Grimau, Julián (1911-1963).
Político español, nacido en Madrid, en febrero del año 1911, y muerto ejecutado, en la misma ciudad, el 20 de abril del año 1963.
Hijo de un abogado y comisario de policía, a los catorce años marchó a La Coruña, donde consiguió trabajar como subgerente de una editorial. Durante su estancia gallega, Julián Grimau comenzó a interesarse por la política, militando, en un principio, en varias formaciones de corte republicano, hasta su ingreso en el ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma), partido fundado por Santiago Casares Quiroga, en el año 1929. Tras la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril del año 1931, regresó a Madrid y se afilió al Partido Republicano Liberal. Poco después ingresó en el cuerpo de policía, en el que trabajó activamente como inspector de la Brigada de Investigación Criminal, cargo que desempeñó en Barcelona, hasta el fin de la Guerra Civil Española. Al inicio de la contienda, Julián Grimau tomó parte en el famoso asalto al Cuartel de la Montaña, llevado a cabo en el mes de julio del año 1936, donde se habían acantonado las fuerzas sublevadas al mando del general Joaquín Fanjul. Ese mismo año se incorporó al Partido Comunista de España (PCE).
Al término de la Guerra Civil, se exilió en Francia, como tantos otros españoles, de donde pasó a la isla caribeña de Cuba, uno de los lugares más concurridos por los exiliados republicanos. De vuelta a Europa, en el año 1943, en plena Guerra Mundial, comenzó su labor política en el exilio. En el transcurso de la celebración del CV Congreso que el partido celebró el Praga, el 1 de mayo del año 1954, Julián Grimau fue elegido miembro del Comité Central del PCE. En el año 1957 se instaló a vivir en Francia con el objeto de preparar su regreso clandestino a España y realizar su labor de oposición desde dentro al régimen dictatorial del general Franco. Así pues, a partir del año 1959, realizó frecuentes y prolongadas estancias en España, siempre dentro de la más estricta clandestinidad, sustituyendo a Simón Sánchez Montero, detenido ese mismo año, en la organización de la oposición obrera y en el aparato clandestino del PCE en España. Julián Grimau utilizó el apodo de guerra de Emilio Fernández Gil, hasta su detención en Madrid, el 8 de noviembre del año 1962, producida dentro del contexto de una fuerte conflictividad obrera que sacudió a la capital del Estado.
Julián Grimau fue acusado, por un Consejo de Guerra, de numerosos delitos de guerra y suplicio durante su cargo como policía en Barcelona. Durante todo el proceso, y pese a la protesta de su abogado defensor, el capitán Alejandro Rebollo Álvarez, no se cumplieron las exigencias y garantías judiciales requeridas (de habérsele aplicado el Código de Justicia Militar del año 1944, sus supuestos crímenes habrían prescrito a los 25 años), puesto que se le aplicó el Código Militar del año 1894, que ampliaba ese período hasta los 30 años, ni se pudo demostrar con claridad su culpabilidad. Fue condenado a la pena de muerte el 18 de abril del año 1963, que se llevó a cabo dos días más tarde. Con la sentencia a muerte, el general Franco y un gran número de sus más estrechos colaboradores pretendieron que la ejecución del militante comunista sirviese como ejemplo disuasorio para todo el movimiento de resistencia, muy activo en aquella época, contra el régimen.
Por todo ello, a pesar de la fuerte oposición que la sentencia provocó en algunas personalidades del propio régimen, y de las múltiples peticiones de clemencia de figuras extranjeras relevantes, desde el papa Juan XXIII, hasta el propio dirigente ruso Nikita Kruschov, la sentencia se mantuvo firme y fue llevada a cabo el 20 de abril. Al día siguiente de conocerse la noticia, un gran número de ciudadanos de las principales capitales europeas salieron a la calle en protesta unánime contra la barbarie cometida por el régimen del general Franco, que salió seriamente dañado tras el hecho. El prestigioso periódico francés Le Fígaro sacó un durísimo editorial ese mismo día en el que señaló que ”el fusilamiento de Grimau, condenado en juicio sumarísimo por un Tribunal Militar, es un acto de guerra. La calificación que ha servido para condenar no es imaginable más que en un estado de guerra”. Por otra parte, para el prestigioso historiador Javier Tusell ”en cierto sentido, a Grimau se le puede atribuir la condición de último muerto en la Guerra Civil”.
Bibliografía
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CHG.