Hartzenbusch, Juan Eugenio de (1806-1880).


Dramaturgo madrileño, nacido el 6 de septiembre de 1806. Hijo de un ebanista alemán, compaginó sus aficiones literarias con el trabajo en el taller paterno tras concluir en 1822 sus estudios en el Colegio de San Isidro de Madrid, regentado a la sazón por la Compañía de Jesús. De su trabajo como ebanista, quiere la tradición que sea muestra parte de la sillería del Senado que, al parecer, fue encargada al taller de su padre en los años en los que aún trabajaba allí. Su carrera literaria se inició de forma fulgurante tras el estreno de Los Amantes de Teruel en 1837. De forma similar a como sucediera con García Gutiérrez el año anterior con El Trovador, un autor joven y de clase baja tenía que salir a la escena a saludar ante el asombro del público madrileño, del que se hizo eco Larra en el elogioso artículo que le dedicó al día siguiente. No obstante, para entonces ya había estrenado El amo criado, refundición de Rojas estrenada en 1829 y Las hijas de Gracián Ramírez (1831), refundición de La restauración de Madrid de Manuel Fermín de Laviano que le había encargado un empresario y que fue un rotundo fracaso.

Hartzenbusch, retratado por Patricio Rodríguez. Biblioteca Nacional (Madrid).

Tenaz y voluntarioso, a la vez que trabajaba, había estudiado el joven francés e italiano y comenzó a traducir y adaptar obras por cuenta propia (Alfieri, Molière, Voltaire y, entre nuestos clásicos, Calderón y Rojas). También estudió taquigrafía, lo que le llevó al mundo del periodismo, ingresando en 1834 en la redacción de La Gaceta de Madrid y, cuatro años más tarde, en el Diario de Sesiones del Congreso . Desde 1847, perteneció a la Real Academia. Para entonces, ya trabajaba en la Biblioteca Nacional como Oficial Primero (1844) llegando a ser director de dicha entidad en 1862 hasta su jubilación en 1875. Entre medias, ocupó la dirección de la Escuela Normal de Madrid desde 1854. Colaboró también en la edición de la Biblioteca de Autores Españoles prologando las obras de Lope de Vega y Calderón de la Barca y dirigiendo la edición de Teatro Escogido de Tirso de Molina. También realizó una edición del Quijote.

Los Amantes de Teruel reelabora una tradición turolense, que Cotarelo ya reconoció como falsa y procedente de uno de los cuentos del Decameron, que ya habían tratado dramáticamente Rey de Artieda, Tirso de Molina, Pérez de Montalbán y el inefable Comella, así como un autor anónimo que estrenó y publicó en 1800 una tragedia titulada La Isabela sobre el mismo tema. Asimismo, había conocido la historia versiones en verso como la de Pedro Alventosa, Antonio Serón, Bartolomé de Villalba y Estaña, Jerónimo de Güerta y Juan Yangüe de Salas. El argumento desarrolla los amores de Isabel de Segura y Diego Marcilla, prometidos desde la infancia y enamorados que ven su boda estorbada por el padre de la novia alegando los escasos bienes del novio. Ante esta situación, resuelve Marcilla salir de Teruel para ganarse la vida como soldado de fortuna al servicio del rey moro de Valencia. Antes de partir, los enamorados se dan un plazo de espera cumplido el cual, se deshará el compromiso si Marcilla no regresa. Como es de rigor en estas historias, el joven se ve atacado en su camino de regreso por unos bandoleros (agentes en realidad de la sultana de Valencia, enamorada del joven y deseosa de estorbar la boda para conservarlo como amante) y llega tarde a Teruel, a tiempo sólo de recoger el último beso de su amada y morir al mismo tiempo que ella. Para elaborar su obra, Hartzenbusch se apartó de los tratamientos previos dándole a su obra una visión diferente mediante la inclusión de una trama secundaria (un secreto de la madre de Isabel) que revierte en la principal al ser sometida la dama a chantaje por parte del segundo prometido de Isabel.

No deja de ser curioso el hecho de que la primera versión de Los Amantes, anterior al estreno, tuviera que ser reformada por el autor merced a un curioso y casual parecido con el Macías de Larra y con El Trovador de García Gutiérrez.Tal identidad en el tratamiento de un mismo tema ha hecho pensar en la importancia del tema del amor estorbado y sin más fin que la muerte para la generación romántica española en la que, según Donald L. Shaw, se llevaría la palma la obra que nos ocupa, dedo que los amantes mueren de amor. En efecto, las quejas de los detractores por el exceso de amores contrariados pueden comprobarse, sin ir más lejos, en las palabras del General en La Gaviota de Fernán Caballero.

Juan Eugenio Hartzenbusch, Los amantes de Teruel.

El drama de Hartzenbusch conoció, ya después del estreno, varias refundiciones del propio autor, deseoso tanto de corregir los que consideraba defectos de su obras como de adaptarla a los gustos del público alejándose de las exageraciones de la llamada «fiebre romántica». La primera data de 1849 y las siguientes son de 1850 y 1858. A finales de siglo, la obra conoció una adptación operística de mano de Tomás Bretón, que se encargó también del libreto español y de una traducción italiana que se vio obligado a realizar por negarse la empresa del Teatro Real de Madrid a estrenar una ópera compuesta sobre libreto español.

Su obra, además de Los Amantes de Teruel, está integrada por los dramas y comedias de carácter histórico Doña Mencía o la boda en la Inquisición (1838); La redoma encantada (1839), comedia de magia sobre d. Enrique de Villena, personaje tan del gusto de nuestros románticos (no olvidemos que protagoniza también la novela de Larra El doncel de don Enrique el Doliente ) por la fama de nigromante y encantador que lo acompañó en la leyenda; Alfonso el Casto (1841); La Jura de Santa Gadea (1845), la más apreciada por la crítica después de Los Amantes; La madre de Pelayo (1846); La ley de raza (1852); La Archiduquesita (1854); Vida por honra (1858); El mal apóstol y el buen ladrón (1860), drama bíblico; Los polvos de la madre Celestina y Las Batuecas , nuevas comedias de magia y La coja y el encogido, comedias al estilo neoclásico en las que se plasma el influjo de Moratín, comedias de carácter como Juan de las Viñas (1844) y loas como La Alcaldesa de Zamarramala o La Hija de Cervantes, bien que no logró con repetir con ninguna de ellas el éxito que supusio Los Amantes de Teruel. Fue también autor de una colección de Fábulas publicada en 1848, y aumentada en 1861, que conoció numerosas ediciones casi hasta nuestros días. Se ha destacado de dicha colección la habilidad de Hartzenbusch para hacerse con todo un material previo al que apenas aport nada nuevo.

Bibliografía

  • HARTZENBUSCH, Juan Eugenio de: Los Amantes de Teruel, ed. de Salvador García. Madrid: Castalia, 1971.

  • SHAW, Donald L.: Historia de la literatura española, 5; El siglo XIX. Madrid: Ariel, 1992 (10ª ed.).