Garrandés, Alberto (1960-VVVV).
Narrador y ensayista cubano, nacido en La Habana en 1960. Volcado desde su temprana juventud hacia el estudio de las disciplinas humanísticas, ha desplegado una brillante y fecunda labor de creación e investigación que le convierte en una de las figuras cimeras de la cultura cubana contemporánea.
En su condición de intelectual especializado en el análisis de la literatura en Cuba, Alberto Garrandés -que tiene la categoría científica de investigador agregado- ha publicado algunos ensayos tan lúcidos y reveladores como La poética del límite (de 1993, que mereció el Premio de la Crítica en la isla antillana) y Síntomas (obra galardonada, asimismo, con el prestigioso Premio de Ensayo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, otorgado en su convocatoria de 1998). Otros ensayos suyos de notable interés son los titulados La narrativa cubana de 1923 a 1958 (1990), El bosque cifrado (1993), Tres narradores cubanos (1993) y Silencio y destino (1996). En las páginas agrupadas bajo todos estos títulos, Alberto Garrandés ha profundizado en el estudio de las obras de algunos autores tan destacados, dentro del panorama literario cubano del siglo XX, como el poeta, narrador y dramaturgo Virgilio Piñera Llera (a quien ha estudiado en profundidad en La poética del límite), la poetisa Dulce María Loynaz (de la que se ha ocupado en el ensayo titulado Silencio y destino), Ezequiel Vieta (cuya obra ha abordado Alberto Garrandés en su libro El bosque cifrado) y, entre otros, el dramaturgo y narrador de origen español Alfonso Hernández Catá (que ha sido objeto del estudio del investigador habanero en la obra titulada Tres narradores cubanos). Particularmente interesante es su artículo sobre el narrador cubano Luis Felipe Rodríguez («Juicios en torno a una lectura de Luis Felipe Rodríguez», publicado en la revista Anuario L / L [La Habana]), nº 20 [1989], págs. 5-38).
La Unión de Escritores (UNEAC) también ha distinguido con uno de sus prestigiosos galardones la rigurosa investigación de Garrandés acerca de la narrativa cubana de la primera mitad del siglo XX. En general, toda su labor ensayística se caracteriza por la lucidez y el rigor en los datos, así como por la amenidad exhibida por el autor en su exposición. Todavía dentro de sus labores de investigación y estudio cabe situar algunas muestras antológicas seleccionadas y comentadas por Alberto Garrandés, como la recopilación de cuentos eróticos cubanos presentada bajo el título de El cuerpo inmortal, o la muestra de relatos cubanos contemporáneos, de cualquier género y tema, titulada Poco antes del 2000.
En su faceta de creador literario, el escritor habanero ha cultivado con singular acierto y originalidad la prosa de ficción, género al que ha aportado algunos títulos tan significativos para la narrativa cubana actual como la novela Capricho Habanero (1998), y los volúmenes de cuentos Artificios (1994) y Salmos paganos (1996). En la línea de los grandes éxitos de crítica y lectores cosechados por todas sus obras, Capricho habanero fue finalista, en España, del premio de novela concedido por la Editorial Anagrama, y Artificios se alzó, en la isla caribeña, con el Premio de la Crítica Cubana. Asimismo, el relato de Alberto Garrandés titulado «Fábula de un amor feliz» fue galardonado con el premio de La Gaceta de Cuba en su convocatoria de 1996, entre los más de cuatrocientos relatos que competían por alzarse con tan reputado reconocimiento.
En la narración extensa Capricho habanero, Alberto Garrandés presenta una abigarrada -pero sabiamente conseguida- mezcla de historias barrocas que, situadas a medio camino entre lo fantástico y lo cotidiano, recrean con singular maestría los ambientes nocturnos de la gran urbe, frecuentados por atribulados personajes que, bajo la aguda disección psicológica exhibida por el autor, se muestran obsesionados por el sexo y desgarrados en medio de su soledad acompañada. En sus relatos -incluidos por la crítica cubana actual en la corriente de los denominados escritores «iconoclastas»-, Garrandés rompe con la tradición cuentística antillana de la generación anterior, para rechazar la tensión entre individuo e historia (rasgo que caracterizaba a sus mayores) y profundizar, en cambio, en los rincones más escondidos de la vida actual, en la dura realidad de un presente que -tanto en la Cuba actual como en la escritura de sus más jóvenes creadores- vive de espaldas a los grandes acontecimientos del pasado histórico. Surgen, así, en su pluma historias fragmentarias que, plagadas de sucesos discontinuos, otorgan al narrador un poderoso don de ubicuidad tanto en la dimensión espacial como en la temporal, lo que a su vez permite a Garrandés establecer una voluntariamente nítida distancia entre la historia relatada y el referente real que dio origen a su conversión en material literario. En medio de esta asombrosa maestría puesta de manifiesto en la estructura del relato, los cuentos de Alberto Garrandés surgen como una colección de imágenes y sucesos fragmentarios que, en su caos aparente, guardan infinitas conexiones y ramificaciones con la realidad de la Cuba contemporánea. Este método de escritura es lo que ha llevado al crítico literario López Sacha a poner de relieve en los cuentos de Garrandés la existencia de lo que él denomina «una anécdota invisible», cuyo desarrollo narrativo va creciendo ora en función de la intertextualidad, ora a través de una sutil recreación de los hechos a través de los diálogos de los personajes.
En el año 2000, el autor de La Habana tenía en la imprenta el libro de ensayos titulado Los dientes del dragón, así como un nuevo volumen de cuentos titulado Cibersade.
J. R. Fernández de Cano.