Poincaré, Raymond (1860-1934).
Político y abogado francés, nacido el 20 de agosto de 1860 en Bar-Le-Duc, y muerto el 15 de octubre de 1934 en París. Destaca en su carrera política el nombramiento de Primer Ministro en varias ocasiones tras el final de la Primera Guerra Mundial, y el haber sido presidente de la Tercera República Francesa antes y durante este conflicto.
Influido por su padre, que era ingeniero, su formación académica se orientó en un primer momento hacia los conocimientos técnicos, por lo que asistió como alumno al École Polytechnique de París. Completó sus estudios superiores en la Universidad de París, donde se licenció en Derecho, y fue admitido por el colegio de abogados en 1882. Pocos años después, en 1887, fue elegido diputado por primera vez, y en 1893 se convirtió en el ministro más joven de la historia de la Tercera República, al ocupar la cartera de Educación. Al año siguiente sirvió como ministro de Finanzas, para retornar de nuevo en 1895 al ministerio de Educación. Por aquel entonces, la Tercera República francesa se vio convulsionada por uno de los sucesos más graves de toda su historia, el «affaire Dreyfus». Poincaré, tras el desarrollo del juicio al que Dreyfus fue sometido, declaró su disconformidad con la sentencia, por entender que se había llevado a cabo sin poseer pruebas evidentes de su culpabilidad. El asunto dividió al país en una época que estuvo marcada por el revanchismo francés con respecto a Alemania, campañas que fueron dirigidas, sobre todo, por el ultraderechista General Boulanger. Las suspicacias ante cualquier posibilidad de traición se situaron en el orden del día.
Poincaré había desarrollado hasta ese momento una acelerada, pero brillante e inteligente, carrera política; sin embargo, para sorpresa de sus colaboradores, decidió abandonar la Cámara de los diputados en 1903 para ocupar un puesto en el Senado, Cámara que estaba considerada en comparación políticamente insignificante. Aun así, permaneció en ella hasta 1912, al tiempo que compaginaba su función de senador con el desarrollo de su carrera como abogado. Fue nombrado ministro de Finanzas en 1906. Hubo que esperar hasta 1912 para que Poincaré retornara de nuevo con fuerza a su carrera política: fue nombrado entonces Primer Ministro, cargo que compaginó con la cartera de Asuntos Exteriores durante un año. El recrudecimiento de las relaciones con Alemania predispuso a la Francia de Poincaré a establecer un acercamiento de su política internacional hacia Rusia mediante la firma de una alianza defensiva. Por otra parte, en repuesta también al posible conflicto con Alemania, Francia concluyó un acuerdo con Gran Bretaña en el que se aceptó la toma de decisiones y consultas mutuas sobre cualquier tema que pudiera provocar una crisis internacional.
Durante mucho tiempo, los analistas políticos vieron en la política desarrollada por Poincaré en los albores de la Primera Guerra Mundial actitudes claramente revanchistas e intransigentes contra Alemania, sobre todo durante el conflicto de los Balcanes, en el que Francia apoyó las acciones protagonizadas por los rusos. Sin embargo, posteriores análisis de su política y de su propio testimonio han hecho interpretar de manera más pragmática esta política internacional. La mayoría de autores aceptan que, independientemente de los sentimientos que Poincaré pudo sentir frente a Alemania, era inevitable establecer fuertes alianzas si se quería evitar que de nuevo, tal y como había ocurrido en 1870, Francia se encontrara aislada frente a Alemania, muy superior militarmente. Poincaré estuvo convencido del inminente e inevitable estallido de la Primera Guerra Mundial, por lo que a pesar de que el cargo de presidente de la República carecía de un poder real efectivo, no dudó en presentarse a este cargo. Su elección tuvo lugar el 17 de enero de 1913. Desde ese momento, y a lo largo del conflicto mundial, todo su esfuerzo lo dedicó a mantener la unidad nacional. A pesar de que Georges Clemenceau fue uno de sus principales enemigos políticos por sus divergencias ideológicas, no dudó en apoyar su candidatura a Primer Ministro, pues sabía que era el hombre más capacitado para llevar a Francia a la victoria.
Tras el final de la contienda, a partir de 1920, Poincaré abandonó la presidencia para servir de nuevo en el Senado. Participó en la comisión que estableció las indemnizaciones que Alemania, declarada por la sociedad internacional como culpable de guerra, debía pagar a los países más afectados por el conflicto bélico, recogidas en el Tratado de Versalles. Desde 1922 hasta 1924 volvió a ocupar el puesto de Primer Ministro, junto con la cartera de Asuntos Exteriores. En ambos cargos, su actitud siempre fue la misma: absoluta rigidez y determinación en el cumplimiento de los plazos que habían sido establecidos para que Alemania saldara su deuda. Se negó con rotundidad a un retraso en los pagos y no dudó en emplear medidas coercitivas, como las de enero de 1923, cuando ordenó, con el apoyo de las fuerzas derechistas radicales a las que representaba, el envío de tropas francesas a la región del Ruhr, como amenaza ante una posible omisión. Frente a esta opción, una importante sección de la izquierda francesa, encabezada por Aristide Briand, no dudó en defender una política alternativa para con Alemania. Partiendo de la afirmación de que no podía ser posible mantener a Alemania durante mucho tiempo en un estado de impotencia mediante la ocupación renana, el desarme y el pago de las reparaciones, y de que por tanto ésta resurgiría de nuevo con fuerza y superioridad frente a Francia, se deseaba establecer mientras llegaba ese momento unos lazos de paz y entendimiento acordes con la opinión de las cancillerías europeas en general. Durante tres años, hasta 1926, Poincaré se vio apartado del gobierno por sus oponentes de izquierda; sin embargo, consiguió retornar al cargo con un nuevo vigor. Durante este mandato, consiguió acabar con la cruda crisis financiera que asolaba la hacienda francesa desde el final del conflicto. Igualmente, consiguió estabilizar el valor del franco, integrándolo de nuevo en sistema del patrón oro. Hasta su retirada del ámbito político por enfermedad, en julio de 1929, el país conoció bajo su dirección uno de los períodos económicos más prósperos, si bien es necesario indicar que dicha bonanza se inscribe en la tónica general europea de los años treinta. Dedicó el resto de sus días, hasta su muerte, en redactar sus memorias completas, que fueron editadas en diez volúmenes, bajo el titulo de Au service de la France.