Navas, María de (ca.1670-1721).


Actriz española, nacida en Milán (Italia) en fecha desconocida (probablemente, alrededor de 1670), y muerta en Madrid el 9 de marzo de 1721. Perteneciente a una familia de tradición escénica (su padre, Alonso de Navas, era instrumentista en las representaciones teatrales), pronto se inclinó al mundo de la farándula, en el que debutó como comedianta en la ciudad de Valencia. Para entonces ya se había trasladado con toda su familia a España, en donde buscaron acomodo primero en Barcelona y luego en la ciudad del Turia.

Desde muy joven se vio María de Navas envuelta en rocambolescas peripecias amorosas que acabaron por granjearle una extendida fama de mujer alegre y disoluta. Así, casó a muy temprana edad con un compañero de oficio que, antes que actor, había sido fraile; pero el matrimonio se anuló poco después, y María de Navas volvió a contraer nupcias con un tal Buenaventura Castro. Por aquel tiempo, los continuos escándalos a que daba pie su conducta libertina provocaron que fuera desterrada a Lisboa en 1695, destierro que, conocido y comentado por el pueblo de Madrid, originó una serie de escritos erótico-burlescos centrados en las hazañas de alcoba de María de Navas. Tres de estos libelos aparecieron firmados por la propia actriz, aunque parece imposible que ella los hubiera escrito de su puño y letra; en realidad, se trata de una atribución falsa que forma parte de un juego entre autores de finales del siglo XVII, quienes tomaron como pretextos las aventuras amorosas de la Navas para urdir un entramado de textos eróticos relacionados entre sí. El affaire María de Navas se convirtió, a raíz de esta serie de libelos, en un pequeño subgénero erótico de aquellos años, ya que dio lugar también a un caudaloso río de poemas en los que se aprobaba o censuraba el desahogo moral de la bella comedianta.

En 1700, la actriz se separó de Buenaventura Castro y volvió a dar materia de comento a quienes se espantaban de su público libertinaje. Parece ser que el hecho de haberse especializado en la representación de personajes masculinos alimentaba el morbo de quienes estaban fascinados por sus correrías amoroso-sexuales, hasta el punto de que la imaginación popular llegó a asegurar -para acabar confundiendo a algún biógrafo tan ingenuo como despistado- que María de Navas había tomado parte, en hábito de hombre, en la Guerra de Sucesión, luchando a las órdenes del Archiduque Carlos. Lo cierto es que ella misma debió de avergonzarse, en más de una ocasión, o de su propia conducta o de la fama que ésta había generado y difundido en la Corte, ya que intentó abandonar las tablas y profesar en un convento en dos ocasiones; pero tan pías intenciones nunca lograron vencer su natural tendencia al exhibicionismo (cuando menos, al teatral), y en ambos casos acabó por rechazar la vida contemplativa para reaparecer en la escena madrileña. Cuando era primera dama en la compañía de Josef de Prado, la muerte vino a sorprenderla en Madrid, el día 9 de marzo de 1721.

La primera de las obras centradas en la conducta de María de Navas, atribuida falsamente a la propia actriz, se anunció como editada en Lisboa en 1695, aunque es muy posible que el lugar de impresión también fuera falso. En efecto, la cómica estaba en aquella fechas desterrada en Lisboa, por lo que era natural ubicar allí la edición de un texto que se quería hacer pasar como obra de la propia Navas. Sin embargo, parece ser que fue en Madrid donde se imprimió el Manifiesto de María de Navas, la Comedianta, en que declara los justos motivos y causas urgentes que tuvo para hacer fuga de la Villa de Madrid, Corte de Castilla, a la Ciudad de Lisboa, Corte de Portugal. Se trata de una interesantísima falsa autobiografía que, escrita según las pautas de la novela picaresca, ofrece un amplio repertorio de metáforas y circunloquios, a cual más florido y barroco, para designar determinadas realidades amoroso-sexuales y los órganos que las hacen posibles.

Como respuesta a este Manifiesto apócrifo, apareció el Defensonario general de María de Navas, por un ingenio que vive en la Corte, y es nacido y criado en las Batuecas, obra que venía jocosamente firmada por un «Don Fulano de Tal». A su vez, es de suponer que el anónimo autor del Manifiesto fue quien contrarreplicó al del Defensonario por vía de una Copia de una carta que ha escrito María de Navas, la Comedianta, en respuesta de otra que recibió en Lisboa, acompañada de un Papelejo intitulado: Defensonario general que (suponiendo le escribió de su orden) ha publicado Don Fulano de Tal, un ingenio que dice vivir en la Corte, y es nacido y criado en las Batuecas.

La Copia, que tenía tan poco de María de Navas como el Manifiesto, dio pie a que un tercer ingenio terciase en el debate, valiéndose de su Hirónica defensa y supuesta riña en ciento y cuatro quintillas, contra el satírico supuesto y enmascarado Manifiesto y Carta, que en nombre de María de Navas, la Comedianta, saca su autor Don Tal por Cual para vejarle; y contra el tontificado papel defensorio del verdadero Batueco, que también le tira cientos de coces. Por el Segundo Don Quijote. Dedícalo al Licenciado Busca Ruidos. Esta «hirónica defensa» generó, por último, en la pluma del anónimo autor del Manifiesto y de la Copia una Apología por el Manifiesto y Carta de María de Navas, la Comedianta. Presentóse en la Palestra el Juicio Recto, llamado del Hirónica Defensa que sacó a luz del candil un Zoylo insensato, y sin irle ni venirle se metió en guindillas, auxiliado de su Mecenas el Licenciado Busca Ruidos, por quien los halla y a quien los dedica. Corrección del Caballero del Verde Gabán al segundo Don Quijote. Consulta del Crisis al ingenioso Consejo de la Tertulia, sobre que se ponga perpetuo silencio al Versificante de la Mancha. Escríbela María de Navas, dictada del Sindéresis. Dedícala al Caballero del Phebo.

Bibliografía

  • HORMIGÓN, Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994). (Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España, 1996).