Michals, Duane (1932-VVVV).
Fotógrafo estadounidense, nacido en Mckeesport (Pensilvania) en 1932.
Vida
Michals estudió en la Universidad de Denver en los primeros años de la década de los cincuenta. Sus primeras imágenes fueron realizadas durante un viaje por la Unión Soviética en 1958. De regreso a América se instaló definitivamente en Nueva York como fotógrafo independiente trabajando para revistas de moda femenina, Vogue, Esquire o Mademoiselle, y colaboró con el New York Times, especializándose en el retrato a través del cual consiguió reflejar sus oníricos y complejos planteamientos artísticos. En 1963 realizó una serie de fotografías al pintor René Magritte, en las que reflejó esta necesidad del fotógrafo de atrapar la personalidad del retratado, pues en las imágenes el espectador percibe no sólo el rostro del pintor sino la representación onírica del fascinante universo de sus teorías artísticas encuadradas en la corriente surrealista.
Pero Michals no sólo quiere transmitir emociones y sensaciones abstraídas al tiempo, quiere “trasmitir mensajes” por lo que recurrió a la imagen secuencial para conseguir su propósito. “…Yo estaba insatisfecho con la imagen única porque no podía imprimirle una diversidad de mensajes. En una secuencia, la suma de las imágenes sugiere mucho más que aquello que podría decir una sola…”. Las secuencias de Michals no sólo cuentan una historia como si de una fotonovela se tratara, las imágenes contribuyen a la creación de atractivas historias que no constituyen narraciones cerradas sino que muestran acontecimientos misteriosos que incitan al espectador a la reflexión. Así ocurre en su obra “El paraíso recobrado” donde en una secuencia de 6 imágenes va narrando la transformación de dos personajes que pasan de un hermético despacho de oficina a un edén improvisado perdiendo la ropa por el camino sin moverse del sitio.
A mediados de los 60, comenzó a escribir títulos a mano e incluirlos en sus fotografías. Estos títulos pasaron con los años a tener un tamaño cada vez mayor constituyéndose en comentarios cada vez más detallados y de gran entidad. Su pretensión con la inclusión del texto escrito era multiplicar por dos el elemento cognoscitivo de la narración visual, ya que a la abstracción de la imagen fija añade la complicación de la narrativa que supone la imagen secuencial. Una imagen secuencial que además combina signo verbal y signo icónico. Los textos se escriben de manera manual, lo que aporta una dimensión más humana al medio mecánico que es la fotografía -hecho por el cual fue tan criticada en sus inicios-, además de un rasgo gráfico diferente y muy personal.
La idea que Michals tiene sobre la fotografía es un tanto peculiar. Para él, la imagen fotográfica es una forma de entender la imagen, una forma que intenta alejarse de la mera descripción de la realidad “… nunca busco algo que fotografiar. Jamás llevo una cámara encima. Mi cámara está en mi cabeza…”. De este modo, la materiales que utiliza no son otros que los procesos de su conciencia, “… las únicas imágenes que me interesan son invisibles…”. Ello se manifiesta en unas composiciones que más que retratar, imaginan, que por encima de describir un momento cualquiera, lo expresan: niños secuestrados por fantasmas, muertos y ancianos que se esfuman, hombres alados o rostros que se desvanecen en la secuencia, como el famoso retrato que Michals realizó del que fuera máximo exponente del Pop Art, Andy Warhol, donde en una sucesión de tres imágenes la cabeza del Warhol va perdiendo precisión de contornos hasta transformarse en una maraña de trazos presos del dinamismo captados por una cámara que rehuye congelar el movimiento.
Michals no sale a la calle a fotografiar la vida, no es un «espectador» sino un “imaginador”, sus tomas son algo más que incidentes casuales de los que podría ser testigo. Para él los fotógrafos miran demasiado al exterior y no se cuestionan el mecanismo de su propia experiencia: Michals no “mira” algo, “reflexiona” sobre algo. No le interesa el aspecto visual de las cosas, sino su interior.
Considerándose un eterno principiante, elige para sus secuencias un formato muy pequeño, pese a que la gente asocie el gran formato con el arte «...el formato pequeño es más difícil, más íntimo, más apasionado…«. En este sentido, sobre el eterno debate arte-fotografía, afirma que «…no hay nada más fácil que fotografiar lo exótico y nada más difícil que retratar la realidad…«. Pero la realidad que nos ofrecen las imágenes de Michals están filtradas por la imaginación del autor, no en la pretensión de distorsionarla sino de enseñar lo que hay detrás de cada uno de sus rostros. Siempre rebasando las fronteras de lo real, esa realidad se mezcla con lo imaginario de una manera rotunda en unas composiciones académicas e impecables, donde la intuición y la fantasía encuentra un lugar protagonista.
Bibliografía.
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VV.AA.: La fotografía del siglo XX. (Colonia: Taschen, 1997).
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