Mariana de Jesús Paredes y Flores, Santa (1618-1645). La heroína nacional ecuatoriana que entregó su vida por su pueblo
Mariana de Jesús Paredes y Flores, santa ecuatoriana nacida el 31 de octubre de 1618 en Quito, es una figura central en la historia religiosa de Ecuador. A lo largo de su corta pero intensa vida, logró trascender por su devoción, sacrificios y contribuciones a la comunidad. Fue una mujer que, sin buscar la fama ni los milagros, dedicó su vida al servicio de los demás, convirtiéndose en una figura venerada por todos los ecuatorianos. En reconocimiento a su vida ejemplar y a su sacrificio por la ciudad de Quito, fue proclamada «Heroína Nacional» por la Asamblea Constituyente en 1946 y recibió el título de «Azucena de Quito» por el Papa Pío IX en 1850.
Orígenes y contexto histórico
Mariana de Jesús nació en el seno de una familia mestiza, siendo hija de un padre español y una madre quiteña. Su niñez estuvo marcada por la temprana muerte de su padre, lo que la dejó huérfana a una edad muy temprana. Su madre, viuda, no pudo encargarse completamente de ella, por lo que Mariana fue criada por su hermana Jerónima, quien se convirtió en una figura fundamental en su vida. A pesar de las dificultades que enfrentó, recibió la educación típica de las mujeres de su tiempo, que incluía, entre otras cosas, la música. Mariana sobresalió en esta disciplina, destacando tanto por su hermosa voz como por su habilidad para tocar instrumentos.
La vida en Quito durante los siglos XVI y XVII estuvo profundamente influenciada por la religiosidad y la devoción. Ecuador estaba bajo el dominio del Imperio español, y la fe católica era la principal referencia moral y cultural. Mariana, desde pequeña, sintió una profunda inclinación hacia la vida religiosa, dedicando horas a la oración y a la penitencia en su propia casa bajo la dirección de un jesuita llamado Alonso de Rojas.
Logros y contribuciones
La joven Mariana, a pesar de vivir en una época en la que las mujeres no solían desempeñar un papel protagónico en la vida pública, destacó por su inmensa devoción y su generosidad. A lo largo de su vida, dedicó gran parte de su tiempo a asistir a los enfermos y a aquellos que atravesaban situaciones difíciles. Aunque no se le atribuyeron fenómenos extraordinarios como los que comúnmente se asocian con la vida de otros santos, su vida fue un testimonio de servicio y sacrificio.
En 1639, con tan solo 21 años, decidió ingresar a la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco de Asís, adoptando el apellido «de Jesús» como muestra de su profunda devoción religiosa. A partir de ese momento, su vida estuvo marcada por una profunda entrega a la oración y a la penitencia. Sus penitencias eran tan intensas que, según algunos de sus biógrafos, su cuerpo débil parecía no estar preparado para soportarlas.
Momentos clave de su vida
Uno de los momentos más trascendentales en la vida de Mariana de Jesús fue su intención de retirarse a vivir como anacoreta en las faldas del Pichincha, con el objetivo de ofrecer su vida por la protección de Quito frente a los posibles desastres naturales, especialmente a raíz de la amenaza del volcán. Sin embargo, su delicada salud no le permitió concretar este deseo.
En 1645, Quito se vio afectada por una serie de desastres naturales, incluyendo un fuerte terremoto que destruyó la ciudad de Riobamba y una epidemia mortal de difteria y sarampión que cobró numerosas vidas en la ciudad. Ante esta situación, Mariana, influenciada por el sermón del Padre Alonso de Rojas, exclamó durante el cuarto domingo de Cuaresma de ese mismo año: «¡Oh, Dios mío! os ofrezco mi vida por mi pueblo». Esta oración, según los relatos de la época, marcó el inicio de un cambio en la situación de la ciudad. Las epidemias empezaron a amainar, y, el mismo día, Mariana cayó gravemente enferma de un mal desconocido.
Mariana sufrió intensos dolores durante los dos meses que precedieron su muerte, que ocurrió el 26 de mayo de 1645, a los 26 años de edad. Su sacrificio fue visto por muchos como la causa de la salvación de Quito, pues la peste comenzó a cesar poco después de su ofrecimiento a Dios.
Relevancia actual
Mariana de Jesús fue beatificada el 7 de octubre de 1850 por el Papa Pío IX, quien reconoció su vida ejemplar y su profundo amor por los demás. Más tarde, el Papa Pío XII la canonizó el 9 de julio de 1950, convirtiéndola en santa. Hoy en día, es una figura venerada no solo en Ecuador, sino en toda América Latina, y su legado perdura como un símbolo de sacrificio y amor hacia los demás.
El 30 de noviembre de 1946, la Asamblea Constituyente de Ecuador le otorgó el título de «Heroína Nacional», un reconocimiento a su valentía y a su entrega por el bien de su pueblo. Además, sus restos reposan en la iglesia de la Compañía de Jesús en Quito, al pie del altar mayor, lo que ha convertido este lugar en un centro de peregrinación para aquellos que desean rendir homenaje a esta santa ecuatoriana.
Mariana de Jesús sigue siendo un referente de fe y devoción en Ecuador. Su vida es un ejemplo de cómo el sacrificio personal y la dedicación a los demás pueden transformar una comunidad. Su historia continúa inspirando a generaciones de ecuatorianos a seguir sus pasos de generosidad y amor al prójimo.
Bibliografía
JOUANNEN, J.: Vida de la bienaventurada Mariana de Jesús, Quito, 1941.
MCN Biografías, 2025. "Mariana de Jesús Paredes y Flores, Santa (1618-1645). La heroína nacional ecuatoriana que entregó su vida por su pueblo". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/mariana-de-jesus-paredes-y-flores-santa [consulta: 24 de junio de 2025].