Courbet, Jean Désiré Gustave (1819-1877).


Pintor francés, nacido en Ornans en 1819 y muerto en La Tour de Peilz (Suiza) en 1877. Muy pronto abandonó sus estudios de leyes para dedicarse por entero a la pintura, deslumbrado en una etapa inicial por el esplendor de los artistas románticos franceses. Sus primeras obras destacables son El guitarrero y El Hombre herido, presentadas con notable éxito en el Salón de París de 1845. Pero con El hombre de la pipa se alejó de los esquemas del Romanticismo, para ir asumiendo poco a poco la estética barroca de Rembrandt y los pintores flamencos de los siglos XVI y XVII. Sus cuadros se cargaron entonces de asuntos religiosos, mitológicos, históricos y literarios.

A partir de 1850 volvió sus ojos hacia el mundo que le rodeaba, al punto plasmado en obras como Entierro en Ornans, Los campesinos de Flagey de vuelta de la feria y Los picapedreros. Estas telas, unidas a otras que fueron triunfando en los sucesivos Salones de París durante la década de los años cincuenta (Las hilanderas adormecidas, Los luchadores, Los bañistas, Las señoritas del pueblo…) le acabaron consagrando como el maestro más descollante de la escuela realista gala. En 1855 escribió Arte viviente -prólogo al catálogo de la exposición de dicho año-, texto que se convirtió inmediatamente en una especie de manifiesto de la pintura realista.

La culminación de este intenso realismo quedó patente en un pequeño lienzo pintado entre 1865 y 1866, auténtica joya de la pintura erótica de todos los tiempos, que ha pasado a la Historia del Arte como la obra más acabada de Courbet. Bautizado a mediados del siglo XX como El origen del mundo, este óleo reproduce uno de los más bellos escorzos que ilustran la galería universal de desnudos femeninos.

El origen del mundo, de Courbet, obra maestra de la erótica universal.

Courbet, amigo y correligionario del anarquista Pierre Joseph Proudhon (al que dejó inmortalizado en su célebre Retrato de Proudhon y su familia), fue uno de los máximos valedores de la Idea en la Francia decimonónica. Su acracia le condujo a rechazar la Cruz de la Legión de Honor que, en 1870, pretendió imponerle el gobierno galo con motivo de su triunfo en el Salón de París del referido año. Fruto de este compromiso ciudadano fue su elección como diputado de la llorada Comuna, en cuya procura promovió gestiones que le llevaron a pasar seis meses en la cárcel. Desengañado de sus compatriotas, tras salir de prisión se afincó en Suiza, donde murió en 1877.