Hurston, Zora Neale (1901-1960) .
Escritora y etnóloga estadounidense, nacida en Eatonville (Florida) en 1901, y fallecida en 1960. El hecho de haber venido al mundo en la primera ciudad norteamericana formada sólo por población de color le influyó poderosamente en la orientación temática que había de dar a su obra literaria y antropológica.
Tras destacar en sus estudios primarios y medios, abandonó su ciudad natal para proseguir su formación superior en las universidades de Howard, Barnard y Columbia. Al poner fin a estos estudios universitarios regresó a Eatonville, donde se enfrascó en un estudio antropológico y folclorista sobre la herencia racial de la ciudad. Por aquellos años era infrecuente que algún investigador dedicase sus estudios a la raza negra, y aún más extraño resultaba que fuera una mujer la interesada en este aspecto marginado en la cultura oficial norteamericana. Pero Zora Neale Hurston sorprendió a la clase intelectual de su país con una obra científica y creativa que marcó el nacimiento de toda una generación de escritores negros de Harlem (la de los Años Treinta), e influyó poderosamente en otros autores más tardíos, algunos de ellos tan relevantes como el novelista e investigador Ralph Ellison, la poetisa y novelista Alice Walker, y la Premio Nobel de Literatura Toni Morrison.
Zora Neale Hurston no sólo trabajó con el material procedente de los negros norteamericanos que poblaban su entorno, sino que realizó importantísimos estudios de campo en tierras tan hostiles a una mujer estadounidense (en aquellos primeros años del siglo XX, claro está) como Jamaica, Haití, Bermudas, Honduras y, en general, en otros muchos países de América Central y Sudamérica. Su interés por el folclore de los pobladores de estos territorios le llevó a correr aventuras no exentas de ciertos riesgos, como cuando se empeñó en investigar en Haití todo lo concerniente al vudú que allí se practica desde hace cientos de años. Fruto de estos trabajos en Hispanoamérica es el libro titulado Mulas y hombres (1935), que es una de sus obras más conocidas e influyentes entre los antropólogos norteamericanos de este siglo.
Pero, además de sus ensayos científicos, Zora Neale Hurston escribió varias obras de ficción que alcanzaron tanta fama como su labor investigadora. Así ocurrió, por ejemplo, con sus novelas llamadas La calabaza de Jonah (1934), Sus ojos veían a Dios (1937) y Seraph en Suwanee (1948). Junto a estas narraciones extensas, su obra creativa recoge numerosos relatos breves, obras de teatro y artículos periodísticos, a los que hay que añadir su interesante y amena autobiografía, titulada Marcas de polvo en el camino (1942).
Su prestigio como antropóloga fue tal que llegó a ser miembro de las selectas Sociedad Americana de Folclore, Sociedad Americana Antropológica, Sociedad Americana Etnológica y Zeta Phi Beta. Además, se hizo merecedora de la beca Guggenheim en 1936 y 1938, y recibió el título de Doctora honoris causa en Literatura por la Universidad Morgan en 1939. Sin embargo, su obra literaria no mereció grandes elogios en vida de la autora, que murió en la más vergonzante pobreza sin haber recibido ese reconocimiento que, en los años setenta, le restituyó toda la comunidad literaria estadounidense.