de las pautas del impresionismo, que supo trasladar a la escultura con no poca perfección-. Expuso también en Londres, Viena y Venecia, ciudades en las que cosechó un éxito desigual.
Siguiendo la costumbre bohemia propia de su tiempo, marchó a París, donde se estableció y vivió en la miseria durante algunos años. Su obra fue muy apreciada por intelectuales como Zola, Degas o Clemenceau; incluso el mismo Rodin se interesó por el corpus de este artista, que aunque mucho más joven que él, sentía muy próximo; en 1893 realizaron una exposición conjunta, si bien años más tarde se enfrentarían en una agria polémica por ver cual de los dos deja ver antes en su obra las notas definitorias del impresionismo.
Víctima del hastío, el italiano regresó a Milán, donde su fama ya se había asentado. Cincuenta obras suyas se pudieron admirar en París, durante la Exposición Universal de 1900, y más tarde, junto a las de Rodin, en el Salón de Otoño de 1904, sin que la crítica pudiera aseverar cuál de los dos artistas superaba al otro en perfección técnica.
La temprana muerte de Rodin hizo que los críticos se volcaran con él, y olvidaran injustamente a Medardo, cuya fama debiera ser reparada, ya que fue el introductor del impresionismo en escultura. Sus intentos por lograr los efectos de luz, penumbra y movimiento convierten su producción en un equivalente de lo que los impresionistas hicieron en pintura. Como se dijo antes, fue un artista relegado al olvido, cuyos contemporáneos, anclados en las ideas estéticas de tiempos pasados, no supieron comprender su mensaje; sólo con la llegada de los futuristas, que se interesaron por la búsqueda del movimiento, se restituyó en cierta medida la fama del artista.