Monteverde, Domingo (1773-1832).
Militar español, nacido en La Laguna (Canarias) en 1773, y fallecido en San Fernando en 1832. Se licenció en Cádiz en 1789 y a partir de ese momento participó en numerosas empresas que le valieron continuos ascensos en la carrera militar. Entre sus primeras campañas se encuentra la que libró contra la República Francesa, a las órdenes del general Gravina, en 1793; concretamente, se distinguió en la defensa de Rosas, en la que participó hasta la rendición de la plaza. Al final del enfrentamiento, con la firma de la Paz de Basilea, fue ascendido a alférez de navío. Posteriormente participó en el combate contra la armada inglesa del almirante Jerwis y, en 1800, en la defensa de El Ferrol contra la expedición inglesa.
En 1801 se embarcó hacia América por primera vez; luego volvió a España, y en 1805 participó en la batalla de Trafalgar, de nuevo a las órdenes de Gravina. En 1808, con ocasión de la Guerra de la Independencia, se enfrentó como teniente de navío a la escuadra francesa liderada por el almirante Rossilly y luego pasó al mando de los batallones que se estaban formando contra los invasores galos. Su participación en la batalla de Talavera le valió el ascenso a capitán de fragata y una condecoración de distinción. Cayó, no obstante, herido en la batalla de Ocaña, a pesar de lo cual siguió batiéndose en retirada con el ejército hasta las gargantas de Sierra Morena.
En 1810, ya como capitán de fragata, se embarcó hacia La Habana y Puerto Rico, y desde las islas hacia las costas venezolanas. Arribó entonces a la provincia de Coro, y allí fue puesto al tanto de la insurrección contra el poder real que se extendía como la pólvora por toda Venezuela. Monteverde se convirtió entonces en el principal promotor de la reacción realista contra los patriotas venezolanos. Se distinguió en los sitios de Caracas, Valencia, Barinas, Tocuyo, Trujillo y San Carlos, y obtuvo importantes victorias sobre las tropas de Francisco de Miranda, generalísimo del ejército patriota, y algunas sobre Simón Bolívar. La caída de la plaza de Puerto Cabello, propiciada por una sublevación de realistas allí detenidos, contribuyó a aumentar su prestigio, pero finalmente fue herido de gravedad y regresó a España, en donde antes de morir le fueron concedidas la gran cruz de Isabel la Católica y la de San Fernando.