Hubble, Edwin Powell (1889-1953).


Edwin Powwell Hubble.

Astrónomo estadounidense, nacido en Mashfield (en el estado de Missouri) el 20 de noviembre de 1889 y fallecido en San Marino (cerca de Pasadena, California) el 28 de septiembre de 1953. Sus especulaciones y descubrimientos cambiaron por completo la concepción que hasta entonces se tenía del Universo, al demostrar que algunos de los objetos celestes que podían detectarse con los telescopios que había en su tiempo no eran nebulosas (es decir, meras acumulaciones de gas o polvo, como venía sosteniendo la Astronomía tradicional), sino conjuntos enormes de estrellas localizados más allá de los confines de nuestra galaxia (dicho de otro modo, probó la existencia de otras muchas galaxias más allá de la Vía Láctea, que era la única reconocida como tal hasta entonces). Además, Hubble pudo demostrar que las galaxias (a las que él denominó universos-islas) se están moviendo lejos de la Tierra con una velocidad proporcional a la distancia que les separa de ella, lo que implicaba otra revelación ciertamente revolucionaria: el Universo está en plena expansión.

Vida

Hijo del matrimonio formado por el agente de seguros John Powell Hubble -natural de Missouri- y su esposa Virginia Lee James -de la ciudad de Virginia, en Nevada-, vino al mundo en Mashfield durante una visita realizada por sus padres a sus abuelos paternos. Pero creció en el suburbio de Wheaton, a las afueras de Chicago, en donde estaba el hogar familiar y la oficina donde trabajaba su progenitor.

Tuvo una infancia feliz, dominada por el juego, el deporte y la lectura, actividad -esta última- que le llevó a interesarse muy pronto por la Ciencia y la aventura, merced al descubrimiento de algunas obras de Julio Verne (1828-1905), como De la Tierra a la Luna y Viaje al centro de la Tierra. Su precoz interés por los cuerpos celestes quedó patente cuando, antes de haber cumplido los diez años, escribió una carta a su abuelo en la que le ponía al tanto sobre algunas cuestiones que éste le había consultado, también por vía epistolar, acerca del planeta Marte. Su abuelo quedó tan sorprendido y satisfecho de la respuestas del pequeño Edwin Powell que hizo publicar su carta en un diario local.

Ya en su adolescencia, continuó explorando obras de ciencia-ficción que, como Veinte mil leguas de viaje submarino (del susodicho Verne) o Las minas del rey Salomón, de Henry Rider Haggard (1856-1925), ponían de relieve una idea que, a partir de entonces, habría de gobernar su vida: la Ciencia, aliada con la capacidad imaginativa y especulativa del ser humano, podía poner al alcance de la Humanidad los mundos más remotos.

En el Instituto (High School) de Wheaton donde cursó sus estudios secundarios, el joven Edwin Powell dio muestras de poseer una viva inteligencia y una especial predisposición hacia las disciplinas científicas; sin embargo, por aquel tiempo destacaba aún más en su condición de deportista, con registros sorprendentes en la modalidad atlética de salto de altura (en la que se proclamó campeón juvenil de Illinois, superando la mejor marca estatal registrada hasta entonces). Además, practicó con brillantez el football americano, el boxeo y, sobre todo, el baloncesto, disciplina deportiva que continuó ejercitando cuando, merced a la obtención de una beca, pudo matricularse en la Universidad de Chicago (1906).

Durante su formación secundaria, el joven Hubble había contribuido al sostenimiento económico de su familia dedicándose, como otros muchos jóvenes de su generación, al reparto de periódicos. Ya en la universidad, al descubrir que, por un error de gestión, tenía que compartir su beca con otro alumno, se vio obligado a seguir procurándose su propio sustento y compaginó sus estudios con un trabajo que le resultaba ciertamente interesante: pinche (o ayudante) de laboratorio del genial físico Robert A. Millikan (1868-1853), a la sazón docente en el claustro de Chicago. Además, durante los veranos trabajó como preceptor particular de diversos alumnos.

Realizó, pues, en dicha universidad la carrera de Ciencias Físicas, con especial atención a las Matemáticas y la Astronomía. Y en 1910, una vez licenciado, se encontró con la grata sorpresa de que sus brillantes calificaciones le hacían merecedor de una beca Rhodes, con la que podía desplazarse a Europa para cursar Derecho romano en el Queen College, de la prestigiosa Universidad de Oxford.

El joven Hubble, siempre deseoso de ampliar horizontes vitales, cruzó el Atlántico y acabó licenciándose en Leyes por la reputada institución británica, si bien no dejó nunca de interesarse por los nuevos descubrimientos astronómicos. En 1913 regresó a los Estados Unidos de América y se afincó en Louisville (en el estado de Kentucky), donde abrió un bufete y, durante algunos meses, sobrevivió ejerciendo la abogacía. Pero enseguida advirtió que su pasión por el Cosmos y las estrellas seguía siendo dominante en casi todas las parcelas de su vida, por lo que abandonó el despacho de abogados y se dirigió a Williams Bay (Wisconsin), donde, merced a los primeros estudios universitarios que había realizado en Chicago, logró ser admitido en el Observatorio Astronómico de Yerkes (adscrito al departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Chicago).

Se aplicó, entonces, con ahínco a la realización de su tesis doctoral, que concluyó a comienzos de 1917. Poco antes de que Hubble presentara este trabajo, había sido invitado por el gran astrónomo norteamericano George Ellery Hale (1868-1938) a incorporarse al celebérrimo Observatorio del Monte Wilson, emplazado en Pasadena (California); pero el joven astrofísico de Missouri tuvo que aplazar su viaje al Oeste, porque el mismo día en que pasó el examen final de su tesis hubo de incorporarse al Ejército de su nación, ya plenamente implicada en la I Guerra Mundial (1914-1919).

En su nueva faceta como militar, su ejecutoria fue también intachable, con una brillante hoja de servicios en la que quedó registrado su nombramiento como capitán en la división 86 del regimiento 343 de Infantería, y su posterior ascenso al grado de mayor. Durante el período bélico volvió a cruzar el Atlántico, esta vez para servir como oficial de campo en territorio francés; y no pudo regresar a su país natal hasta el verano de 1919.

Tan pronto como hubo retornado a los Estados Unidos, Hubble se apresuró a aceptar la aplazada invitación de Hale y se presentó en Pasadena, donde, nada más llegar, demostró su valía con un asombroso descubrimiento: la existencia, en el interior de nuestra galaxia, de nubes de hidrógeno que cobran luminosidad por la presencia de estrellas en su interior. A partir de entonces, el trabajo desplegado por Edwin P. Hubble en el laboratorio del Monte Wilson habría de arrojar frutos tan espectaculares que, además de oscurecer la dimensión del propio Hale -considerado como uno de los padres de la Astrofísica-, vendrían a revolucionar por completo las ideas tradicionales sobre el Universo.

Hubble, que se casó el 26 de febrero de 1924 con Grace Burke, permaneció ligado profesionalmente al Observatorio de Pasadena durante el resto de su fructífera trayectoria profesional, con un paréntesis forzoso derivado, una vez más, de las conflagraciones bélicas. En efecto, en 1942, con motivo de la II Guerra Mundial (1939-1945), el astrónomo de Missouri hubo de dejar el Monte Wilson y trasladarse a un campo de pruebas de la localidad de Aberdeen (en Dakota del Sur), donde prestó brillantes servicios que, en 1946, le fueron recompensados con la Medalla al Mérito. Obtuvo, además, a lo largo de su vida otros muchos honores y distinciones, como la medalla «Barnard» (1935), la medalla «Franklin» (1938) y la medalla de la Royal Astronomical Society (1939).

Acabada la guerra, regresó el Laboratorio del Monte Wilson, donde tuvo ocasión de trabajar con el nuevo telescopio de doscientas pulgadas, bautizado con el nombre de Hale. El propio Hubble, consciente de que el avance de sus descubrimientos dejaba inservible el telescopio anterior (de sólo cien pulgadas), había contribuido al diseño del nuevo. Además, formó parte del Comité Asesor creado para supervisar el proyecto de construcción del observatorio del Monte Palomar, en el que el científico de Missouri llegó a realizar algunos trabajos antes de que una trombosis cerebral acabase de forma fulminante con su vida, a comienzos del otoño de 1953.

A lo largo de su fecunda trayectoria como astrónomo, Edwin Powell Hubble dejó escritas varias obras de divulgación en las que recopiló la mayor parte de sus teorías y descubrimientos. Entre ellos, cabe recordar los titulados The realm of the nebulae (El domino de las nebulosas, 1936) y The observational approach to cosmology (El procedimiento de la observación en Cosmología, 1937).

El Universo de Hubble

El primer hallazgo sorprendente de Hubble, como ya se ha indicado más arriba, tuvo lugar a los pocos días de su incorporación al Observatorio del Monte Wilson, cuando logró constatar y demostrar que en el interior de la Vía Láctea hay nubes de hidrógeno que cobran luminosidad debido a existencia de estrellas en su interior. Espoleado por este hallazgo, Hubble decidió investigar a fondo el espectro de la nebulosa Andrómeda, que había sido obtenido por su compatriota Vesto Melvin Slipher (1875-1969) en 1913.

La Ley de recesión de las galaxias fue formulada por Hubble en 1929.

De los datos aportados por Slipher se desprendía que esta nebulosa presentaba un corrimiento hacia la zona azul del espectro visible, lo que a su vez parecía indicar que se aproximaba a la Tierra a una velocidad aproximada de 300 km/seg. Sin embargo, otras nebulosas estudiadas por el propio Slipher presentaban un corrimiento hacia el rojo, lo que significa que se alejaban de nuestro planeta, a unas velocidades tan elevadas que sugirieron a Slipher la posibilidad de que se hallasen fuera de la Vía Láctea. Con estas teorías, muy vagas por aquellas fechas, se resucitaban viejos postulados del pasado, entre ellos la noción tan sugerente de los universos-islas, presente en el pensamiento del filósofo Kant (1724-1804) y en las hipótesis científicas del astrónomo británico, de origen alemán, Friedrich Wilhelm Herschel (1738-1822), que había acuñado dicha etiqueta.

Hubble se había interesado precozmente por esas nebulosas de Slipher que tendían al rojo, con tal motivación que las había convertido en el tema central de su tesis doctoral. A su llegada a Monte Wilson, consiguió fotografiar Andrómeda y detectó, en su interior, varias estrellas; haciendo el seguimiento de un tipo determinado de ellas -el de las denominadas cefeidas variables-, logró también calcular con gran exactitud la distancia entre Andrómeda y la Tierra, ya que el período de variación de las cefeidas es proporcional a su brillo, lo que da lugar a la estimación de éste y, por ende, de su distancia respecto al punto desde donde se capta.

Por este procedimiento, Hubble supo que Andrómeda se halla a un millón de años-luz de distancia de la Tierra, lo que venía a demostrar su ubicación fuera de la Vía Láctea, así como su condición de conjunto de estrellas, y no de mera nube de gases o polvo cósmico. Al constatar, pues, la existencia de otras constelaciones similares a la Vía Láctea, las nebulosas perdieron ese nombre (que hacía referencia a su supuesta condición de nubecillas) y pasaron a denominarse galaxias (voz derivada del término griego galactos, «leche», con el que se quiso indicar que poseían la misma naturaleza que la Vía Láctea).

El mismo procedimiento empleado por Hubble para estudiar Andrómeda le sirvió para detectar unas cuarenta galaxias, así como para calcular la distancia que les separa de la Tierra. Al descubrir, durante estas investigaciones, que casi todas ellas presentan corrimientos hacia el rojo en su espectro, y que estos corrimientos son proporcionales a su distancia, formuló en 1929 la denominada Ley de Hubble, que sostiene que las galaxias más alejadas de la Tierra -es decir, las que no están en el caso de Andrómeda, que al ser más próxima a nosotros tiene vínculos con la Vía Láctea por efecto de la gravedad- se alejan de la nuestra a una velocidad proporcional a la distancia que nos separa. Esta ley de Hubble venía a autorizar postulados anteriores, como el que afirma que el Universo se halla en fase de expansión, así como a sustentar teorías posteriores, como la del big bang, según la cual el Universo debió de conocer una fase previa en la que se hallaba comprimido en un espacio muy reducido, antes de la gran explosión que dio lugar a la expansión actual.

Las aportaciones del astrónomo de Missouri permitieron establecer la denominada constante Hubble, que no es sino el coeficiente de dicha proporcionalidad entre la velocidad de las galaxias y su distancia. Pero Hubble se equivocó al calcular el valor de esta constante (que sirve para determinar la edad del Universo, en la medida de que puede dar cuenta aproximada de su origen), por lo que sus operaciones matemáticas daban el resultado disparatado de que el Universo era menor (o más reciente) que la Tierra. Posteriormente se detecto el origen de su error, ya que no tuvo en cuenta la existencia de dos familias diferentes de cefeidas. Él había realizado sus cálculos partiendo de la observación de la familia que no tenía validez para demostrar sus teorías, y de ahí el fracaso de sus cálculos. Sin embargo, partiendo del estudio de la familia correcta se pudo dar, más adelante, el valor real a la constante Hubble, comprendido entre 50 y 100 Km/seg.megaparsec, lo que sitúa, de un modo mucho más fidedigno, la edad real del Universo entre los diez mil y los veinte mil millones de años.

JRF