Rosso Fiorentino (1495-1540) – El maestro manierista que dejó su huella en Fontainebleau
Rosso Fiorentino (1495-1540) es considerado uno de los grandes exponentes del Manierismo, un estilo artístico que se desarrolló como una evolución del Renacimiento en Italia y que se caracterizó por su complejidad, expresividad y distorsión de las formas. Su obra, marcada por un temperamento inestable y atormentado, lo convirtió en una figura fundamental en la historia del arte, especialmente en el contexto del arte renacentista y manierista. A lo largo de su vida, Rosso Fiorentino se mantuvo en la vanguardia de la pintura, creando algunas de las obras más enigmáticas y emocionalmente intensas de su tiempo.
Orígenes y contexto histórico
Giovanni Battista di Iacopo de Rossi, conocido como Rosso Fiorentino, nació en Florencia en 1495. Su ciudad natal, un epicentro de la cultura renacentista, influyó profundamente en su formación artística. Desde joven, Rosso mostró una inclinación por la pintura y, aunque no se formó de manera estricta dentro de una escuela artística, se formó de manera independiente, lo que le permitió desarrollar un estilo único que más tarde se asoció con el Manierismo.
Durante su aprendizaje, Rosso fue influenciado por importantes figuras de la pintura florentina, como Andrea del Sarto. En el taller de Andrea del Sarto, el joven Rosso desarrolló sus habilidades en el dominio de la técnica pictórica, aunque pronto se distanció de los estilos tradicionales de la época para crear su propio camino. A pesar de que sus inicios fueron dentro de la tradición renacentista, su visión artística fue transformada por un enfoque más emocional y simbólico que sentó las bases del Manierismo.
Logros y contribuciones
Rosso Fiorentino se destacó por su capacidad para sintetizar los elementos del Renacimiento y darles un giro que reflejaba las inquietudes y tensiones de la época. A lo largo de su carrera, Rosso se desvió de la armonía y el equilibrio que predominaban en la pintura renacentista para adoptar una estética más compleja y emocionalmente cargada.
Una de sus primeras obras importantes fue La Asunción de la Virgen (1517), que completaba un ciclo de frescos en el claustro de la Annunziata en Florencia. Esta pintura, con figuras de apóstoles profundamente movidas, reveló la influencia de artistas como Durero, con quienes compartió un enfoque por lo dramático y la representación de la figura humana. En contraste con la suavidad característica de los trabajos de Andrea del Sarto, la obra de Rosso es más dinámica y llena de tensión, un indicio de lo que sería su estilo en los años venideros.
Otras de sus obras significativas de este período incluyen Los Esqueletos (1517), que también reflejan una clara influencia de modelos nórdicos, y La Virgen con cuatro santos (Museo de los Uffizi), una obra que revela la fuerza expresiva y la complejidad emocional que definieron su estilo.
En 1521, Rosso realizó El Descendimiento de la Cruz en Volterra, una obra que ha sido considerada uno de los hitos de su primera etapa. Esta pieza mostró un nuevo clima figurativo, abstracto e intelectual, en la que las figuras son intensamente dramáticas, con una energía interna que trasluce el tormento de su creador.
La obra de Rosso comenzó a exhibir una fuerte influencia de Miguel Ángel. En piezas como Los desposorios de la Virgen (1523) y Moisés y las hijas de Jetró (1523), se nota la presencia de las formas dinámicas y monumentales de Miguel Ángel, aunque Rosso las interpretó con un enfoque más teatral y a menudo angustiado. En esta fase, las figuras de sus composiciones parecen estar desarticuladas, lo que le da una calidad casi dolorosa que acentúa el drama de la escena representada.
Momentos clave en la carrera de Rosso Fiorentino
La carrera de Rosso Fiorentino estuvo marcada por varios momentos claves que definieron su legado. En 1523, después de haber dejado Florencia, se trasladó a Roma, donde estuvo en contacto con la obra de Rafael y de Miguel Ángel. En este periodo, Rosso se enfrentó a una serie de dificultades, especialmente debido al saqueo de Roma en 1527, lo que lo obligó a mudarse por Italia y a pasar por ciudades como Sansepolcro y Arezzo, antes de hacer un viaje a Venecia con Pietro Aretino.
Tras su estancia en Italia, Rosso decidió mudarse a Francia en 1530, donde su carrera dio un giro importante. El rey Francisco I le otorgó el cargo de pintor oficial de la corte, lo que le permitió un alto grado de influencia en la pintura francesa de la época. En la corte de Fontainebleau, Rosso Fiorentino se convirtió en uno de los artífices de la denominada Escuela de Fontainebleau, que transformó el arte decorativo en Francia.
Entre 1532 y 1535, Rosso trabajó junto con Primaticcio en la decoración del pabellón de Pombona, y más tarde, en 1534, comenzó a trabajar en la decoración de la galería de Francisco I. Esta monumental obra consistió en doce frescos que se completaron en 1537, marcando una de las cumbres de la pintura manierista en Europa.
Relevancia actual
La influencia de Rosso Fiorentino perdura en el arte europeo, especialmente en la pintura francesa, donde su estilo dejó una marca indeleble. Su trabajo en Fontainebleau fue esencial para la difusión del Manierismo en toda Europa. A través de sus frescos y su influencia en los grabados, las formas manieristas se extendieron por el continente, consolidando el estilo como una de las corrientes más importantes de la época.
Además de su legado artístico, la figura de Rosso Fiorentino ha sido vista como un emblema de los dilemas y tensiones internas del pintor manierista. Su vida estuvo marcada por el tormento personal, lo que se reflejó en la intensidad emocional de su obra. La muerte de Rosso, ocurrida en 1540 en Fontainebleau, ha sido rodeada de misterio, y algunos, como Vasari, sugirieron que pudo haber sido un suicidio, aunque esta hipótesis ha sido desmentida por la crítica moderna.
Una de sus últimas obras, La Piedad (Louvre), encargada por Anne de Montmorency para la capilla del castillo de Écouen, es probablemente su obra maestra. En ella, la angustia alcanza lo sublime, mostrando una composición tensa y armónica que captura la esencia misma de su estilo y su visión del mundo.
Legado y la Escuela de Fontainebleau
Rosso Fiorentino fue el creador de una de las escuelas artísticas más influyentes de su época: la Escuela de Fontainebleau. Bajo su dirección, el Palacio de Fontainebleau se convirtió en un centro de creación artística que atrajo a algunos de los mejores talentos de Europa. Rosso y sus colaboradores, como Primaticcio, trabajaron juntos para dar forma a una serie de decoraciones que no solo marcaron el arte francés de la época, sino que también influyeron en generaciones posteriores de artistas.
El legado de Rosso Fiorentino perdura como uno de los pilares del Manierismo y su contribución a la evolución del arte europeo sigue siendo fundamental para entender el paso del Renacimiento al Barroco.
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MCN Biografías, 2025. "Rosso Fiorentino (1495-1540) – El maestro manierista que dejó su huella en Fontainebleau". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/rosso-fiorentino [consulta: 17 de junio de 2025].