Rawlinson, Henry Creswicke (1810-1895).
Militar, diplomático y orientalista británico, nacido en Chadlington (Oxfordshire) el 11 de abril de 1810 y fallecido en Londres el 5 de marzo de 1895. En 1837 descifró el fragmento en antigua lengua persa con el que da comienzo la inscripción epigráfica cuneiforme de Darío I encontrada en Bisitun, hallazgo que fue clave para el desciframiento de la escritura cuneiforme mesopotámica y que inauguró una nueva etapa en el conocimiento científico de la historia del Oriente Medio antiguo.
Vida
A la edad de diecisiete años viajó a la India como cadete de la Compañía Británica de las Indias Orientales. En 1833 fue destinado a Irán, junto a otros oficiales del ejército británico, con la misión de reorganizar el ejército de la monarquía del sha. Allí descubrió con fascinación la historia de la antigua Mesopotamia y se entregó con denuedo al empeño de descifrar las inscripciones cuneiformes de Bisitun. Tras dos años de incansable dedicación, Rawlison consiguió traducir los dos primeros párrafos de la estela, cuya versión publicó en 1937. Poco tiempo después fue evacuado de Irán al producirse un conflicto entre el gobierno de este país y el de Inglaterra. En 1843 fue nombrado cónsul británico en Bagdad. Al año siguiente pudo regresar a Irán para conseguir una transcripción de los fragmentos en escritura babilónica. En el período que transcurrió entre 1846 y 1851, Rawlison fue publicando sus hallazgos en una obra que recibió el título final de La inscripción cuneiforme persa de Bisitun. En ella incluyó una traducción completa de la fuente epigráfica, un análisis exhaustivo de la gramática y un amplio aparato crítico. Entre 1850 y 1852 publicó sus obras Comentario sobre las inscripciones cuneiformes de Babilonia y Asiria y Bosquejo de la historia de Asiria. En 1857, apoyado por un grupo numeroso de investigadores, Rawlison consiguió descifrar la escritura cuneiforme mesopotámica de forma definitiva. Su investigación aportó un caudal inestimable de información para el estudio de la historia antigua de Babilonia, Asiria y Persia, información que hizo posible el estudio de las fuentes escritas que, hasta entonces, constituían un enigma para los historiadores.
En 1849 comenzó a donar progresivamente al Museo Británico su colección completa de antigüedades. Dos años después fue ascendido a cónsul general en Bagdad y encargado de la compra de piezas escultóricas antiguas para el Museo Británico, en sustitución del célebre arqueólogo Henry A. Layard. En 1855 abandonó su trabajo para la Compañía Británica de las Indias Orientales y regresó a Inglaterra, donde fue elevado a la condición de caballero, con tratamiento de sir, y nombrado director de la Corona para la Compañía. En 1858 obtuvo un escaño en el Parlamento en representación del Partido Conservador, pero, un año después, fue destinado a Teherán (Irán) como plenipotenciario del gobierno británico. De regreso en Inglaterra, volvió a ocupar su puesto en el Parlamento en el período 1865-1868. Murió en Londres el 5 de marzo de 1895, a los ochenta y cinco años.