Encinas, Francisco de (1520-1552).
Humanista burgalés perteneciente a una de las familias de comerciantes más florecientes de Burgos, donde nació en 1520; falleció en Estrasburgo en 1552. Inició sus estudios en su ciudad natal, donde es posible que tomara ya contacto con las ideas de Erasmo de Rotterdam, que tan hondo calaron en el mundo espiritual español de la primera mitad del siglo XVI. Posteriormente, marchó fuera a ampliar sus estudios. Durante algún tiempo se especuló con la posibilidad de que hubiera estudiado en Alcalá de Henares, toda vez que el canciller de la universidad, Pedro de Lerma, era tío suyo. A reforzar esta idea contribuiría el espíritu erasmizante que, a lo largo de toda esta época, caracterizó a la Universidad Complutense. No contamos, sin embargo, con dato alguno que nos lo certifique y el silencio del autor al respecto en sus memorias y obras panegíricas nos parece elocuente al respecto. Sí parece que estudió en París durante el curso de 1536-37, donde pudo entablar amistad con algunos de los que serían sus corresponsales durante el resto de su vida, tales como Juan Díaz, Juan de Gélida, Jean Lange y, tal vez, el propio Calvino.
No obstante, ese mismo año fue devuelto a su tierra cuando, a causa del proceso inquisitorial contra su tío Pedro de Lerma, su familia decidió que volviera para que no se «contaminase» de posibles herejías. En efecto y como hemos visto, aunque no nos consta que la familia lo supiera, Encinas se relacionaba con personas cercanas al mundo de la Reforma. Tras un año en el que tal vez realizó prácticas comerciales en las dependencias de su familia en Amberes, se matriculó en el Colegio Trilingüe de Lovaina en 1539, donde de nuevo se acercaría a círculos interesados en la reforma religiosa en los que se leía a Lutero y a Calvino y se estudiaban las Sagradas Escrituras en sus lenguas originales. Junto a él, en este círculo, estuvo su hermano Diego que publicó en este mismo año dos obras de Lutero y Calvino traducidas al español por Francisco. A pesar del seudónimo utilizado y de lo clandestino de la publicación, fueron descubiertos y tuvieron que huir, Diego a Italia y Francisco a París, de donde pasó a Wittenberg en 1541, donde su relación con el protestantismo se estrechó mediante el acercamiento al círculo de Philip Melanchton, que le permitió tratar a profesores y eruditos como Lutero, Paul Eber o Erasmus Alber.
En esta misma ciudad, tradujo al español el Nuevo Testamento, traducción que pudo haber empezado en Lovaina y que dio a la imprenta en Amberes en 1543. Probablemente, ignoraba Encinas el decreto de febrero de ese mismo año sobre las traducciones al vulgar de las Sagradas Escrituras, pues no se explica de otro modo su falta total de cautela al solicitar audiencia del Emperador para conseguir privilegio para la impresión de la obra, que iba, por otra parte, dedicada al propio Carlos V. A pesar de contar con apoyos dentro de la corte, la obra de Encinas fue denunciada a la Inquisición y al confesor del Emperador, Fray Pedro de Soto, al que Carlos V encargó del asunto; Soto solicitó la prisión para Encinas tras una larga y agria disputa con él. El trato en la cárcel no fue especialmente duro: se le confinó en Bruselas y se le permitó recibir visitas. La suavidad de la prisión le permitió, incluso, escapar de allí sin apenas complicaciones, pues parece que halló las puertas abiertas. No obstante, todo indica que fueron las presiones e incluso los sobornos de su familia y amigos los que ayudaron a tan feliz casualidad.
Se refugió en Alemania, desde donde tomó parte en Trento por el lado protestante, y defendió la tan controvertida justificación por la fe. A pesar de todo esto, parece que su carácter tampoco se volcó de lleno hacia la ortodoxia luterana, toda vez que también los protestantes son blanco de sus críticas en su obra. Esto hizo que su situación resultase incómoda tanto en el lado imperial, al que no podía volver tras haberse escapado de la cárcel inquisitorial, como en el protestante. Decidió partir para Italia en 1546, aunque se detuvo en Basilea, donde se dedicó a la edición de textos clásicos traducidos por él al español, así como a la edición de textos contemporáneos españoles de autores como Pedro Mexía y Feliciano de Silva. Parece haberse encargado, incluso, de una edición del Amadís. De entre los clásicos que tradujo destacaremos a César, Plutarco, Luciano, Tito Livio, Floro y Mosco.
No obstante su actitud religiosa, parece que sus lazos con la corte no se habían roto por completo, toda vez que se permitió enviar recomendaciones, que fueron atendidas convenientemente y que, en 1551, un año antes de su muerte, dedica al Emperador su traducción de las Vidas Paralelas de Plutarco que vería la luz de forma póstuma. Posteriormente, y tras la noticia del asesinato de su amigo Juan Díaz por motivos religiosos, así como la de la quema en Italia de su hermano Diego, acusado de protestantismo, decidió buscar aires más serenos en Inglaterra. Para ello, obtuvo de Melanchton y de Lutero recomendaciones para enseñar griego en Cambridge, desde donde continuó sus intenciones de difundir el Evangelio en español, así como de proseguir con la labor editorial que dejaba en Basilea. Mientras, se había casado, en 1548, con Margarete Elter, con la que, ya en Inglaterra, había tenido una hija.
A pesar de todo, decide trasladarse de nuevo al Continente para proseguir con dicha labor editorial, que no abarcaba tan sólo literatura espiritual, sino, por ejemplo, la Segunda Celestina de Feliciano de Silva. Diversas dificultades le llevan a publicar con seudónimo o pie de imprenta falso casi siempre. Prepara la edición de su Biblia en español, aunque la escasez de sus recursos se lo impide. En 1552, y a causa de la peste, fallecen él y su mujer. Dejó sin publicar las mencionadas Vidas Paralelas, que verían la luz en 1560, así como la Historia de las yervas (1557). No han llegado hasta nosotros la Biblia en que tanto empeño puso ni el diccionario latino-español que, asimismo, preparaba. Son también obra suya una apología de su amigo Juan Díaz titulada Historia de Juan Díaz; la Historia de statu Belgico deque religione Hispana; la Breve institución de la religión cristiana y unas Memorias de gran importancia por cuanto relata en ellas aspectos referentes a procesos inquisitoriales de erasmistas e iluminados españoles de los que no conservamos la documentación completa.
G. Fernández San Emeterio.
Bibliografía
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ENZINAS, Francisco de, Epistolario, ed. de I. J. García Pinilla Ginebra 1995
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Bataillon, Marcel, Erasmo y España Madrid, FCE 1995.