Llácer, María (1888-1962). La soprano española que conquistó los escenarios internacionales
María Llácer, nacida en Valencia el 19 de marzo de 1888, se destacó como una soprano dramática de renombre internacional. A lo largo de su carrera, se ganó el reconocimiento por su excepcional talento vocal, especialmente en la interpretación de ópera wagneriana. Su impresionante voz, con una coloración clara y torrencial, la convirtió en una de las figuras más destacadas de su época, particularmente en la década de 1920, cuando el género dramático experimentaba su apogeo. Esta soprano, que falleció en Bolonia el 5 de julio de 1962, marcó un antes y un después en la historia de la ópera española.
Orígenes y contexto histórico
María Llácer nació en una España donde la ópera comenzaba a abrirse camino entre las artes más cultivadas. Desde temprana edad, mostró su inclinación por la música, lo que la llevó a ingresar al Conservatorio de Música de Valencia, donde perfeccionó su formación inicial. Posteriormente, decidió trasladarse a Milán, siguiendo el consejo de su maestro Favero, para continuar su educación vocal y técnica en el país que dominaba el panorama operístico de la época.
En Italia, se formó bajo la dirección de los renombrados maestros Salvatore Cottone y Melchor Vidal, quien continuó la técnica de canto de Manuel García, una de las más influyentes de la época. Esta formación le permitió adquirir las herramientas necesarias para destacarse en el exigente mundo de la ópera, particularmente en las interpretaciones dramáticas que más tarde definirían su carrera.
Logros y contribuciones
María Llácer se destacó en una variedad de teatros europeos, donde su presencia no pasó desapercibida. A lo largo de su carrera, interpretó algunos de los roles más complejos y exigentes del repertorio operístico, con especial énfasis en la ópera wagneriana, un género que requería una voz potente y un control absoluto sobre la técnica vocal.
Interpretaciones clave de su carrera
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Elena en «Mefistófeles» (Teatro Verdi de Florencia, 1910): Este fue uno de sus primeros grandes éxitos en los escenarios internacionales, lo que la catapultó a la fama.
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Ernani y «Tiefland» (Liceo de Barcelona): María Llácer continuó su ascenso a la fama al interpretar papeles destacados en la ópera italiana.
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Tosca y «Tannhäuser» (Palermo y Comunale de Bolonia): En estas producciones, mostró su maestría en los roles dramáticos, cimentando su reputación como una soprano de talla internacional.
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«La fanciulla del West» (Teatro Real de Madrid, 1915): Un hito en su carrera, donde destacó en una de las óperas más importantes de Puccini.
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«La valquiria» y «Madame Butterfly» (Teatro Real de Madrid): Su capacidad para interpretar papeles wagnerianos y puccinianos hizo que su repertorio fuera cada vez más diverso y exigente.
Destacada en el escenario internacional
María Llácer no solo brilló en los teatros españoles, sino también en los más importantes de Europa, como la Gran Ópera de París, donde interpretó Aida en 1922, y el famoso Teatro Arena de Verona, donde cantó el papel de Kundry en Parsifal en 1924. Su intervención en el Teatro de la Scala de Milán en 1926 marcó otro hito en su carrera, con su aclamado debut en el difícil papel de Turandot.
Su capacidad para interpretar los papeles más difíciles de la ópera wagneriana la convirtió en una de las sopranos más solicitadas para las producciones de las Tetralogía de Wagner, que incluye El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses. En estas representaciones, se destacó al lado de otros grandes como Isidoro Fagoaga, un tenor especializado en este repertorio.
Momentos clave de su carrera
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1910: Interpretación de Elena en Mefistófeles (Teatro Verdi, Florencia).
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1915: Estreno de La fanciulla del West en el Teatro Real de Madrid.
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1922: Debut en la Gran Ópera de París con Aida.
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1924: Interpretación de Kundry en Parsifal en el Teatro Arena de Verona.
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1926: Debut en la Scala de Milán con Turandot.
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1931-32: Representación de Isolda en la Scala, completando su ciclo de heroínas wagnerianas.
Relevancia actual
La relevancia de María Llácer en la historia de la ópera española y mundial sigue viva, especialmente en el contexto de la ópera wagneriana. Su capacidad para transmitir la intensidad emocional y la profundidad de los personajes que interpretó dejó una huella imborrable en el mundo de la música clásica. Aunque su carrera sobre el escenario terminó en 1939, su legado perdura tanto en la memoria de quienes la vieron en vivo como en los registros de sus actuaciones en los principales teatros del mundo.
Además de su carrera como cantante, María Llácer también contribuyó a la formación de nuevas generaciones de cantantes. Después de su retirada, se dedicó a la enseñanza en Milán y en el Conservatorio de Valencia, transmitiendo su vasto conocimiento a las nuevas voces del canto lírico.
Su vida es un claro ejemplo de dedicación y pasión por el arte, en la que se combinan tanto la excelencia técnica como la profunda emoción que transmitía su voz.
Conclusión
María Llácer fue una soprano que no solo destacó en los escenarios nacionales e internacionales, sino que también dejó una marca indeleble en la historia de la música. Su repertorio, que abarcó desde las grandes obras de Wagner hasta las composiciones italianas más dramáticas, la consagró como una de las mejores sopranos de su tiempo. Su legado sigue vivo en cada interpretación de las obras que cantó, y su influencia en la ópera contemporánea perdura gracias a su excepcional talento y dedicación al arte.
MCN Biografías, 2025. "Llácer, María (1888-1962). La soprano española que conquistó los escenarios internacionales". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/llacer-maria [consulta: 14 de julio de 2025].