Carandell Robusté, Luis (1929-2002).
Escritor y periodista español, nacido en Barcelona el 24 de febrero de 1929 y fallecido en Madrid el 29 de agosto de 2002. Hijo de un célebre abogado catalán que se había significado por su toma de partido en favor de la II República, al estallar la Guerra Civil se vio obligado a abandonar el país en compañía de su madre y sus numerosos hermanos (Luis era el mayor de una prole de siete hijos). Vivió durante algún tiempo en Francia, y después en diferentes ciudades del norte de España -como San Sebastián y Burgos-, para acabar asentándose durante un par de años en Bilbao. En la capital vasca cursó estudios en el colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana.
Al término de la contienda fratricida, la familia Carandell volvió a instalarse en la Ciudad Condal, donde el joven Luis permaneció hasta que, en 1947, con dieciocho años de edad, decidió trasladarse a Madrid para emprender sus estudios universitarios. Tras haber cursado la carrera de Derecho en la capital de España, regresó nuevamente a su Barcelona natal para cumplir el servicio militar obligatorio y, posteriormente, buscar trabajo como periodista, profesión que, al margen de sus estudios superiores de Leyes, constituía su verdadera vocación.
Así las cosas, en 1952 comenzó a trabajar para el Correo Catalán, y en el curso de aquel mismo año, convencido de sus posibilidades dentro del mundo de la prensa, asistió a un cursillo de tres meses de duración convocado en el Ateneo de Barcelona por Juan Aparicio, a la sazón Director General de Prensa. Por aquellos tiempos aún no existía una delegación de la Escuela Oficial de Periodismo en Barcelona, por lo que Luis Carandell recibió, por toda formación académica en esta disciplina, el mencionado cursillo de tres meses.
Sin embargo, las cualidades innatas y el entusiasmo que mostraba para el ejercicio del Periodismo activo bastaron para suplir cualquier aprendizaje teórico: al poco tiempo era enviado como corresponsal a El Cairo (Egipto), desde donde envió unas interesantes crónicas que fueron viendo la luz en diferentes rotativos de toda España (como El Noticiero Universal, Las Provincias, la Gaceta del Norte e Informaciones). Tuvo tiempo de informar acerca de la caída del presidente egipcio Mohamed Naguib en 1954, antes de abandonar el país de los faraones para ocupar diferentes corresponsalías en Tailandia, Singapur, Ceylán (actual Sri Lanka) y la India (donde se estableció en la ciudad de Calcuta). Durante aquel largo periplo asiático trabajó también como agregado de prensa en un país árabe, y recopiló una substanciosa información que después quedaría plasmada en su libro titulado Oriente Medio.
En 1956, Luis Carandell regresó a España para contraer matrimonio con Eloísa Jaever, unión de la que nacerían dos niñas. Pero, tras un breve período de estancia en Barcelona, volvió a aceptar un trabajo periodístico en el extranjero, esta vez en el Lejano Oriente. Así, hasta 1961 residió en Japón, donde colaboró en una emisora local que emitía un espacio en lengua castellana.
A comienzos de los años sesenta, ya de nuevo en España, Luis Carandell se afincó definitivamente en Madrid, con el propósito de colaborar en varios medios de comunicación al tiempo que se dedicaba a preparar diferentes libros, casi todos estrechamente vinculados con sus labores periodísticas. Así, en 1967 vio la luz un volumen en el que relataba el proceso de adaptación de un catalán cosmopolita a la vida cotidiana de la capital de España (Vivir en Madrid), y al cabo de un año volvió a los anaqueles de las librerías con una serie de semblanzas satíricas, adornadas de pinceladas socio-políticas, sobre figuras típicas del país (Los españoles).
Fue por aquel año de 1968 cuando su nombre comenzó a sonar con fuerza en los principales círculos periodísticos del país, sobre todo a raíz de su desembarco como redactor en la revista Triunfo, donde mantuvo dos secciones tan seguidas por los lectores como «Silla de pista» y «Celtiberia show». Con el material recopilado en esta última elaboró el que habría de convertirse en su libro más famoso, un hilarante repertorio misceláneo que, bajo el mismo título de Celtiberia show, reproducía las más extravagantes manifestaciones de la España profunda, inculta y supersticiosa, anclada por un pesado lastre de religiosidad ultramontana y complacida en los excesos y defectos de su propia ignorancia. Tras conocer un sinfín de ediciones, Celtiberia show volvió a salir a la calle, convenientemente corregido y actualizado, en la década de los años noventa, para poner de manifiesto el atraso y la oscuridad en que se vivía en un pasado no tan remoto como algunos pretenden recordar.
A finales de la década de los años sesenta, y además de las mencionadas secciones fijas que mantenía en la revista Triunfo, Luis Carandell colaboraba también en los diarios Informaciones (donde firmaba sus artículos con el pseudónimo de Antonio Pintado), Madrid y Diario de Barcelona, así como en el semanario Por favor. Las dificultades que por aquellos años asediaban a estos medios -que llevaron aparejado el cierre de alguno de ellos, como le ocurrió a Madrid en 1971- no fueron ajenas a sus propios trabajadores; así, v. gr., Carandell hubo de abandonar el Diario de Barcelona a raíz de las presiones que recibió por haber prologado el libro Autopista, del humorista gráfico Jaime Perich.
Al término de la dictadura franquista, el nuevo régimen de derechos y libertades dio lugar a una eclosión de medios en los que brillaron sin tapujos las figuras periodísticas más vigiladas durante la etapa anterior. Así, a partir de 1976 el propio Carandell pasó a ocupar el cargo de Jefe de Sección de una revista tan decisiva en aquellos años de transición como Cuadernos para el Diálogo, y dos años después se convirtió en uno de los comentaristas de la actualidad más influyentes del momento, a través de sus artículos publicados en otro medio fundamental en el proceso de democratización que entonces vivía el país: el rotativo Diario 16.
En el transcurso de aquel mismo año de 1978, ya convertido en una de las figuras periodísticas más relevantes del momento, Luis Carandell quiso recordar sus orígenes de reportero cosmopolita y asumió la dirección de la revista Viajar. Sin embargo, su nombre ya estaba unido a la crónica diaria de la actualidad socio-política del país, por lo que fue contratado por Televisión Española para que se hiciera cargo de la información parlamentaria (1982). A través de la pequeña pantalla, mezclando siempre la última hora de los debates en el Congreso con el recuerdo de puntuales anécdotas acaecidas en otros períodos de vida parlamentaria en España, Luis Carandell se convirtió en uno de los rostros más conocidos para los telespectadores españoles. Pronto logró transmitir una imagen de credibilidad que, sin entrar en conflicto con la sabrosa amenidad de sus informaciones, le condujo en 1985 a la presentación de los telediarios de fin de semana (labor que compartió con la periodista Teresa Aranda).
Su presencia delante de las cámaras de Televisión Española se prolongó a través de un interesante y documentado espacio cultural, La hora del lector, que presentó hasta octubre de 1987, para hacerse cargo a continuación (a partir de enero del año siguiente), de la sección de información internacional del programa Suplementos 4.
Tras un retorno fugaz, en el malogrado diario El Independiente, a la prensa escrita -género que no había abandonado del todo, pues publicó constantes colaboraciones sueltas durante sus años de cronista televisivo-, en 1989 Luis Carandell se sumó al proyecto inicial de la emisora de televisión privada Antena 3 donde se hizo cargo de un espacio cultural titulado Carandellario. Al mismo tiempo, comenzó a colaborar con otro periódico de breve andadura (El Sol), y pronto sintió la necesidad de abandonar el medio televisivo para regresar a la prensa escrita.
Así, tras una inesperada incursión en la creación literaria (en 1991 redactó el libreto de Timón de Atenas, una ópera del compositor Jacobo Durán-Loriga que, basada en la obra homónima de Shakespeare, fue llevada por vez primera a las tablas en el Teatro Olimpia de Madrid, el 23 de abril de 1992), Luis Carandell envió sus nuevas colaboraciones periodísticas a la revista mensual La Capital, algo así como el órgano oficial de la capitalidad cultural europea que asumió Madrid durante 1992.
Al año siguiente, y después de haberse significado por su apoyo al PSOE durante la campaña para las elecciones generales del mes de junio (fue uno de los firmantes del famoso manifiesto que, en favor de dicha agrupación política, subscribieron diversos intelectuales y artistas de todo el país), fue contratado para publicar una columna habitual en un suplemento fijo del diario El País, medio afín a la formación defendida por Carandell durante el agitado proceso electoral. A partir de entonces, el periodista barcelonés comentó regularmente la información local y regional madrileña publicada en dicho rotativo, labor que comenzó a compaginar, en 1995, con sus intervenciones en la recién creada emisora radiofónica Radio Voz. También durante aquel año de 1995 se hizo cargo de la dirección de la colección de libros «Carta abierta», perteneciente a la editorial Península y destinada a albergar obras de testimonio y memorias.
En septiembre de 1995 abandonó Radio Voz para incorporarse al programa Las mañanas de Radio 1, de Radio Nacional de España (RNE), emisora en la que pronto dobló sus intervenciones para aparecer también en la tertulia semanal «El mirador», una sección fija del espacio vespertino Edición de tarde.
Al margen de los libros ya mencionados, Luis Carandell es autor también de los títulos siguientes: Democracia pero orgánica (1974); Portugal, sí (1974); La raya de Portugal; Celtiberia bis; Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei (1975); Tus amigos no te olvidan (1975) y El show de sus Señorías (1986). Asimismo, y en colaboración con Isaac Asimov, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán y Ramón Tamames, publicó en 1987 El libro de la aventura; y un año después, junto con otros periodistas, escritores y artistas plásticos, el volumen titulado Vistas de las obras del Canal de Isabel II fotografiadas por Clifford, obra que, en junio de 1989, fue galardonada con el premio del Ministerio de Cultura al mejor libro de arte impreso durante el año anterior.
Durante la década siguiente, el escritor barcelonés alternó sus actividades periodísticas ya reflejadas con la redacción de otras obras literarias y ensayísticas como Racismo y xenofobia: búsqueda de las raíces (1993); además, fue autor del prologó que encabeza el libro titulado Las diversiones cortesanas y populares (1994), obra elegida por la Biblioteca Nacional de Madrid para abrir su colección de álbumes extraídos de sus propios fondos. Finalmente, publicó en la popular colección Alianza Cien un breve ensayo titulado Madrid (1995). Al respecto, cabe decir que Luis Carandell se convirtió en uno de los barceloneses más representativos de los catalanes afincados en la capital de España y enamorados de sus tipos humanos, paisajes urbanos y formas de vida, hasta el extremo de haber merecido el título de «Hijo adoptivo» de Madrid, concedido por el Ayuntamiento el 28 de noviembre de 1980. Además, en julio de 1989 fue galardonado con el premio de periodismo «Madrid-1988», que anualmente concede la Cámara de Comercio e Industria de Madrid, para premiar la labor de aquellos periodistas que se distinguen por su defensa y promoción de la capital de España. En la misma línea cabe entender el título de «Guía honorario» que, en febrero de 1990, recibió Luis Carandell de manos de la Asociación Profesional de Informadores Turísticos de Madrid.
Como «madrileño adoptivo universal», Luis Carandell ha dado a la imprenta numerosos volúmenes destinados a glosar las excelencias paisajísticas, culturales y turísticas de la capital de España. Al margen de los libros ya mencionados (Vivir en Madrid y Madrid), cabe citar, en este apartado tan significativo de su bibliografía, los títulos siguientes: Conocer Madrid (1982), El Rastro (1982), Madrid es más que Madrid (1984), Un paseo por Madrid (1985), Reencontrar Madrid (1987), Del cielo a Madrid (1988), Qué pasa en Madrid (1989), Madrid al pie de la letra (1993) y Paisajes literarios de Madrid.
Esta permanente relación personal y literaria con la capital de España contrasta, dentro de la versatilidad genérica manifiesta en la obra de Luis Carandell, con su abundante bibliografía como autor de libros de viajes. En este capítulo, resulta obligado reseñar algunos títulos tan significativos como Islandia 1958 (1965), Turquía, encrucijada entre dos mundos (1966), La Andalucía de la sierra (1974), Castilla-La Mancha (1986), España diversa (1986), Desde el cielo a España (1988), Viajes sin destino (1991), El Camino de Santiago (1992), El Transcantábrico: la magia del norte (1994) y La Vía de la Plata (1995).
Otras obras destacadas del escritor barcelonés son La reina de la Península de Athos (1966), Los romances de Carandell (1973), Pep Canyelles (1990, escrita en colaboración con Ana Berges), Las habas contadas (1997), El santoral de Luis Carandell (1997), El día más feliz de mi vida (2000) y Diez siglos, diez historias (2002).
Entre otros muchos cargos y honores relevantes, el periodista barcelonés fue socio fundador de la peña-tertulia «El Alabardero», miembro del consejo director de la Asociación de Periodistas Europeos (APE), y, desde el 28 de junio de 1993, miembro del consejo literario del Centro Internacional del Humor, con sede en Granada. Su dilatada trayectoria periodística y literaria fue objeto de un importante reconocimiento oficial por parte del Gobierno, que en el Consejo de Ministros celebrado el 28 de abril de 1995 concedió a Luis Carandell la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, condecoración que recibió ceremoniosamente el día 1 de mayo de aquel mismo año. En 2002 fue galardonado con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes y, a título póstumo, recibió el Premio Mesonero Romanos de Periodismo.