Calderón, Juan (1791-1854).


Religioso y político español, nacido en Villafranca de los Caballeros (Toledo) el 19 de abril de 1791 y muerto en Londres el 28 de enero de 1854.

Vida

Tras estudiar las primeras letras según se estilaba entonces, en 1806 ingresó por decisión propia en el convento de religiosos observantes de San Francisco, de Alcázar, aunque muy pronto tuvo dudas que le hicieron replantearse su carrera. Después de estudiar Filosofía en Lorca -lo que le dio ocasión de visitar Valencia y sus bibliotecas- la invasión napoleónica le libró del claustro, pues fue movilizado para combatir a los invasores, aunque pudo colocarse como escribiente en una oficina de mayoría.

En lo que respecta a pensamiento había llegado al ateísmo total. Lo cual no fue obstáculo para que en 1815 tuviese que volver al claustro, y para que sus superiores, no obstante conocer su incredulidad, dispusiesen que después de estudiar Teología en Alcázar se hiciese sacerdote. El lo aceptó, tomando el sacerdocio como una profesión válida para ganarse la vida. Después fue predicador y confesor y catedrático de Filosofía. Sufría mucho por tener que mantener una conducta en oposición con sus ideas. Su ateísmo parece que estaba basado en Spinoza y en Dupuis, o, por lo menos, éstos son los autores en que se reconoce.

Con la revolución de 1820 se secularizó, y fue catedrático de Constitución. Se sentía liberal, aunque no militaba en nada. Para evitar las violencias de la contrarrevolución, en 1823 se fue a Madrid, ciudad en la que residió durante diez meses. Cuando se le avisó de que si iba a su pueblo obtendría fácilmente su purificación con sólo achacar su pasado liberalismo a la violencia que sobre él habían ejercido los miembros de la Milicia Nacional, y ante la enormidad moral que suponía esta mentira decidió marcharse a Francia, pues siempre le caracterizó un agudo sentido ético.

A fines de 1823 se unió a una partida de tropas francesas que regresaba a su país, y consiguió llegar sin tropiezo a Irún a pesar de no tener pasaporte. Allí estuvo ocho días, sin saber qué hacer, días en los que incluso llegó a pensar en el suicidio. Estaba expuesto a ser arrestado por los españoles por su falta de pasaporte, y el mismo motivo también le impedía pasar a Francia. Él mismo confesó que, en su tribulación, pensó mucho en Dios. Finalmente, la dueña de la posada en donde residía le proporcionó el medio de pasar ilegalmente la frontera y, así, en enero de 1824 se encontraba en Bayona.

Espiritualmente siguió la evolución que había comenzado en Irún, leyó el Evangelio, admiró la tolerancia y la libertad de conciencia, y pronto pudo considerarse cristiano reformado, aunque no adscrito a ninguna iglesia determinada. Como seguía sin pasaporte, pesaba sobre él el peligro de ser detenido por las autoridades francesas y devuelto a España. La llegada de tres milicianos de Madrid, zapateros de oficio, que venían exiliados, le proporcionó de momento los medios para subsistir pues mientras esperaban que se visase su pasaporte, se dedicaron a fabricar chinelas que tuvieron una excelente acogida en Bayona. Calderón se acercó a ellos, aprendió el oficio, y cuando los milicianos siguieron viaje a París, fue el único fabricante de las chinelas. Al cabo de varios meses las autoridades regularizaron la situación de los extranjeros que tenían trabajo, aunque careciesen de pasaporte.

Comenzó a dar clases de castellano,un sin dejar las chinelas. La protección de Mr. Pyt, delegado de la Sociedad Continental de Londres en Bayona, le puso en relación con los medios protestantes de la ciudad, religión a la que se convirtió de forma sincera (a pesar de que Menéndez y Pelayo lo pone en tela de juicio). En 1829 pasó a Londres, se alojó en Sommers-Town, el famoso barrio de los emigrados españoles, y se dedicó a la enseñanza del Evangelio, auspiciado y protegido por la Sociedad Continental.

Con la revolución de 1830, volvió a Francia, donde residió hasta 1842, año en que volvió a Madrid. Durante el tiempo que permaneció en el país galo, ganó un concurso en Montauban (1841), por unos Diálogos entre un párroco y un feligrés sobre el derecho que tiene todo hombre para leer las Sagradas Escrituras y formar, según el contenido de ellas, su propia creencia y religión, cuyo manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid.

En 1842, ya de vuelta en España, decidió instalarse en Madrid, pues gracias a Espartero era la ciudad en la que se gozaba de mayor libertad. Para entonces ya estaba casado. Publicó la Revista Gramatical de la Lengua Española, que salía de forma mensual y la obra Análisis lógica y gramatical de la Lengua española (Madrid, 1843). Con el nuevo cambio político de 1843 las cosas se pusieron difíciles, por lo que en 1845 regresó a Burdeos, y en 1846 se trasladó con su familia de nuevo a Londres.

En la capital del Támesis vivió pobre y oscurecido, mantenido solamente por sus traducciones del francés y la generosidad de Usoz, que le permitió publicar dos periódicos, Pure Catholicism (‘El Catolicismo Neto’, 1849-1851) y El Examen Libre (1851-1854), en los cuales publicó alguno de los Diálogos de 1841. Al parecer, Calderón tuvo adeptos de esta secta en España, pues según Menéndez y Pelayo, había doce discípulos del Catolicismo Neto en Granada hacia 1850. Usoz publicó Cervantes vindicado en ciento y quince pasajes del texto del…Quijote de la Mancha que no han entendido, o que han entendido mal, algunos de su comentadores o críticos (Madrid, 1854) y, al año siguiente, Don Juan Calderón, conocido generalmente por la Autobiografía de éste (Madrid, 1855). Otra de las obras nacida de la mano de Usoz fue también Respuesta de un español emigrado a la Carta del Padre Areso, de fecha indeterminada. (Calderón, Juan; Palau, Heterodoxos).

Bibliografía

  • PALAU Y DULCET, Antonio. Manual del librero hispanoamericano [2ª ed.], (Barcelona: s.n., 1948-1977)

A. Gil Novales