Mateo Salcedo, Miguel, «Miguelín» (1939-2003).


Matador de toros español, nacido en Albarán (Murcia) el 19 de marzo de 1939 y fallecido en Algeciras (Cádiz) el 21 de julio de 2003. En el planeta de los toros fue conocido por el sobrenombre de «Miguelín». Fue hijo del banderillero Miguel Mateo («Chicuelito de Málaga»), y hermano del matador de toros Salvador Mateo Salcedo («Miguelín II»).

El 10 de abril de 1955, en la plaza de toros de Algeciras (Cádiz) -donde residía desde que era un niño- lidió su primer novillada con picadores, acompañado en el cartel por los novilleros Pepín Jiménez y Sergio Flores. Entre los tres, dieron cuenta de un encierro de don Manuel Álvarez.

El 31 de marzo de 1957 se presentó ante la severa afición de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), donde, en compañía de los novilleros Fermín Murillo y Luis Segura, se enfrentó con las reses bravas de don José Matías Bernardos. La actuación de Miguel Mateo Salcedo («Miguelín»), que cortó una oreja aquella tarde, gustó mucho a la afición madrileña.

El día 9 de septiembre de la temporada siguiente compareció en las arenas de la plaza de su Murcia natal, dispuesto a tomar la alternativa que había de concederle el matador madrileño Luis Miguel González Lucas («Luis Miguel Dominguín»). Su polémico padrino le cedió los trastos con los que, en presencia del espada venezolano César Antonio Girón Díaz («César Girón») -que hacía las veces de testigo-, hubo de enfrentarse al toro Plateresco, perteneciente a la ganadería de don Francisco Galache.

El 11 de septiembre de 1959, en el transcurso de los festejos taurinos organizados con motivo de la feria de Albacete, quiso imponer a la empresa la actuación de los picadores que llevaba contratados, que habían sido sancionados por la autoridad competente. A causa de este ilícito empeño, «Miguelín» fue a su vez sancionado con la prohibición de torear durante un mes en plazas españolas.

Al año siguiente, libre ya de sanción, compareció en las arenas de la plaza de toros de Madrid, dispuesto a confirmar su grado de doctor en tauromaquia. Se presentó apadrinado por el coletudo toledano Gregorio Lozano Sánchez («Gregorio Sánchez»), quien le cedió los trastos con los que hubo de dar lidia y muerte a estoque al astado Tajadoso, perteneciente al hierro de don Juan Cobaleda. En calidad de testigo, formaba parte del cartel el matador sevillano Antonio Cobo Blanco.

Cada vez menos ornado por la calidad y el arte que se esperan de una figura del toreo, Miguel Mateo («Miguelín») fue perdiendo fama y presencia hasta que, el 18 de mayo de 1968, protagonizó otro curioso incidente que volvió a poner su nombre en el candelero de la afición a los toros. Aconteció aquella tarde que, cuando el polémico Manuel Benítez Pérez («El Cordobés») lidiaba en la plaza Monumental de Las Ventas un astado de la divisa de doña Soledad Escribano de Bohórquez, «Miguelín» se arrojó al ruedo vestido de paisano, en calidad de improvisado espontáneo, para demostrar con su gesto que los toros lidiados por las primeras figuras del escalafón tenían cada vez menos peligro. Contratado como estaba para torear en esa misma plaza al día siguiente, se le impidió hacerlo y se le impuso una cuantiosa multa. Se habló entonces mucho acerca del extraño alarde protagonizado por «Miguelín»; y, a pesar de que los aficionados más cabales coincidían lamentar esa blandura de las reses que había querido denunciar el murciano, lo cierto es que tampoco aumentó el número de contratos firmados por Miguel Mateo Salcedo, porque su burdo estilo -valiente con la capa, bullicioso con los arponcillos y dominador con la muleta, pero escasamente dotado de sensibilidad artística- no era del agrado de esta afición purista y rigurosa.

Así las cosas, en la temporada de 1973 «Miguelín» se cortó la coleta, aunque no por mucho tiempo, ya que reapareció en la temporada siguiente. Sus triunfos en esta última etapa fueron aún menos numerosos que antaño, lo que no fue óbice para que la prolongara hasta el 30 de septiembre de 1979, cuando lidió, en plaza de toros de Granada, su última corrida. En dicho festejo, compuesto por reses bravas de los hierros de Salvador y Antonio Gavira, Murube y Sánchez Dalp, Miguel Mateo Salcedo compartió cartel con el entonces jovencísimo diestro sevillano Juan Antonio Ruiz Román («Espartaco»), y, paradójicamente, con el recién reaparecido Manuel Bénitez Pérez («El Cordobés»).