Ribeiro Couto, Rui (1898-1963).


Poeta, narrador, ensayista, periodista, traductor, jurista y diplomático brasileño, nacido en Santos (en el estado de São Paulo) el 12 de marzo de 1898 y fallecido en París (Francia) el 30 de mayo de 1963. Figura destacadísima del panorama cultural brasileño del siglo XX, mantuvo estrechos contactos con los protagonistas de la famosa Semana del Arte Moderno, evento multidisciplinar que, celebrado en São Paulo en 1922, rompió con la tradición artística anterior y marcó el nacimiento del denominado «Modernismo brasileño» (movimiento que, a pesar de la coincidencia en los nombres, no tiene nada que ver con el Modernismo literario hispanoamericano y europeo).

Vino al mundo en el seno de una familia de clase media, formada por el ciudadano brasileño José de Almeida Couto y la portuguesa -originaria de la isla de Madeira- Nísia da Conceição Esteves Ribeiro. Sus padres, en vista de su asombrosa inteligencia natural y su precoz predisposición para el estudio de las Humanidades, pretendieron proporcionarle una esmerada formación académica; pero los limitados recursos económicos de que disponía la familia obligaron al joven Rui a abandonar muy pronto los estudios para incorporarse a una empresa exportadora de café.

Se inició, en efecto, en el mundo laboral a los catorce años de edad, en calidad de contable y responsable de los libros y documentos oficiales de dicha compañía. Pero los dueños de la empresa enseguida advirtieron que su nuevo empleado era capaz de desempeñar trabajos de mayor responsabilidad, por lo que decidieron costear su educación en la Escola de Comércio José Bonifácio, ubicada en esa ciudad de Santos que había visto nacer al futuro escritor. Merced a esta iniciativa de sus jefes, Rui Ribeiro Couto pudo ampliar su formación académica y, en apenas unos meses, empezar a demostrar su auténtica valía como colaborador periodístico en diferentes rotativos y revistas locales.

Con los ahorros procedentes de este primer empleo, en 1915 el joven Couto se trasladó a la capital del estado para matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo, donde cursó con brillantez sus estudios superiores al tiempo que se ganaba la vida ejerciendo diversos oficios periodísticos (el de corrector en el Jornal do Commercio, y el de colaborador en el Correio Paulistano). Empezó entonces a pergeñar sus primeras composiciones poéticas, una de las cuales le dio a conocer como escritor en 1918, al ser galardonada con el primer premio de un certamen literario convocado por la revista cultural A Cigarra.

En el transcurso de aquel mismo año, recién cumplidos los veinte de edad, Rui Ribeiro Couto abandonó São Paulo para instalarse en Río de Janeiro y matricularse en la Universidad del Distrito Federal, en cuya Facultad de Derecho pudo completar la carrera de Leyes. Consciente, empero, de que su auténtica vocación le empujaba hacia el cultivo de la escritura antes que al ejercicio de la abogacía o de otras prácticas jurídicas, empezó a ganarse la vida en Río de Janeiro como reportero de la Gazeta de Notícias, medio de comunicación que le permitió establecer contactos con algunas de las figuras más destacadas del panorama literario carioca.

Afincado en la popular barriada de Santa Teresa -sede de la bohemia artística y literaria de Río-, trabó amistad con su vecino Manuel Bandeira, que ya gozaba por aquel entonces de gran predicamento como promesa en ciernes de la poesía brasileña contemporánea. A partir de entonces, el genial escritor de Recife -que, además, cultivó con singular acierto el ensayo y la crítica literaria- habría de brindar su apoyo y su amistad a Couto durante el resto de su vida. Asimismo, en Río de Janeiro el joven poeta de Santos entabló fructíferos lazos de vecindad y camaradería con otros escritores e intelectuales tan relevantes como los exquisitos poetas parnasianos Alberto de Oliveira y Olavo Bilac, el gran poeta, narrador y dramaturgo Coelho Netto, el poeta y diplomático Ronald de Carvalho y, entro otros muchos vates, los simbolistas Álvaro Moreyra (1888-1969) y Raul de Leoni; todos ellos le introdujeron definitivamente en los principales foros y cenáculos literarios de la animada vida cultural carioca.

Al amparo de tan relevantes figuras, el joven Rui Ribeiro Couto pudo dar a la imprenta su primer poemario, O jardim das confidências (El jardín de las confidencias, [São Paulo: Monteiro Lobato, 1921]), una espléndida opera prima que recogía los poemas escritos por el joven autor entre 1915 y 1919. El recién citado Ronald de Carvalho aseguró, alborozado, que este poemario venía a inaugurar una nueva tendencia en la lírica brasileña, bautizada por él mismo como «poesía de la penumbra», en clara referencia al tono tenue y velado, como de atmósfera tamizada por la niebla o las sombras, que dominaba las composiciones del joven poeta de Santos. La perspicacia analítica de Carvalho quedó bien patente cuando, en efecto, una amplia secuela de obras posteriores reprodujo esa estética vaporosa y otoñal de los poemas de O jardim das confidências, dando lugar con ello a una especie de simbolismo de lo tenue y cotidiano que recibió -en atención a la aguda observación de Ronald de Carvalho- la denominación de penumbrismo.

No sospechaba, empero, el joven Couto por aquellos años iniciales de la década de los veinte que acababa de convertirse en el fundador de toda una corriente poética. Antes bien, se hallaba enfrascado por aquel entonces en el cultivo de otros géneros literarios, como el teatro -al que aportó la pieza en tres actos titulada Os Nossos Papás (1921)-, y, sobre todo, en la redacción de una serie de relatos que le permitieron darse a conocer como prosista de ficción en 1922, año en el que recopiló la mayor parte de estos cuentos primerizos en dos volúmenes: A casa do gato cinzento (La casa del gato gris [São Paulo: Monteiro Lobato, 1922]) y O Crime do estudante Batista (El crimen del estudiante Bautista [São Paulo: Monteiro Lobato, 1922]). Y participaba, asimismo, activamente en esa bulliciosa agitación cultural que, en aquel período, convulsionaba las tertulias y los salones de Río de Janeiro y de São Paulo.

En esta última ciudad tuvo lugar, en febrero de dicho año, la célebre Semana del Arte Moderno, en la que numerosos creadores e intelectuales brasileños -entre ellos, el susodicho Ronald de Carvalho- mostraron su hastío frente al academicismo clasicista que venía dominando las Artes y las Letras nacionales desde hacía ya mucho tiempo. La decidida apuesta de estos jóvenes creadores por las últimas propuestas de la modernidad y la Vanguardia dio lugar a un rico, amplio y fecundo movimiento renovador, conocido como Modernismo brasileño, cuyas figuras más destacadas mantuvieron siempre estrechos contactos con Rui Ribeiro Couto. De ahí que buena parte de la crítica -al reparar en los fuertes vínculos que unieron a Couto con los modernistas, y en la proximidad temporal entre la fundación del penumbrismo y la celebración de la Semana del Arte Moderno-, haya dado por buena la participación activa del joven poeta de Santos en dicho evento, cuando lo cierto es que Couto no estuvo presente en São Paulo durante el nacimiento del Modernismo brasileño.

El joven escritor abandonó, en efecto, Río de Janeiro en 1922, pero no para trasladarse a São Paulo y participar en la Semana del Arte Moderno ni en los numerosos actos culturales generados por este acontecimiento. En realidad, debido a ciertos problemas de salud, se había establecido en la ciudad de Campos de Jordão, perteneciente también al estado de São Paulo, en busca de ese clima benigno que tanta fama había proporcionado a esta localidad serrana. Allí permaneció durante dos años, en el transcurso de los cuales concluyó el libro de crónicas Cidade do Vício e da Graça: vagabundagem pelo Rio noturno (Rio de Janeiro: Benjamin Costallat & Miccolis, 1924) y el poemario Poemetos de Ternura e de Melancolia (São Paulo: Monteiro Lobato, 1924).

En 1923, durante una visita a la ciudad vecina de São Bento de Sapucaí, conoció a Ana Jacinta Pereira, con la que habría de contraer matrimonio a comienzos de 1925. Por aquel tiempo, tras su estancia en Campos de Jordão, Couto se ganó la vida ejerciendo diversos cargos públicos en otras ciudades del estado de São Paulo -como la recién mencionada São Bento de Sapucaí, además de Cunha y São José do Barreiro-, para acabar desplazándose al estado vecino de Minas Gerais, donde siguió desempeñando labores de funcionario en la localidad de Pouso Alto.

Durante aquel largo período de residencia en las referidas ciudades serranas, Rui Ribeiro Couto compaginó sus labores de funcionario con su vocación literaria, plasmada ahora -además de en los libros citados más arriba- en los poemarios Um homem na multidão (Un hombre en la multitud [Rio de Janeiro: Pongetti, 1926]) y Canções de Amor (Canciones de amor [São Paulo: Editora Nacional, 1928]), así como en los cuentos que recopiló bajó el título de Baianinha e outras mulheres (Bahianita y otras mujeres [Rio de Janeiro: Anuario do Brasil, 1927]). La aparición de esta colección de relatos, distinguida con un relevante galardón que otorgaba la Academia Brasileira de Letras, le consolidó definitivamente como un gran maestro del género cuentístico, a la vez que le situaba entre las figuras cimeras de las Letras contemporáneas en lengua portuguesa.

A finales de aquella década de los años veinte, el escritor de Santos, cada vez más asentado en la Administración pública de su nación, fue designado auxiliar del cónsul brasileño en Marsella (Francia), lo que le permitió trasladarse a Europa y residir a orillas del Mediterráneo por espacio de dos años (1929-1931). Poco después, tras haber desempeñado también en dicha ciudad del sur de Francia el cargo de vice-cónsul honorario, fue destinado a París en calidad de adjunto al consulado general de Brasil en la capital gala. La experiencia adquirida durante sus dos años en Marsella propició su ingreso definitivo en la carrera diplomática en el transcurso de aquel mismo año de 1931, cuando, recién llegado a París, fue nombrado cónsul de tercera clase por el ministro Afrânio de Melo Franco (padre del relevante político e intelectual Afonso Arinos, amigo íntimo de Couto). Pero esta intensa actividad diplomática no le impedía seguir cultivando la creación literaria, como dejó bien patente con la publicación de su primera novela, Cabocla (Mestiza [São Paulo: Editora Nacional, 1931]) y del volumen cuentístico D. Esmeralda (São Paulo: Cruzeiro do Sul, 1931).

Esta primera estancia de Couto en París no se prolongó en demasía, pues en 1932, en cumplimiento de sus obligaciones como diplomático, se vio forzado a regresar a Río de Janeiro, en donde habría de pasar los tres siguientes años de su vida. Inmerso, por aquel tiempo, en una frenética actividad literaria, mientras reanudaba sus colaboraciones periodísticas en diferentes medios de la prensa carioca -como Itamarati, Jornal do Brasil, etc.- publicó nuevas obras suyas pertenecientes a géneros tan variados como el ensayístico –Espírito de São Paulo (Espíirtu de Rio de São Paulo [Río de Janeiro: Schmidt, 1932]) y Presença de Santa Terezinha (Presencia de Santa Teresita [Río de Janeiro: Civilização Brasileira, 1934])-; el poético –Noroeste e outros poemas do Brasil (Noroeste y otros poemas de Brasil [São Paulo: Editora Nacional, 1933]) y Província (Provincia [Coimbra: Edições Presença, 1934])-; y el cuentístico –Clube das esposas enganadas (El club de las esposas engañadas [Río de Janeiro: Schmidt, 1933])-. Esta fecundidad creativa pronto se vio reconocida, en el ámbito de la cultura oficial, con su elección como miembro de número de la Academia Brasileira de Letras (en la que ingresó oficialmente el 17 de noviembre de 1934, después de haber sido designado, el 24 de marzo de aquel mismo año, sucesor del desaparecido Constâncio Alves en el escaño nº 26). Su discurso de ingreso fue editado bajo el título de Elogio de Constâncio Alves (Río de Janeiro, 1934).

Al socaire de estos honores y reconocimientos, Rui Ribeiro Couto reeditó en un único volumen recopilatorio -que salió de los tórculos bajo el título genérico de Poesía (1934)- los poemarios que había publicado hasta entonces. Poco después, su carrera diplomática se vio jalonada con un nuevo ascenso: su nombramiento como segundo secretario de la Embajada de Brasil en La Haya (Países Bajos). Este nuevo destino laboral le mantuvo en Europa durante el segundo lustro de aquella década de los años treinta, período en el que continuó escribiendo profusamente. Publicó, en efecto, durante aquella estancia en Holanda el libro de crónicas Conversa Inocente (Río de Janeiro: Schmidt, 1935), el libro de viajes Chão de França (São Paulo: Nacional, 1935) y el poemario Cancioneiro de Dom Afonso (Cancionero de Don Alfonso [Lisboa: Anuário-Oficinas Gráficas, 1939]).

A los pocos meses de la aparición de este último libro, las tropas del ejército alemán ocuparon Holanda, lo que precipitó la salida de casi todos los legatarios extranjeros acreditados en La Haya. Rui Ribeiro Couto regresó a Río de Janeiro, donde, tras publicar la novela Prima Belinha (Prima Belita [Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1940]), la colección de relatos Largo da Matriz e outras histórias (Río de Janeiro: G. Costa, 1940) y el ensayo Realidade e espírito do Brasil republicano (Realidad y espíritu del Brasil republicano [Lisboa: Império, 1940]), fue elevado al rango de Secretario Primero de Embajada (1941) y destinado a la delegación diplomática de Brasil en Lisboa (1943), en donde habría de permanecer hasta el final de la II Guerra Mundial.

Durante aquel primer lustro de la década de los cuarenta, Couto incrementó su ya densa y prolífica producción literaria con un nuevo poemario –Cancioneiro do ausente (Cancionero del ausente [São Paulo: Martins, 1943])-, un volumen de narraciones breves –Uma noite de chuva e outros contos (Una noche de lluvia y otros cuentos [Lisboa: Inquérito, 1944])-, y otra selección antológica de su poesía –Dia é Longo (El día es largo [Lisboa: Portugália Editora, 1944])-; y, simultáneamente, intervino de forma decisiva en algunos de los capítulos más destacados de la cultura en lengua portuguesa, como la famosa convención lingüística que, mantenida por relevantes personalidades de ambos lados del Atlántico, estableció las normas ortográficas que modernizaban el idioma hablado por lusitanos y brasileños (el célebre “Acordo Ortográfico Luso-Brasileiro”).

Fue en Lisboa también donde se deshizo el matrimonio entre Rui Ribeiro Couto y Ana Jacinta Pereira, poco antes de que el famoso escritor y ya veterano diplomático fuera destinado a Ginebra (Suiza), ahora con el rango de cónsul general. Permaneció en la bella ciudad helvética durante el año de 1946, en el que fue ascendido a Ministro Plenipotenciario de Segunda Clase. Luego fue enviado a Belgrado (Yugoslavia) en calidad de Ministro Plenipotenciario (1947), y, tras ser elevado a la categoría de Embajador en 1952, permaneció representando a Brasil ante el gobierno balcánico hasta comienzos de 1963 (fecha en la que, alcanzados los sesenta y cinco años de edad, se vio forzado a jubilarse).

Al final de aquella postrera y prolongada etapa de su vida en Belgrado, Rui Ribeiro Couto había comenzado a padecer graves problemas oculares que, en el momento de su jubilación, le habían dejado prácticamente ciego. No obstante, a pesar de su precaria salud, el escritor quiso visitar París por última vez antes de regresar a su país, por lo que, tan pronto como se hubo jubilado, viajó hasta la capital francesa, donde un infarto fulminante acabó con su vida en la primavera de 1963.

Como no podía ser menos en un autor tan fecundo y multidisciplinar como lo había sido Couto a lo largo de toda su vida, durante aquel dilatado período en Europa escribió otras muchas obras pertenecientes a los géneros más variados. Entre ellas, cabe citar los poemarios Mal du pays (Paris: La Presse a Bras, 1949), Arc en ciel (Paris: La Presse a Bras, 1949), Rive etrangère (Paris: Press du Livre Français, 1951), Entre mar e rio (Lisboa: Livros do Brasil, 1952), Jeux de l’apprenti animalier: dessins de l’auteur (Paris: Seghers, 1955), Le jour est long: choix de poèmes traduits par l’auteur (Paris: Pierre Seghers, 1958), Salut au drapeau de Pierre-Louis Flouquet (Bruxelles: Maison du Poete, 1959), Poesias reunidas (Rio de Janeiro: J. Olympio, 1960) y, entre otros, la espléndida colección de sonetos Longe (Lejos, [Lisboa: Livros do Brasil, 1961]), con la que un Couto ya sexagenario demostró su perfecto dominio de las formas métricas de la mejor tradición clásica europea. Como bien se desprende del cotejo de los títulos recién citados, muchos de estos poemarios publicados por el escritor de Santos en la última etapa de su vida estaba escritos en francés, o eran el resultado de la traducción a esta lengua de otras obras anteriores escritas originariamente en portugués. Otros escritos suyos fueron traducidos al español, al francés, al italiano, al húngaro, al sueco y al serbocroata.

Además de esas nuevas incursiones en el género poético, Couto publicó, antes de morir, los ensayos O francês Taunay, mestre de brasilidade (Lisboa: [s.n.], 1944), Dois retratos de Manuel Bandeira ( Rio de Janeiro: Livraria São José, 1960) -conformado por la reedición de sus obras anteriores De menino doente a Rei da Pasárgada y Discurso para receber Manuel Bandeira na Academia Brasileira de Letras-, y Sentimento Lusitano (São Paulo: Martins, 1961); el libro de crónicas Barro do Município (São Paulo: Anhembi, 1956); y la colección de cuentos Histórias da cidade grande (São Paulo: Cultrix, 1960). Además, en su faceta de traductor vertió al portugués Quando éramos dois (1932), de Hunguette Garnier; Guia do tuberculoso e do predisposto (1933), tratado de tuberculosis pulmonar escrito por el doctor Jacques Stephani; y Aconversão de Eva Lavallière (1934), de Per Skansen.

Bibliografía

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