Espinosa Menéndez, Miguel, «Armillita Chico» (1958-VVVV).


Matador de toros mejicano, nacido en Aguascalientes en 1958. Conocido por el sobrenombre de «Armillita» o «Armillita Chico», apodo heredado de su padre, el genial espada Fermín Espinosa Saucedo («Armillita Chico»). Es miembro de una de las dinastías toreras más importantes de Méjico, la inaugurada por su abuelo Fermín Espinosa («El Campanero» o «Armillita»), continuada por su padre y por sus tíos Cenaido, José y Juan Espinosa Saucedo(«Armillita»), y consolidada por él y por sus hermanos Fermín («Armillita») y Manuel Espinosa Menéndez(«Armillita»).

El hecho de haber nacido en el seno de una familia en la que sólo se respiraba un ambiente taurino marcó decisivamente su orientación profesional desde que era un chaval. Ilusionado con esta vocación del joven Miguel, el veterano Fermín Espinosa Saucedo -que había contemplado ya cómo dos de sus hijos seguían sus pasos por la senda del toro- le prestó todo el apoyo necesario para que saliera adelante en su empeño de convertirse en una gran figura del toreo. Y así, tras haberse fogueado por varias plazas menores durante la campaña de 1975, el día 30 de mayo del año siguiente el joven Miguel Espinosa Menéndez («Armillita») se presentó como novillero en el coso de Monterrey, donde alternó con Benjamín Magallanes y Mario Escobedo, en un exitoso debut que fue premiado con un apéndice auricular de su segundo enemigo, un burel marcado con el hierro de Golondrinas.

Alentado por el ejemplo de su progenitor y sus hermanos mayores (quienes, sabedores de la importancia de triunfar en la cuna del Arte de Cúchares, enseguida se presentaron en España), en febrero de 1977 cruzó el Atlántico en compañía de su padre y se dio a conocer en varias tientas organizadas en el Sur de Andalucía. Este privilegiado entrenamiento le permitió emprender inmediatamente una triunfal andadura novilleril por varias plazas de la Península Ibérica, algunas de ellas tan señaladas como las de Sevilla, Pamplona, Valencia y Barcelona.

Al término de esta gira española regresó a su país natal, en donde recibió el doctorado taurino de manos del afamado espada mejicano Manuel Martínez Alcira, y en presencia del coletudo azteca Eloy Cavazos Ramírez y del matador alicantino José María Dols Abellán («José Mari Manzanares»), que se hallaban presentes en calidad de testigos. Tuvo lugar esta emotiva ceremonia en la plaza de toros de Querétaro, el día 26 de noviembre de 1977, fecha en la que se jugó un encierro de toros bravos pertenecientes a la ganadería de don Javier Garfias. El primer toro de la tarde, con cuya lidia y muerte se doctoró el toricantano, atendía a la voz de Arlequín. Aquella tarde, el joven Miguel Espinosa Menéndez no anduvo muy afortunado en el manejo del acero, lo que le impidió alcanzar los galardones a los que se había hecho acreedor su toreo.

Sin embargo, siete días después volvió a torear en ese mismo ruedo de Querétaro, esta vez acompañado por el susodicho Manuel Martínez Alciray por el célebre torero sevillano Francisco Camino Sánchez («Paco camino»), quienes pudieron contemplar cómo Miguel Espinosa triunfaba ruidosamente en la lidia de sus dos enemigos. A partir de entonces, considerado como uno de los espadas cimeros del escalafón superior mejicano, este nuevo «Armillita» se convirtió en una de las figuras de obligada presencia en las principales ferias mejicanas. Entre los festejos más importantes en los que intervino por aquellos años, conviene reseñar el celebrado en Saltillo (cuna de su padre) el día 12 de noviembre de 1978, organizado como homenaje al genial Fermín Espinosa Saucedo («Armillita Chico»), que había fallecido dos meses antes. Se corrieron en aquella emotiva ocasión seis reses procedentes de las dehesas de Santa María Gallardo, que fueron lidiadas y estoqueadas por los tres hijos toreros del matador homenajeado.

La temporada de 1981 fue la de su consagración como gran figura del toreo mejicano, habida cuenta de los grandes triunfos que cosechó en su transcurso y de los setenta contratos que cumplió durante todo aquel año (sin contar un paseíllo que hizo en la capital de Venezuela). El día 15 de febrero de la susodicha campaña sobresalió brillantemente en las arenas de la capital de su país, donde cortó dos orejas en presencia de los coletudos Jorge Gutiérrez Argüelles y César Pastor. Al cabo de un mes (concretamente, el 26 de abril de 1981) volvió a triunfar clamorosamente en el mismo coso, frente al astado Suertero, marcado con la señal de Reyes Huerta, al que cortó los dos apéndices auriculares. Además, durante aquel feliz año de 1981 Miguel Espinosa Menéndez fue proclamado triunfador indiscutible de la feria de Zacatecas.

La confianza que le fueron dando estos éxitos le animaron a volver a España, ya convertido en matador de toros y consagrado como figura cimera en su México natal. Así las cosas, el día 23 de mayo de 1983 confirmó la alternativa en la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), donde fue apadrinado por el veterano diestro sevillano Manuel Vázquez Garcés («Manolo Vázquez»); el cual, bajo la atenta mirada del antes mencionado espada alicantino José María Dols Abellán («José Mari Manzanares»), le cedió la muleta y el estoque con los que había de trastear y despenar a Piconero, un morlaco que había pastado en las dehesas de don Gabriel Rojas Fernández.

Miguel Espinosa Menéndez no logró alcanzar en suelo español el mismo reconocimiento que le habían otorgado sus paisanos, por lo que regresó pronto a México, donde en la actualidad sigue gozando de la consideración debida a las grandes figuras del toreo. De ello quedó constancia el 1986, en la plaza de toros Monumental de México, donde, tras una memorable actuación, cortó las dos orejas y el rabo de Tenor, un toro perteneciente a la ganadería de Begoña.

En 1993 volvió a probar suerte en España, tentativa que repitió en 1997, sin que lograra en ninguna de ellas la ansiada entrega de la afición española.