Girón Díaz, Francisco, «Curro Girón» (1938-1988).
Matador de toros venezolano, nacido en Maracay el 28 de julio de 1938, y fallecido el 28 de enero de 1988. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de «Curro Girón». Miembro de la dinastía torera más famosa de Venezuela, era hermano de los espadas César Girón Díaz, Efraín Girón Díaz, Freddy Girón Díaz y Rafael Girón Díaz. Además, fue padre de otro matador de toros, Marco Antonio Girón Lozano.
Con apenas catorce años, el ambiente taurino en que vivía, protagonizado por su hermano mayor, le impulsó a dedicarse al Arte de Cúchares. Y así, tras curtirse durante un par de temporadas en la lidia de becerros, vistió por vez primera el traje de luces en su Maracay natal, en la campaña de 1954. Pero la experiencia vivida por César Girón le enseñó que era imprescindible cruzar el Atlántico y presentarse en España, si quería que algún día su nombre figurara entre los de las figuras más destacadas del toreo. De ahí que en 1955 debutara ya en pequeñas plazas españolas, en las que no halló impedimento alguno para despachar novilladas sin el concurso de los varilargueros.
Finalmente, durante la susodicha campaña de 1955 encontró la ocasión propicia para debutar en una corrida picada. Fue en la localidad gaditana de La Línea de la Concepción, el día 17 de julio, fecha en la que hizo el paseíllo acompañado por los jóvenes novilleros Miguel Campos y «El Tano», para bregar entre los tres con un encierro perteneciente a la ganadería de Pareja Obregón.
El renombre de que gozaba por aquel entonces su hermano mayor le permitió tomar la alternativa con cierta celeridad, de tal modo que el 27 de septiembre de 1956, cuando apenas llevaba un año toreando novilladas picadas, compareció en las arenas de la Ciudad Condal dispuesto a recibir la borla de doctor en tauromaquia. La ceremonia de su doctorado estuvo revestida de una especial emotividad, puesto que ejerció de padrino el susodicho César Girón, y de testigo otro hermano de ambos, Rafael Girón Díaz, que acaba de doctorarse en la lidia del toro anterior. El mayor de los tres hermanos cedió a «Curro Girón» los trastos con los que éste había de acometer la lidia de un toro marcado con el hierro de Peralta, que atendía a la voz de Chucero.
Una vez admitido en el gremio de los matadores de toros, Francisco Girón Díaz («Curro Girón») demostró que su técnica y su estilo no se apartaban de la línea que venía exhibiendo su hermano mayor, al que emulaba incluso en la disposición y facilidad para clavar los rehiletes. Como César, «Curro Girón» era un torero valiente y decidido, poderoso en los tres tercios de la lidia, eficaz en el manejo de los engaños y dotado de una enorme voluntad a la hora de bregar con cualquier suerte de ganado; y además, tenía una especial facilidad para comunicarse con los tendidos cuando estaba toreando, con lo que conseguía conmover los ánimos de los espectadores más severos. Sin embargo, el exceso de bullicio y de vistosidad populachera con que llegó a recargar algunas de sus faenas le acabó convirtiendo en un torero muy querido en plazas provincianas, pero no demasiado admirado en aquéllas en las que no sólo se valora el esfuerzo y el tesón, sino también la dimensión artística de la faena.
Tal vez consciente de ello, siguió asimismo los pasos de su hermano mayor a la hora de retrasar en todo lo posible su comparecencia ante la primera afición del mundo, que anduvo durante varias temporadas deseosa de poder ratificar los triunfos provincianos tanto de Césarcomo de «Curro Girón». Por fin, el día 12 de junio de 1958, fecha en la que se verificaba en la plaza Monumental de Las Ventas la tradicional corrida de Beneficencia, se presentó en las arenas de Madrid dispuesto a confirmar la validez de su título de doctor en tauromaquia. Hizo las veces de padrino, en aquella ocasión, el espada sevillano Manuel Vázquez Garcés («Manolo Vázquez»), quien le facultó para lidiar y estoquear al toro Saladito, que se había criado en las dehesas de don Antonio Pérez. Para atestiguar esta confirmación, hicieron también el paseíllo aquella tarde el caballero rejoneador José Eugenio Pérez de Mendoza y el coletudo madrileño Ramón Solano Fernández («Solanito»). La suerte se inclinó a favor de «Curro Girón», quien cortó una oreja a cada uno de sus enemigos.
Sin embargo, pronto se cansó el público de este estilo fácil pero desangelado, por lo que el diestro venezolano (que había llegado a firmar cincuenta y siete ajustes en la temporada de 1956) vio cómo descendía el número de contratos que se le brindaban. Pero en 1961 volvió a arrasar, y acabó la campaña en el puesto cimero del escalafón superior, habiendo intervenido en más festejos que cualquiera de sus compañeros; ello le animó a seguir en activo hasta la temporada de 1969, a pesar de que en los últimos años apenas recibía ofertas.
Retirado de los ruedos, ni siquiera pudo dejar que pasase una temporada sin vestirse de luces, ya que volvió a hacer el paseíllo en la campaña de 1970. Abrió así una segunda etapa de actividad profesional, que prolongó excesivamente (pues apenas toreaba) hasta el día 11 de septiembre de 1977, fecha en la que se cortó la coleta en la plaza de toros de Granada. Pero esta retirada tampoco fue definitiva, ya que, una vez instalado en su tierra natal, volvió a vestirse de luces para torear en no pocas ocasiones en Venezuela y México. Así las cosas, llegó en el ejercicio activo de la profesión hasta el día 11 de diciembre de 1987, cuando toreó en el Palacio de los Deportes de México la que había de ser su última corrida, en compañía de los espada mejicanos Eloy Cavazos Ramírez y Manuel Ruiz Vázquez («Manolo Arruza»). Todo parecía indicar que cumpliría el medio siglo de vida vestido de luces, cuando una grave afección hepática le causó la muerte el 28 de enero de 1988.