María Luisa de Orleáns. Reina de España (1662-1689)


María Luisa de Orleáns.

Reina de España (1679-1689) por su matrimonio con el rey Carlos II, nacida el 26 de abril de 1662 en París, y muerta el 12 de febrero de 1689 en Madrid. Era hija de Felipe de Orleans, hermano del rey francés Luis XIV, y de Enriqueta Ana de Inglaterra.

Desde la más tierna infancia de Carlos II, la Corte española comenzó la búsqueda desesperada de una esposa para el futuro rey con el fin de asegurar la continuidad de la dinastía de los Austrias en el trono español. Para Carlos II, al que todos en la Corte madrileña consideraban «epílogo» o «fin de raza», y para todo el reino en su conjunto, la falta de un heredero varón constituyó un motivo grave de preocupación, máxime si se tiene en cuenta la posición política que pasó a ocupar la Corona española en el concierto europeo en esos momentos, rodeada de enemigos ávidos por repartirse los pedazos territoriales que iba soltando la Corona española a medida que iba firmando tratados de paz y cerrando los numerosos frentes de guerra que tenía abiertos desde la época del emperador Carlos I.

Tras una serie de fracasos a la hora de casar al monarca español con la hija de Luis XIV, María Teresa, finalmente, en el año 1678, el rey galo accedió a que su sobrina María Luisa de Orleans contrajera matrimonio con el enfermizo rey español. El motivo de que Luis XIV cambiara de opinión respecto al hecho de unir por matrimonio a ambas coronas no fue otro que la certeza que tenía de que el rey español difícilmente podría tener descendencia alguna debido a su naturaleza enfermiza, tanto en el aspecto físico como en el mental, circunstancia que hizo que Luis XIV albergase serias esperanzas sobre el apetitoso trono español. La boda entre ambos esponsales se celebró, por poderes, en la localidad francesa de Fontainebleau, el 30 de agosto de 1679, en la que Carlos II fue representado por el príncipe de Conti. La nueva reina española apenas contaba con diecisiete años, uno más que el rey español. La comitiva nupcial de María Luisa de Orleans pasó la frontera pirenaica el 3 de noviembre del mismo año, para reunirse con su esposo en la villa burgalesa de Quintanapalla, el día 19. La entrada en Madrid la hicieron el 1 de diciembre, tras lo cual se instalaron en el Palacio del Buen Retiro, donde la reina entabló conocimiento de todos los personajes más relevantes de la Corte española.

María Luisa de Orleans se granjeó un buen número de enemigos en la Corte madrileña, encabezados y liderados por su suegra, la reina madre Mariana de Austria, la cual se cuidó muy mucho de atribuirle una serie de acusaciones totalmente falsas (era ésta una mujer de carácter duro y soberbia, de mal humor constante), con el objeto de denigrarla y desprestigiarla ante el pueblo. María Luisa de Orleans, durante los nueve años y tres meses que pasó en Madrid, nunca fue feliz, ni como reina ni como mujer. Bien parecida, joven, de carácter frívolo, tuvo que soportar los rigores de la etiqueta cortesana española y, sobre todo, la enemistad constante y despiadada de la reina madre Mariana de Austria, la cual, ante la manifiesta incapacidad de su hijo para las labores de Gobierno, era la que realmente manejaba los asuntos de Estado. Pero, sin lugar a dudas, lo que más le dolió a María Luisa de Orleans fue el repudio de todo el pueblo hacia su persona por la imposibilidad de dar un heredero a la Corona, hasta el punto de que por todas las calles de Madrid se contaba una letrilla, entre afectuosa y cruel, en referencia a su supuesta esterilidad, que decía lo siguiente:

«Parid, bella flor de lis, en aflicción tan extraña; si parís, parís a España; si no parís, a París«.

letra totalmente injusta pues el pueblo español, cruel y olvidadizo en grado sumo, no tuvo en cuenta las graves dificultades que padecía del rey español para tan siquiera poder cohabitar con una mujer.

Los primeros años en la Corte para María Luisa de Orleans resultaron de una inadaptación total, sin que por ello nadie lo remediase, incluyendo al embajador francés en Madrid, el conde de Villars, quien fue sustituido en la embajada madrileña por el conde Le Vanguyón, personaje que sí tuvo la deferencia de ocuparse y ayudar a la joven reina a desenvolverse en medio de una corte tan hostil y fría. Cuando éste fue retirado de Madrid por orden expresa de Luis XIV tras romper las relaciones diplomáticas entre ambos países, en el año 1682, la posición de María Luisa de Orleans se tornó mucho más difícil y angustiosa, abandonada por su propio país de origen y odiada por el de adopción. María Luisa comenzó un rápido proceso de languidez y abandono que puso varias veces en peligro su vida, llegando al extremo de que el embajador alemán Manfred la creyera hética (enferma de tuberculosis).

Recuperada plenamente su salud, María Luisa recobró en parte la estimación de su marido y el renacer de las esperanzas de todo el pueblo y la Corte para que la pareja tuviera por fin la descendencia deseada. Desgraciadamente, tales esperanzas se disiparon rápidamente al caer nuevamente la reina enferma, a principios de 1689, víctima de una peritonitis aguda como consecuencia de sus constantes desarreglos alimenticios. Los médicos de la Corte intentaron salvarla pero, en vista de que no mejoraba, el protomedicato (jefe de médicos de la Corte) dio el visto bueno para que se trajera y administrara a la reina un remedio casero con fama de sanador infalible, conocido con el nombre de «agua bendita», inventado por un oscuro curandero de Málaga apodado Aldrete, el cual, por supuesto, resultó ineficaz (si no fue el que aceleró su muerte). Tras una penosa agonía, María Luisa de Orleans murió el 12 de febrero de 1689, como digna mujer que era del «rey embrujado», antes de cumplir los veintisiete años de edad y sin haber podido dar a su marido y al trono español el ansiado heredero. A los diez días del fallecimiento, el Consejo del reino aconsejó al rey contraer nuevamente matrimonio, a lo que el monarca español no opuso inconveniente alguno, y menos aún la reina madre Mariana de Austria.

La posterior historiografía española y las novelas pseudohistóricas, sobre todo del período romántico, quisieron ver en la muerte de María Luisa de Orleans una posible causa de envenenamiento, teoría hoy día totalmente descartada y rebatida de manera científica por la moderna historiografía española y por la revisión completa y profunda del período correspondiente al reinado de Carlos II.

Bibliografía

  • DUQUE DE MAURA. Vida y reinado de Carlos II. (Madrid; Ed. Aguilar, 1990).

  • ELLIOTT, J. H. España y su mundo: 1500-1700. (Madrid; Ed. Alianza Editorial, 1990).

  • KAMEN, Henry. La España de Carlos II. (Barcelona; Ed. Editorial Crítica, 1981).

  • PALACIO ATARD, Vicente. España en el siglo XVII. (Madrid; Ed. Rialp, 1987).